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Prácticas arqueológicas y gestión patrimonial desde el Gabinete de Arqueología

19 de agosto de 2024

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Por: Beatriz A. Rodríguez Basulto, Karen Mahé Lugo Romera, Roger Arrazcaeta Delgado

 

Gabinete de Arqueología, en su sede de la calle Tacón Nº 12, La Habana Vieja [© K.M. Lugo Romera]

Gabinete de Arqueología, en su sede de la calle Tacón Nº 12, La Habana Vieja [© K.M. Lugo Romera]

A la presencia de la Arqueología en el Centro Histórico de La Habana Vieja (OHCH) se le reconoce una extensa tradición que enlaza con los siglos XIX y XX, cuando comienzan a forjarse los rasgos identitarios que nos identifican como nación. Desde la disciplina analizamos el decursar de las urgencias por salvaguardar los bienes culturales de la ciudad, la restauración de lo apreciado, el rescate del olvido sobre lo indígena y el reconocimiento del aporte africano. El objetivo es hoy de gran responsabilidad ética (Hernández; 2011, p.131) debido a su perentoria repercusión social. Trabajar en un centro histórico con su población habitándolo, e indagar sobre su pasado reciente, requiere tanto de un trabajo consensuado y corresponsable (Menéndez, 2015; 2017-2018) como de una concepción integrada, transversal y alejada de la lógica deductiva clásica de las ciencias sociales.

Muchos de los enfoques empleados por la arqueología han cambiado a lo largo del tiempo. El origen eminentemente político de todas las concepciones que evocamos y desarrollamos es reconocido e incuestionable. En cinco décadas de ejercicio de la Arqueología en La Habana Vieja transitamos de luchar por el reconocimiento de los valores histórico/culturales que esta construye y promueve en un conjunto de leyes – inexistentes a inicios del siglo XX-, a proponer el cotejo constante de las ya logradas en pos de una salvaguarda cada día más responsable y soberana. Este artículo se centra en el análisis de la trayectoria de trabajo asumida por el Gabinete de Arqueología. Para ello se destacan sus antecedentes y se examinan además las directrices teórico-metodológicas y de gestión que han seguido sus prácticas científicas.

 

Antecedentes históricos y legislativos

A pesar de la frustración que significó el fracaso de una verdadera independencia mediada por la politica intervencionista norteamericana, los cubanos entran al siglo XX recomponiendo sus fuerzas nacionales, tanto de naturaleza intelectual como política. Entre 1913 y 1938 surgen las primeras figuras jurídicas que ofrecían cierto amparo legislativo a las reliquias artefactuales y arquitectónicas, reconocidas como portadoras de valores históricos. En Cuba, hasta la década de 1930, los trabajos arqueológicos se habían centrado en la temática indígena con el propósito de explicar el pasado indocubano. A aquellas primeras disposiciones legales se suman, entre 1934 a 1937, las primeras declaratorias de Monumento Nacional de la República de Cuba. A estas se fueron añadiendo otras declaraciones provinciales que colocaron la mira sobre gran parte de las ciudades del país, lo cual significó una deferencia importante.

Para 1937 − tras la promulgación del Decreto Nº 3057, que dispuso la creación de la Comisión Nacional de Arqueología (desde 1942 Junta Nacional de Arqueología y Etnología)− la historia del período colonial comienza a ser motivo de interés para la Arqueología. La Comisión implementa dos secciones básicas: precolombina y colonial, cada una con un objeto de estudio y conservación bien determinado. Esta última se dedicaba en aquellos tempranos momentos a la defensa del legado histórico colonial, concentrado fundamentalmente en sus monumentos significativos.

En 1938 se funda la Oficina del Historiador de La Habana, dirigida entonces por el Dr. Emilio Roig de Leuchsenring. Desde esta, y pese a las necesarias transformaciones políticas y a los cambios de percepciones y estrategias de conservación y rehabilitación del patrimonio histórico cultural de la ciudad y de la nación, la institución representaba la voluntad nacional por preservar expresiones diversas y colectivas de la identidad cubana.

