Ted Nash en Cuba. Su música y magisterio

23 de enero de 2025

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Cuba, Cultura, Escuela Nacional de Arte (ENA)., Festival Internacional Jazz Plaza de La Habana

Texto y fotos: Julio Larramendi

 

 

Enero de 2023, 38⁰ Festival Internacional Jazz Plaza de La Habana. Sala de exposiciones transitorias del Edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes. Un grupo de 15 jovencísimos alumnos de la Escuela Nacional de Arte conversan y se mueven, mientras varios consagrados ─el pianista Alejandro Falcón, el baterista Ruy López-Nussa, el bajista Arnulfo Guerra, el saxofonista Alejandro Calzadilla y el clarinetista Janio Abreu, director de la cátedra donde estudian los jóvenes─ comprueban el sonido de sus instrumentos.

A las 9 en punto hace su entrada Ted Nash, alto y delgado, vestido con elegante sencillez, acompañado por una siempre sonriente Cathy Barbash, quien ha propiciado, después de varios años intentándolo, la materialización de este proyecto: Jazz and Art.

 

 

La noche anterior, cuando les daba la bienvenida en mi casa, el músico, de forma afable y hasta cuidadosa, comentaba su única preocupación: en la experiencia anterior, similar a la que se proponía hacer en La Habana, los estudiantes asiáticos mostraron una excelente preparación técnica, pero poca creatividad para el jazz. Me atreví a asegurarle que esa no sería una dificultad en Cuba.

Nash viene precedido de una gran fama: miembro de la orquesta de jazz del Lincoln Center, ganador de varios premios Grammy y una gran vocación por el magisterio.

Durante una semana tratará de que sus alumnos se inspiren en las obras expuestas en el museo para crear música y transgredir fronteras entre diversas artes. Y comienza mostrándoles, con humildad, lo que él mismo ha hecho con pinturas de Picasso, Monet y Dalí, primero con video clips y después, interpretando fragmentos con su saxofón.

 

 

A los pocos minutos los jóvenes han captado la idea y deambulan por las salas de la instalación, hasta encontrar una obra que los inspire. Pero no solo crearán “su” pieza, sino que deberán instrumentarla para que todo el grupo participe en la interpretación.

La primera en escoger su pintura es casi una niña, que no estaba en la lista inicial de los seleccionados, pero gracias a su insistencia y el conocimiento de la producción del músico norteamericano, logró ser admitida. Yesiney Pérez se plantó delante de Paisaje de La Habana, de René Portocarrero; el sonido limpio y suave de su clarinete atrajo la atención de Nash, quien comenzó a improvisar con ella por unos minutos. Y así se fue acercando a cada uno de los estudiantes, algunos de los cuales, sentados en el piso, ya se disponían a escribir. En poco tiempo las salas se llenaron de música y de emociones.

 

 

Por varios días el taller se convirtió en un frenético intercambio de ideas, interpretaciones individuales y más tarde grupales, hasta escoger las piezas que conformarían el concierto final. No faltaron lágrimas de agradecimiento de los alumnos, del maestro orgulloso y de varios asistentes. La presentación de las obras recién creadas se realizó en el patio del museo, desbordado de un entusiasta público que disfrutaba las interpretaciones, mientas en una pantalla se proyectaba la pintura seleccionada por cada alumno.

 

 

Mucho más que un taller o una clase magistral, fue un encuentro de toma y daca, en el que los discípulos fueron los más beneficiados al descubrir posibilidades y ampliar los límites naturales de su edad. A Nash, el Jazz and Art habanero le dejó la experiencia de lo que puede lograr la combinación del talento natural, con la dedicación y la excelente labor de los profesores, a pesar de las grandes carencias en instrumentos y los problemas económicos que sufre el país.

Otro ejemplo notable ocurrió en el encuentro con la jazzband de la Escuela Nacional de Arte (ENA). Después de la explicación del sentido de la partitura norteamericana que interpretarían, Nash se sentó entre dos alumnos para mostrarles cómo ejecutar un pasaje en particular. En ambos casos, a los dos saxofones no les funcionaba al menos una llave, y al preguntar cómo podían tocar así, la respuesta fue simultánea: supliendo las faltantes con las demás llaves.

 

 

Enero de 2024, 39⁰ Festival Internacional Jazz Plaza. Teatro Martí de La Habana. Con una humildad increíble, Ted Nash, Alejandro Falcón y su grupo Cubadentro acompañaron a Malpaso Dance Company, al pianista Arturo O’Farrill y al cuarteto de cuerdas Alma, en una noche inolvidable para los asistentes, por su combinación perfecta de gracia y virtuosismo.

 

 

Enero de 2025, 40⁰ Festival Internacional Jazz Plaza. Con varias actuaciones memorables para el exigente público habanero y los visitantes de la sala Avellaneda del Teatro Nacional, el cine Charles Chaplin, Fábrica de Arte y el centro cultural Fresa y Chocolate, Ted Nash retoma su vocación de magisterio en clases en la Universidad de las Artes y la ENA. Se estrena el documental Resonance, producido por Vedado Films, sobre el trabajo del taller Jazz and Art en 2023.

Con su dedicación y persistencia, Nash se ha convertido en una presencia natural en el escenario musical y en la enseñanza artística de nuestro país, luego de que sus previsiones iniciales sobre las posibilidades creativas para el jazz de nuestros jóvenes estudiantes se vieran gratamente despejadas por la realidad. Ted, ¡te esperamos pronto!