Palabras que serán canciones para Leal
18 de agosto de 2020
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Quien conoció a Eusebio Leal más allá de los títulos y las obras, sabe que fue un fiel defensor de la belleza. No la superficial, no aquella que todos ven, sino la belleza intrínseca de las cosas, aquella capaz de marcar diferencias ante lo peculiar y lo vanidoso.
Tal vez esa sea la mejor respuesta al porqué de su apego por el arte y por agrupar las distintas manifestaciones como elemento esencial en la restauración física y espiritual de La Habana. Aunque con gustos muy selectos, y personales, la música era también una de sus aficiones, siempre disponible en alguna frecuencia conocida en la reproductora de su auto.
Pero no solo disfrutaba de ella, Leal dio cobija entre las edificaciones antiguas de La Habana a esta expresión artística y a sus hacedores. Muchos de ellos, inspirados por una ciudad bella y diferente, “en proyecto y en ruinas”, devolvieron su impresión – en exclusiva para Habana Radio – convertida en arte y acordes: Gerardo Alfonso, Liuba María Hevia y Arnaldo Rodríguez son algunos de los tantos compositores que sienten la partida física del habanero más leal de nuestro tiempo.
Liuba María Hevia, compositora cubana: “La noticia de la partida de Eusebio Leal ha sido algo desgarrador para nosotros. Yo soy una mujer que agradezco tanto a Eusebio como cubana, como una de las tantas habaneras. Tuve la dicha de tenerlo presente en algunos de mis proyectos de trabajo y creo que fue un hombre muy grande. Para mí era la presencia de Martí en este tiempo, era la coherencia, un líder natural que tuvimos. Un hombre que tenía la capacidad de discernir, de iluminar, de prever el futuro con un sentido de lo martiano de verdad arraigado. Un hombre arriesgado además; un hombre entregado todo el tiempo a su función social, con un amor a la historia y a la patria; con un sentido de unidad, de lo que es defender la nación, la cubanía y la autenticidad. Su partida deja un espacio que va a ser imposible de sustituir, imposible de llenar, ¡ni con mil hombres! Para mí es un luto muy profundo para nuestro país, pero también hay que bendecir y agradecer a la vida haber tenido un Eusebio Leal, porque nuestro país fuera otro, nuestra ciudad fuera otra sin su presencia. Un hombre que quedará para la historia, que es historia desde que nació, y que será eterno”.
Arnaldo Rodríguez, director de la agrupación El Talismán: “Estamos todos muy consternados. Me uno al luto que guardan todos los cubanos, la intelectualidad cubana y nuestro pueblo también por la muerte de Eusebio Leal. Como dije en una publicación: «se nos ha ido un cubano gigante en toda su inmensidad porque más allá de la entrega de Eusebio a La Habana, la capital de Cuba, Eusebio era un cubanazo, un cubano grande, un cubano gigante». Sobre todas las cosas, por su empeño a la restauración y conservación de nuestro patrimonio, de nuestra ciudad, pero también era un intelectual y un defensor de las ideas, de la cultura cubana. Los artistas cubanos, y los músicos cubanos en este caso, estamos todos muy consternados con la muerte de Eusebio Leal. Más allá de su empeño, de su ímpetu y de toda su dedicación como Historiador de la ciudad y otras ocupaciones en las que tuvo responsabilidades, Eusebio también era un hombre fiel y leal a la tierra, al proceso revolucionario cubano, un hombre leal también a las ideas de Fidel y a saber interpretarlas en función de lo que se necesitaba para preservar nuestra ciudad. Creo que esa fue una de las cosas que hizo que nuestro Comandante depositara una confianza grande en Eusebio y además que todos los cubanos hoy día lo tengamos como un símbolo de lo que debe ser un cubano de verdad”.
Gerardo Alfonso, músico cubano, compositor de la canción “Sábanas Blancas”: “¡Qué honor pertenecer a la familia que Eusebio construyó para el mejoramiento de la ciudad, de su gente y de este país. Es muy, muy doloroso. Yo venía padeciendo un poco este sentimiento desde finales del año pasado. Él no pudo estar el 16 de noviembre en el acto del Capitolio porque estaba delicado de salud; hizo algunas presencias en la televisión que eran imprescindibles, tenía que estar ahí. Y es lamentable porque justamente después del 500 aniversario él dijo que debíamos seguir la tarea de reconstrucción, que el 500 no era un final sino un punto de partida y estaba dispuesto a celebrar el 501; y a luchar y luchar y luchar. Por eso él merecía tener todo el vigor, toda la fuerza y la salud para echar esta pelea, pero se nos fue y es muy triste. Yo creo que el equipo que trabajó con él en la Oficina del Historiador será muy celoso de continuar el legado que él nos dejó y la tarea, pero hay una creatividad y hay una sabiduría que perdimos con su presencia. La suerte es que nos dejó bibliografías, nos dejó guías de orientaciones, nos dejó los programas de «Andar La Habana» que nos pueden servir de vehículos de transmisión de comunicación. De todos modos está ahí, están sus palabras, está su ejemplo, su obra que nosotros aplaudimos y estamos convencidos todos los habaneros que la vamos a reconstruir. Independientemente de que pueda haber algún que otro demonio que sea de los que destruye, la mayoría de los habaneros queremos vivir y ver una ciudad más linda de como estuvo y como está. Esa es la tarea en la que él se empeñó y la que pienso que vamos a continuar cada cual desde su escenario: unos desde la música, otros desde los medios audiovisuales, la radio, la arquitectura, la limpieza; es decir, es una tarea de todos para mantener y embellecer a la ciudad que él apuntó que debía ser bella porque realmente tiene los valores. Es un honor haber vivido en una época donde él estuvo haciendo lo que hizo, y cómo nos demostró que sí se puede. La verdad que estoy conmovido, estoy agradecido y soy parte de esa iniciativa popular (colgar sábanas blancas en los balcones). Le damos un abrazo y un hasta siempre”.
Las sábanas blancas y los martillos neumáticos, la brisa marina y la ceiba seguirán recordando al más leal de los habaneros. Son hoy, más que lírica de canciones, un homenaje a quien ha hecho de La Habana no solo una ciudad, sino un símbolo de lo que se puede lograr cuando la voluntad humana supera las carencias y los olvidos.
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