El tema de la protección de los inmuebles en la ciudad colonial como un campo de interés para la Arqueología, empieza a tenerse en cuenta en América Latina entre 1950 y 1960. No fue La Habana su excepción. En esos momentos los profesionales orientaron sus análisis de acuerdo al herramental técnico metodológico que poseían, el cual condicionó totalmente sus observaciones. Dicha tendencia motivó el predominio de las descripciones técnicas/arquitectónicas al detalle y el estudio estilístico y estético de las edificaciones que caracterizó el enfoque positivista de las ciencias sociales.

La proximidad temporal, y el alto grado de presencia física y de visibilidad que lograron las edificaciones de La Habana colonial, selló el protagonismo del pensamiento occidental conquistador en este abrupto, desigual y violento proceso. La constante, y casi inconsciente, glorificación de las cualidades de la ciudad, y la carencia en la primera mitad del siglo XX de juicios científicos y políticos que permitieran sacar del olvido al indígena y construir una temprana visión local de reivindicaciones identitarias, promovieron la persistencia de los juicios positivistas mencionados. Por estas razones, la salvaguarda de la materialidad monumental y urbana, comparece desde la exaltación de sus particularidades artísticas/estéticas (Hernández, 2011; p.136), símbolos del legado histórico arquitectónico y urbanístico de visión eurocéntrica.

A partir de 1959 el trabajo de la Oficina del Historiador se insertó a un nuevo contexto político, económico y social, del que emergieron otros mecanismos legales para ordenar la práctica arqueológica bajo la instancia rectora de la Comisión Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba (1962). Profesionales pertenecientes a estas y otras instituciones del país, desarrollaron estudios de corte histórico/arqueológico en La Habana Vieja. Es indispensable mencionar el trabajo desempeñado por Lourdes Domínguez, Rodolfo Payarés, Rafael Valdespino, Eladio Elso y Ramón Dacal, Leandro Romero Estébanez,Manuel Rivero de la Calle y Eusebio Leal Spengler. Este último, tras el fallecimiento de Emilio Roig de Leuchsenring, es nombrado Historiador de la Ciudad en 1964, función que desempeñó hasta su muerte, en el año 2020. Durante las décadas de 1960 y 1970 fueron intervenidos algunos inmuebles en el centro histórico. Entre los primeros sitios intervenidos se incluyen el convento de Santa Clara, la plaza de Armas, el castillo de la Real Fuerza, la Casa de la Obrapía y el Palacio de Capitanes Generales, actual Museo de la Ciudad.

Tras la fundación en 1976 del Ministerio de Cultura, se establecen a partir de 1977 la Ley Nº 1 de Protección del Patrimonio Cultural y la Ley Nº 2 de Monumentos Nacionales y Locales. Al año siguiente, en el interior de ese marco gubernamental, institucional y legislativo, es declarada La Habana Vieja y su sistema de fortificaciones coloniales Monumento Nacional de la República de Cuba. En 1982, la UNESCO los inscribía en la lista de ciudades Patrimonio de la Humanidad. Se reconocía así a nivel internacional la significación y excepcionalidad de un conjunto que aún conservaba singulares valores patrimoniales.

Continuar lo iniciado y promover la investigación arqueológica en el centro histórico, estimuló la necesidad de institucionalizarla. Por este motivo, el 14 de noviembre de 1987 se funda el Gabinete de Arqueología en el inmueble Nº 12 de la calle Tacón. Su primer director, Leandro Romero Estébanez, es considerado uno de los precursores en el ejercicio de la arqueología en el Centro Histórico de La Habana Vieja.

La creación del Gabinete se apegó al cumplimiento de la normativa internacional para centros históricos, la cual dispone la realización de investigaciones arqueológicas previas a la restauración. La sistematicidad que adquiere la disciplina a partir de entonces -en especial lo que ha sido denominado Arqueología Histórica- continúa ofreciendo un conocimiento sin precedentes sobre el pasado. Esta proyección desde y hacia miradas más integradoras y complejas de la ciudad -entendida como un yacimiento único-, ha enriquecido gradualmente las visiones tradicionales y académicas de la Historia.

