Obras de mantenimiento: el trabajo más visible y anónimo

14 de noviembre de 2017

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Eydi Sanamé Flores

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Centro HIstórico de La Habana, Cuba, Cultura, Oficina del Historiador de La Habana, Restauración

 

 

La Habana celebra un nuevo aniversario y, aunque a partir del próximo 16 de noviembre la ciudad tenga renovados su Templete, y una puerta de entrada a la ciudad, entre otras obras, el mantenimiento y la restauración resultan necesariamente perennes.

Desde el inicio de la Avenida del Puerto, frente a la explanada de la Punta, y hasta la calle Muralla, se extiende el “kilómetro de oro”, denominada así por ser la primera área del Centro Histórico en ser restaurada masivamente, y donde mayor número de intervenciones se realizan en la actualidad.

Al kilómetro de oro pertenecen la mayoría de los parques y plazas más antiguas, todo el eje de la calle Obispo, así como las instituciones, tiendas, mercados, centros recreativos y educativos, hoteles, restaurantes, todos los cuales conforman el paisaje icónico de la ciudad.

 

 

La víspera del 498 aniversario, la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana ejecuta un programa de intervenciones en esta zona, que incluye el diagnóstico y mantenimiento de más de cuarenta edificaciones, la mayoría instituciones y espacios para el esparcimiento de los transeúntes, según informa a Habana Radio Roberto Gallardo, director de la Unidad Presupuestada de Inversiones (UPI) de la Dirección homónima en la Oficina.

Lugares como la Casa de Asia, la Casa Simón Bolívar, la Fototeca, y la Galería Carmen Montilla, el Vagón Presidencial, figuran en el listado de las fachadas que requieren mantenimiento, una de las tareas menos visibilizadas pero más constantes y necesarias para mantener la imagen del Centro Histórico.

En esta área se realiza alrededor del 50% de todo el mantenimiento implementado por la Dirección de inversiones de la Oficina, y la propia restauración de las fachadas en lugares que ya han sido intervenidos, deviene en el soporte de toda la actividad de restauración posterior.

 

 

Según cifras dadas a conocer por la Oficina, entre los más de 3 500 inmuebles que conforman el Centro Histórico, poco más de 500 edificaciones se clasifican con grados de protección I y II, asociadas al más alto valor patrimonial, y aunque un tercio del patrimonio edificado se evalúa en buen estado técnico, en las últimas décadas han incrementado la cantidad de edificaciones en mal y pésimo estado.

Al respecto señala Gallardo que volver una y otra vez sobre lugares en los que ya se ha trabajado antes, es el principal desafío de la restauración, pues del trabajo que se realice o no sobre un edificio, depende la imagen de todo el conjunto del Centro Histórico.

“Independientemente de los usos, una fachada que esté deteriorada es nuestra responsabilidad, y es también lo que percibe el transeúnte”, acota Gallardo, quien cita como ejemplo la reciente restauración de la fachada del edificio de Casteleiro y Vizoso, en la intersección de las calles Lamparilla y Oficio, cuya primera planta acoge una tienda recaudadora de divisas, y en el interior, el parqueo del edificio aledaño, la Lonja del Comercio.

Sin embargo la milla de oro no ha sido la única en ser objeto de restauración intensiva de cara al aniversario de la ciudad.

 

 

Mantener en pie un monumento

 

 

Cuando el próximo 27 de noviembre se rememore el fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina en 1871, el monumento hacia donde peregrinarán los futuros médicos, habrá concluido su tercera restauración este año, una de las construcciones más frecuentemente intervenidas por la Oficina.

El conjunto escultórico, inaugurado en 1890, es un templete de estilo griego que rodea el sector de la pared en que los ocho estudiantes fueron fusilados y encierra en gran parte el paredón de fusilamiento, donde además se conservan las huellas de las balas que causaron la muerte de los jóvenes.

 

 

Fue diseñado por el escultor José Vilalta Saavedra, tiene además una placa de mármol blanco rodeada de una sencilla corona grabada en negro que señala la palabra “inocentes”. También se observa una urna que figura contener los restos de las víctimas. Encima, representada por el Dios Saturno, se halla la figura del Tiempo. A la izquierda se encuentra la estatua de la Justicia.

En la base se puede ver una puerta atravesada por una figura esculpida que representa la inocencia y que simboliza el pase de las tinieblas a la luz.

 

 

En el monumento está presente el escudo de La Habana e igualmente contiene las inscripciones de los nombres de los ocho estudiantes fusilados y de otras personas que fueron sus defensores.

La Oficina del Historiador lo interviene dos veces al año, según explica Gallardo, pero el paso del huracán Irma y consecuente salinidad de las aguas, lo impactaron fuertemente, así como el parque donde está inserto.

Refiere Gallardo que las rachas de 200km por hora arrancaron y lanzaron al piso muchos de los “brazos de las farolas”, un elemento decorativo en forma de arco, que distingue a las luminarias a la entrada de la ciudad, las cuales ya han sido recolocadas.

Junto con las farolas, parte del alumbrado público perimetral también sufrió graves perjuicios y tuvo que ser renovado casi íntegramente, al igual que la jardinería del parque, la cual se replantó pues las sal del agua marina secó toda el área verde que acompaña al memorial.

 

 

“Reparar cada fachada; rellenar de arena cada día, temprano en la mañana, la calle de madera; levantar vallas, recolocarlas; restaurar monumentos, este es un trabajo anónimo que nunca cesa”, resume Gallardo.