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Rolando Aniceto: un privilegio de La Habana

20 de julio de 2020

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Foto: Yamira Rodríguez Marcano / Facebook

Foto: Yamira Rodríguez Marcano / Facebook

…para que perdurase y valiese,
para que inspirase y fortaleciese,
se debía escribir la historia.

JOSÉ MARTÍ

 

«Soy habanero, nací en La Habana Vieja y me gusta mucho esta ciudad. Creo que mientras más se conoce la historia del lugar donde se nace, se vive, se transita o se estudia, más se ama. Estoy muy enamorado de La Habana. Digo que tengo dos madres: tuve a mi madre Sara Ramos Vargas y tengo a la ciudad».

Con estas palabras, una autentica declaración de amor a la otrora villa de San Cristóbal de La Habana, me comentaba Rolando Aniceto, hace uno años, sobre su marcado interés de investigar, estudiar, analizar, develar, pasajes y protagonistas de la historia de la capital cubana.

Si se revisa la obra legada por este investigador, periodista y animador cultural –quien ha fallecido en su ciudad natal, La Habana, a los 77 años– no resulta difícil comprobar que el centro de sus empeños fue siempre contribuir al cabal conocimiento del devenir de la zona más antigua de la urbe.

Colaboró, con sus crónicas y comentarios, en varias publicaciones periódicas, así como en la radio –en programas como el noticiero Epigramas, de Radio Progreso, con la sección «El brocal de los recuerdos»– y en la televisión nacional –en el espacio Cómo me lo contaron ahí va.

Con esta emisora Habana Radio mantuvo una estrecha y enriquecedora relación profesional, no solo en labores de asesoría, sino también con secciones especializadas en la historia habanera.

Como animador cultural tuvo a su cargo, entre otros espacios, la peña Tradiciones habaneras, en la Acera del Louvre, y el proyecto comunitario Raíces, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en La Habana Vieja.

Aunque La Habana es, igualmente, el tema recurrente en la bibliografía de Rolando Aniceto, también le preocupó, y ocupó, la inmigración llegada a la isla, abordada en libros como Asturianos en Cuba (1994) y Galicia en La Habana (2014).

Su pasión por la ciudad se refleja en títulos como El Capitolio de La Habana (1998), interesante mirada a esa joya de la arquitectura insular, y Ocurrió en La Habana (2002), con hechos y sucesos contados con singular ingenio.

Los primeros en La Habana (2015) es uno de sus últimos libros publicados, en cuyas páginas, en más de treinta crónicas, recrea historias que recuerdan los primeros acontecimientos, escenarios y personajes, celosamente guardados  en la memoria de la villa.

El otro libro, titulado Bebo en la Colonia (2019), protagonizado por Bebo del Caney y Santa Cruz, ex Conde de la Coronilla, y Perla de la Ronda y del Caribe, ex Marquesa de la Carta Blanca, cuenta –según su propia confesión– «una historia humorística con incursiones etílicas en el tiempo».

En la nota que acompaña una de esas obras, Los primeros en La Habana, el poeta Luis Lorente escribe que «si por causa de azar, u otras incógnitas este hombre nombrado Rolando Aniceto no hubiera existido, tendríamos con urgencia que salir a inventarlo…».

Habría que solicitarle a Dios –añade– para que lo ubicara «aquí, entre nosotros, en esta ciudad de La Habana, donde recíprocamente ambos se privilegian. La Habana es un privilegio para Rolando, de la misma forma que Rolando, por sus contribuciones, es también un privilegio de La Habana».

Rolando Aniceto ya no nos acompaña. Quedan sus crónicas, sus grabaciones, sus libros… Quedan su infinito amor, su profunda admiración, su apasionada devoción, por su ciudad. Queda lo más importante: la certeza de que siempre se le recordará como un privilegio de La Habana.

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