 

Algunas trayectorias teóricas y metodológicas

A inicios de la década de 1990, con la crisis económica que atravesaba el país, parecía casi imposible continuar la obra de la restauración. En ese momento se decide favorecer las investigaciones arqueológicas, de archivo y otras que no requerían demasiada inversión de recursos económicos. El objetivo del gabinete fue entonces responder a las inquietudes y/o carencias de datos históricos que surgían durante el proceso de restauración y de rehabilitación. Con esta línea de trabajo inicial la institución se dedica a la salvaguarda de sitios y objetos con valor arqueológico, a la investigación histórica y a la conservación y musealización de las evidencias halladas, desde una orientación patrimonial.

Fueron emergiendo otros intereses investigativos vinculados al desarrollo de la disciplina a nivel mundial. Los primeros cuestionamientos serían de índole teórico-metodológica, y apuntaban a dos cuestiones específicas. La primera de ellas se centró en debatir y concertar con el resto de la comunidad arqueológica cubana, las implicaciones teóricas acerca del tipo de Arqueología que era realizada en diferentes espacios geográficos y contextos arqueológicos. O sea, se consideró necesario diferenciar la arqueología realizada en espacios urbanos, supeditada por lo general a las labores de preservación edilicia, de aquella relacionada con los momentos más antiguos de ocupación humana y otros espacios geográficos. En América Latina cobraba auge la llamada Arqueología Histórica, que centraba sus objetivos de trabajo en yacimientos (sitios) enmarcados dentro del periodo de contacto y establecimiento del colonialismo europeo en América (siglo XVI en adelante). Se tomó la decisión de identificar los dos posicionamientos básicos de la disciplina en Cuba como: arqueología de la etapa aborigen y arqueología de la etapa colonial (La Rosa, 1995; p.1)

Otra de las cuestiones en análisis fue de índole metodológica, relacionada con la naturaleza de los contextos arqueológicos en La Habana Vieja. Para el año 1987 existía la creencia sobre la naturaleza secundaria de todos los depósitos del centro histórico habanero. Debido a este juicio se justificó que el uso de procedimientos estratigráficos arbitrarios era adecuado y suficiente para el abordaje de todos los sitios a indagar. El cambio de esta concepción metodológica llega a partir de 1988 con la inclusión de procedimientos estratigráficos naturales (Arrazcaeta, comunicación personal en Rodríguez, 2013). Esta nueva perspectiva transformó la visión existente sobre la naturaleza de los contextos en estudio. A través del estudio de las relaciones entre estos y los materiales muebles contenidos en cada uno de ellos, fue posible inferir la diacronía de procesos históricos, conocidos a través de la abundante documentación histórica existente.

 

El arqueólogo británico Edward C. Harris junto al equipo que participó en las excavaciones de la casa ubicada en la calle Muralla Nº 101.

El arqueólogo británico Edward C. Harris junto al equipo que participó en las excavaciones de la casa ubicada en la calle Muralla Nº 101.

 

Los yacimientos arqueológicos en el centro histórico se comenzaron a formar durante la etapa de llegada, asentamiento y establecimiento definitivo del sistema de colonización europeo, en el entorno de la bahía de La Habana. Este contexto descansó sobre un territorio de anterior ocupación aborigen. El estudio de los hechos históricos, políticos y económicos que condicionaron tal proceso fue sistematizado a partir de 1959 por la Historia mediante el empleo del enfoque materialista dialéctico. Las investigaciones del Gabinete debían centrarse en la corroboración empírica de una materialidad que justificara y apoyara las explicaciones que la Historia como disciplina desarrollaba. Se esperaba que esta describiera y explicara aspectos generales referidos a las relaciones comerciales establecidas durante los siglos coloniales a través del puerto habanero. Otros, vinculados con la vida cotidiana de las familias encumbradas y de clase media de La Habana colonial, con la supuesta situación de exterminio de lo que fuera reconocido como indio durante los primeros siglos coloniales, así como la vida de servidumbre del esclavo africano, entre otros temas.

