Símbolo del amor y la pelea
19 de mayo de 2020
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La vida y la obra del Héroe Nacional José Martí han sido, a lo largo del tiempo, fuente de inspiración para varias generaciones de escritores cubanos.
Son numerosos, por ejemplo, las investigaciones, los ensayos, que reflexionan en el alcance y trascendencia de su preclaro pensamiento.
Otros géneros literarios –como la novela, el cuento, el testimonio, el teatro— han reflejado, igualmente, la huella del Maestro en su tiempo y en el tiempo por venir.
La poesía no ha sido ajena a ese interés de rendir justo tributo a quien se consagró a luchar por la libertad de la patria amada frente al yugo colonial español.
En este aniversario 125 de su caída en combate, revisemos algunos de los textos que firman poetas de diversas promociones y estilos.
Sencillo homenaje, este 19 de mayo, a quien, como puede leerse en uno de esos poemas, es todo un símbolo del amor y la pelea.
Martí
¡Heroico paladín de un
pueblo triste!
contra tus enemigos en acecho,
fueron tres las espadas que esgrimiste:
¡la razón, la justicia y el derecho!
Hoy que tu noble cuerpo ya no existe,
hoy que ha cesado de latir tu pecho,
se deja de pensar en lo que hiciste
para pensar en lo que hubieras hecho…
Tu palabra en la tierra fue un encanto,
y el poder que en el ánimo ejercía
tu irresistible seducción fue tanto;
que el solo anuncio de tu muerte impía
llenó a tu pueblo de letal quebranto,
iy hay quien piensa que vives todavía!
Bonifacio Byrne (Matanzas, 1861-1936)
Ante la estatua de Martí
El Alma —que hoy evoca el pecho mío—
del noble ser a quien la Patria adora,
no palpita ni canta, gime, implora.
bajo ese mármol silencioso y frío.
¡Tuviera yo el Supremo poderío
que de la noche hizo brotar la Aurora;
de polvo, la Hermosura seductora;
y el casto Amor del lóbrego vacío!
Entonces, esos labios sonrieran;
esas manos, a Cuba bendijeran;
palabras de perdón se escucharían;
mas al tornar el pensamiento grave
hacia el dudoso porvenir ¡quién sabe,
quién sabe si esos ojos llorarían…!
Mercedes Matamoros (Cienfuegos, 1851-La Habana, 1906)
Dos Ríos
En sublime desorden el cabello,
los ojos fijos y la frente erguida,
va al galope en la bestia embravecida
al fragor del combate. Cual un bello
Apóstol de poema, es un destello
de pasión libertaria incontenida
su mirada profunda y decidida
entre quejas, disparos y atropello.
Ahí va José Martí, genial vigía
que regó con las glorias de su hombría
nuestro suelo cubierto de cadenas.
Ahora tenso y viril, avanza incauto,
esta vez en las márgenes del Cauto
ha regado la sangre de sus venas.
1953
Adolfo Martí Fuentes (Galicia, España, 1922-La Habana, 2002)
Martí
Nació Martí —el dulce peregrino—
en la profunda paz de Galilea,
y el sagrado conjuro de su idea
el monstruo del Olimpo a tierra vino.
Nació Martí —moderno sibilino—
símbolo del amor y la pelea
y fue su voz la antorcha gigantea
que iluminó a la patria su camino.
Murió Jesús —el santo nazareno—
enclavado en la cruz, tranquilo y bueno,
ultrajado por bárbaros judíos,
y el Apóstol de Cuba, el visionario
si no murió en la cruz tuvo un Calvario:
el sangriento Calvario de “Dos Ríos”.
Nicolás Guillén (Camagüey, 1902-La Habana, 1989)
El retrato
Esencial, Increíble,
descorre el mediodía
con mano férrea v dulce,
el miniado manglar.
Y sus insectos suaves,
decorados. Acerca
lo entrañable y lo fiel
como un sincero huérfano.
Penetro despaciosa
el vals vertiginoso
de las palmas inmóviles
al sol, de los yerbajos.