Aun cuando la práctica de la disciplina permanece fuertemente condicionada a las estrategias de restauración de la OHCH, se han logrado cambios de enfoques en el Gabinete que distinguen su quehacer del de décadas atrás. Una de las direcciones fundamentales en la que se advierten estas transformaciones es en el rumbo que toma la formación del personal técnico profesional. Los procedimientos de trabajo fueron rebasando la perspectiva eminentemente empírica empleada −desarrollo de trabajo de campo con empleo del método inductivo−, para complementarse con la formación gradual de trabajadores del centro a través de licenciaturas, maestrías y doctorados en diversas especialidades. A pesar de ello, la ausencia de una carrera de grado en Arqueología dentro de la academia universitaria continúa siendo un inconveniente para la práctica de la disciplina, sobre todo en cuanto a la actualización y dominio de las perspectivas teóricas de la ciencia. De esta manera, en la actualidad, las posiciones positivistas reinan, pero estas se articulan con una praxis de enfoque social que reafirma nuestra aprehensión sobre el carácter público e inclusivo de la labor científica.

 

Proyecciones actuales y futuras

Tras haber realizado numerosas intervenciones arqueológicas, no solo en el Centro Histórico de La Habana Vieja sino también en otros sitios fuera de sus marcos, ha sido posible perfilar áreas de acción y líneas de investigación específicas. Estas constituyen el resultado de un proceso de interiorización de los especialistas acerca de la importancia de construir conocimiento histórico sobre el “pasado” de las ciudades y de los entornos naturales, sociales y de producción articulados a ella, desde la materialidad artefactual extraída.

 

Excavaciones arqueológicas realizadas en 2006 entre el Gabinete de Arqueología y la Escuela Taller de La Habana Gaspar Melchor de Jovellanos.

Excavaciones arqueológicas realizadas en 2006 entre el Gabinete de Arqueología y la Escuela Taller de La Habana Gaspar Melchor de Jovellanos.

 

Dos áreas de acciones fundamentales se han definido: Investigaciones arqueológicas y de Gestión del patrimonio arqueológico; integradas ambas por ejes de trabajo diversos. La primera de estas la conforman cuatro líneas temáticas específicas, no excluyentes entre sí:

Arqueología Urbana: estudios sobre el crecimiento urbano y arquitectónico de la ciudad; sobre la pervivencia e interacción aborigen durante el período colonial; análisis del desarrollo edilicio y funcional de espacios domésticos, civiles, militares, religiosos y funerarios; estudios de relaciones comerciales y prácticas de consumo; hábitos alimentarios y su impacto sobre la flora y la fauna habaneras; estudios sobre poblaciones foráneas asentadas en la isla.

Arqueología Subacuática: estudios del patrimonio cultural sumergido y en franjas litorales vinculado a pecios, naufragios, relaciones comerciales, arquitectura naval, instalaciones costeras.

Arqueología Industrial: estudios sobre asentamientos y procesos productivos relacionados con el patrimonio azucarero, cafetalero y portuario.

Arqueología Prehispánica: investigaciones en contextos de ocupación aborigen, estudios de arte rupestre.

En cuanto al área Gestión del patrimonio arqueológico, se han conformado como principales líneas de trabajo las siguientes:

•Elaborar protocolos conjuntos para la gestión y la práctica de la arqueología urbana: declarar diferentes áreas de protección según su significación y potencial arqueológicos; inclusión de estas en las regulaciones urbanísticas del Centro Histórico de la Habana Vieja instrumentadas por el Plan Maestro de la OHCH.

•Crear la Carta Arqueológica de la ciudad: evaluación, catalogación y diagnóstico del patrimonio arqueológico; confección de un Sistema de Información Geográfico (SIG) que sistematice la labor arqueológica que durante cinco décadas ha realizado la OHCH y permita planificar su praxis.

•Visibilizar la dimensión arqueológica de la ciudad a través de acciones de difusión que favorezcan su percepción entre la ciudadanía.

En cuanto concierne a la proyección social de la institución, y a la comunicación de sus resultados de trabajos, es notable advertir como en los últimos años se han ido incorporado nuevas formas para la difusión que, sumadas a otras ya empleadas, se insertan a un modelo de gestión integral del patrimonio que la Oficina del Historiador desarrolla.

Museo de Arqueología: Abren sus primeras salas en 1989, en la misma sede de la calle Tacón Nº 12 donde poco antes se había establecido el Gabinete. Actualmente ocupa además las casas contiguas de Tacón Nºs 4 y 8. En sus departamentos y salas se investiga, restaura, conserva y expone, respectivamente, una amplia diversidad de colecciones arqueológicas, extraídas en su mayoría de sitios del centro histórico habanero. Entre las actividades sistemáticas que desarrolla para públicos diversos están los talleres de verano, visitas guiadas y ciclos de conferencias.