Su traje me conmueve
como una oscura música
que no comprendo bien.
Toco palabra pobre.
Fina García Marruz (La Habana, 1923)
Martí
Martí de luz con su estandarte puro
abriendo entre las sombras la mañana,
Martí de alondra y flor en la sabana
con su canto y su aroma de futuro.
Martí de llanto y viento y sol y duro
golpear que del bálsamo se afana,
Martí de resplandor y de campana,
lento metal del tiempo ya maduro.
Libertador del sueño asesinado,
no reposa tu sangre estremecida,
ardiente de tu patria en el costado.
En su silencio de paloma herida
crece tu voz, clamor desembridado
al victorioso impulso de tu vida.
Ángel Augier (Holguín, 1910-La Habana, 2010)
Martí
Tiene que haber, con su dolor entero,
Un corazón de rosa navegante…
Y ha de vivir allí, para que cante
el ufano milagro del jilguero.
Para marcar tus rutas, un lucero.
Para cargar tus libros, un gigante.
Y para que el amor siga adelante,
la sonrisa de luz de un tabaquero!…
Allí el pasado ardiendo en una hoguera.
La paloma y la estrella. Y la bandera,
florecida con todos los cariños…
Allí, para hacer tuyo el monumento,
dulce el futuro, con la miel de un cuento
de los que diste al mundo de los niños!…
Raúl Ferrer (Las Villas, 1915-La Habana, 1993)
¿Qué había en tus ojos?
¿Qué había en tus ojos?
¿Qué veían que mis ojos no ven?
Por todo sitio donde pisaste
bebí como se beben aguas de
ilusoria magia, en tus huellas
perseguí calor.
¿Quién eras?
¿Qué podías tocar que no tocan mis manos?
Sé las figuras, pero también
que apenas
rozo superficies.
Tú, ¿en cuál rugosidad del ser
te detenías?
¿cómo pudiste avanzar al secreto
de lo que se mueve
hasta ser secreto tú mismo?
La muerte, ¿cómo se hace
para amarla?
Víctor Fowler (La Habana, 1960)
Tientos por el ausente
Dirección intocable. Ambigua en cualquier ángulo
No hay nada más virtual que su paso en nosotros.
(El silbido del agua que recorre el fuego) Sonido que
penetra.
El pájaro en los ojos, el pez adormecido entre las manos…
La presencia de un instrumento cortante en
una pieza donde estoy desnuda.
Se desliza porque penetra. No digamos
lo opuesto.
Algo he visto del fondo.
Caridad Atencio (La Habana, 1963)
Décimas en el centenario de la muerte de José Martí
(fragmento)
¿Cómo era su voz? ¿Cómo era?
Patria mía, José Martí
cumple cien años de muerto,
¿adónde hallaremos puerto
si no lo hallamos aquí?
Patria mía, José Mambí
parece de roca dura,
no yace en la sepultura,
se alza en el viento urbano;
él nos extiende la mano,
su mano es total albura.
Vive en el viento veloz
nuboso del gris octubre,
vive y viviendo nos cubre
con la balsa de su voz.
Vive y parece que nos
cubre y nos ampara. Vive
y desde enero recibe
toda la luz, la luz toda.
Su vida, como una oda.
Vivo Martí nos revive.
(…)
Como el relámpago el verso
de Martí todo lo alumbra:
la tiniebla, la penumbra,
lo caótico y disperso.
Sabe ver el Universo
en una gota de mundo,
sabe ser cuanto profundo
pueda ser un ser humano,
sabe que el hombre es hermano
del hombre; su Dios fecundo.
¿Cómo era su voz? ¿Cómo era?
¿Quién le rompió en la mirada
la luz de la patria amada
en medio la primavera?
¿Quién le rompió a la bandera
el corazón luminoso?
¿Quién lo volvió más hermoso
que la hermosa sulamita?
No hay silencio: precipita
la estrella un fulgor de gozo.
Virgilio López Lemus (Fomento, Sancti Spíritus, 1946)
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