Programa Rutas y Andares: En 2001 la OHCH implementa un programa de visitas guiadas por especialistas, destinado a comunicar a las familias el patrimonio del centro histórico. Desde entonces, a ello se han insertado Gabinete y Museo de Arqueología con recorridos temáticos especializados de especial agrado popular.

 

Visitas a sitios arqueológicos expuestos -guiados por especialistas del Gabinete y el Museo- como parte del programa de verano Rutas y Andares [© Archivo Fotográfico Gabinete de Arqueología]

Visitas a sitios arqueológicos expuestos -guiados por especialistas del Gabinete y el Museo- como parte del programa de verano Rutas y Andares [© Archivo Fotográfico Gabinete de Arqueología]

Talleres de verano para adolescentes: En 2011 comienza la ejecución del Proyecto de desarrollo social integral y participativo de los adolescentes en La Habana Vieja, financiado por la Unión Europea como parte de su programa temático Invertir en las personas, e implementado de conjunto por la UNICEF y la OHCH En este marco también ha participado el Gabinete con talleres para adolescentes, organizados en torno a temáticas relacionadas con los estudios arqueológicos.

Revista Gabinete de Arqueología: Aunque se trata de una publicación especializada editada desde 2001 y concebida para difundir resultados de investigaciones arqueológicas así como de otras temáticas afines, la revista ha incitado el interés de un público más amplio atraído por contenidos que cuentan con un tratamiento escaso o nulo por parte de las historiografías oficiales.

Luego de más de tres décadas de trayectoria institucional, la praxis científica proyectada por el Gabinete ha producido una vasta suma de resultados, traducida en una mayor contribución al conocimiento sobre el pasado de la nación, y específicamente de la ciudad. Ello ayudó a legitimar la pertinencia de la Arqueología Histórica en la valoración y preservación del patrimonio histórico urbano y rural relacionado con la etapa de colonización europea. Asimismo, se ha insistido, confirmado y justificado esta línea investigativa dentro de los estudios arqueológicos y/o históricos, aun cuando su eficacia fue cuestionada en los inicios de su práctica tanto en el centro histórico habanero, como en la disciplina a nivel internacional. Por otra parte, la experiencia investigativa del Gabinete de Arqueología ha servido de referente a otras instituciones del país que en distintas provincias llevan a cabo una labor similar. En este sentido participa en numerosos proyectos conjuntos -nacionales e internacionales- y colabora sistemáticamente en la formación de especialistas. Su proyección futura apunta a perfeccionar los enfoques teórico-metodológicos empleados y los modos de articular el trabajo comunitario con la gestión del patrimonio. El objetivo es sustentar procesos de activación patrimonial acoplados a los intereses de una ciudadanía que en su participación comprenda y comparta los criterios de patrimonialización como garantía futura de protección y promoción.

 

Bibliografía

– Hernández Mora, Iosvany (2011). La arqueología del período colonial en Cuba: una aproximación teórica a sus primeros cincuenta años. En Mariano Ramos y Odlanyer Hernández de Lara (ed). Arqueología Histórica en América Latina. Perspectivas desde Argentina y Cuba. Programa de Arqueología Histórica y Estudios Pluridisciplinarios, Universidad Nacional de Luján, pp. 131-146, Buenos Aires, Editorial PROARHEP

– La Rosa Corso, Gabino (1995). Arqueología en sitios de contrabandistas. Editorial Academia, La Habana.

– Menéndez, Sonia (2015). Interpretación de la arqueología preventiva en La Habana Vieja: avance del modelo a la práctica. Personas y comunidades. Actas del Segundo Congreso Internacional de Buenas Prácticas en Patrimonio Mundial. Castillo Mena, Alicia R. (ed.). p.29

– Rodríguez Basulto, Beatriz (2013). El problema de la interpretación del registro arqueológico. Experiencias del Gabinete de Arqueología de La Habana Vieja. Ediciones Aspha, Buenos Aires.

 

(Tomado del Portal del Gabinete de Arqueología)

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