No es posible analizar esta época sin estudiar los discursos de Fidel

28 de noviembre de 2016

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Maria Karla Villar Mora

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#HastasiempreComandante, Cuba, Eduardo Torres Cuevas, Fidel Castro Ruz

 

 

Ofrecemos fragmentos del discurso del Doctor Eduardo Torres Cuevas, Presidente de la Academia de Historia de Cuba, con motivo de la entrega del sello conmemorativo 30 Aniversario de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) a Maestros de Juventudes y al líder histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz. En estas palabras, nos narra diversas vivencias y anécdotas que evocan a nuestro Comandante en Jefe.

 

(…) Armando Hart estaba aquel día de diciembre de 1961 en la Tribuna, al lado de Fidel, cuando yo estaba en esa Plaza vistiendo el uniforme de la Brigada “Conrado Benítez” y en aquel momento aquellos jóvenes lanzábamos una consigna, y decíamos: “¡Fidel, Fidel, dinos qué otra cosa tenemos que hacer!”.

Y Fidel, en aquella inolvidable tarde noche nos dijo: “Estudiar”. Esa fue la consigna con la que salimos de allí. Muchos han sido científicos, otros han sido maestros, otros han sido militares… en fin. Aquella juventud que nacía con la Revolución, que era el resultado de aquel momento cultural tan extraordinario en nuestra historia, hemos recogido un largo camino.

 

(…)

Y yo creo que nos unen muchas cosas. Nos unen una época, el nacimiento y desarrollo de una Revolución; nos unen momentos que de diversas maneras tuvimos que vivir, algunos heroicos otros tristes, pero siempre vencedores. Sentíamos que la creación estaba justamente en aquellos espacios que la Revolución abría. Pudiéramos recordar un acontecimiento que recientemente también cumplía aniversario, las “Palabras a los intelectuales” de Fidel, que nacía más o menos ese mismo año 61’, en que todos nosotros comenzábamos toda la vida cultural revolucionaria. Y cuando se habla de maestros, yo creo que algo que hemos visto hoy y ha sido algo que sentía que tenía decir hoy aquí: nosotros todos tuvimos un gran maestro que nos enseñó no solo lo que teníamos que enseñar y aprender, sino la acción cotidiana, diaria, para que esa obra de la Revolución se materializara y para que en la propia práctica nacieran las ideas que iban a profundizar esa misma Revolución. Hablo del Maestro de todos los maestros: Fidel.

(Aplausos)

 

 

No es posible analizar esta época sin estudiar los discursos de Fidel, pero cada discurso es un discurso pedagógico, era una enseñanza, era un modo de decirnos y de abrir caminos que a veces nosotros no sospechábamos. Fue vivir una Revolución extraordinaria y eso, ¿qué nos da? Nos da una experiencia extraordinaria también, y lo que no podemos hacer es dejar que esa experiencia se quede con nosotros: esa experiencia le pertenece a la juventud cubana. Nuestro magisterio no es otra cosa que transmitir lo que aprendimos, dónde acertamos, dónde no acertamos, para que los jóvenes hoy puedan continuar el camino que emprendimos hace ya más de medio siglo. Creo que realmente sentirse maestro es simplemente sentirse un perenne aprendiz. Una vez hablando con Lezcay (era en un acto también de la Asociación Hermanos Saíz), me decía: “Cuando hables de maestro, di que yo siempre seré un aprendiz”. Es decir, es muy difícil ser maestro si por tanto no se lleva la condición de aprendiz.

 

 

(…)

Siempre recuerdo a José de la Luz y Caballero: “El maestro tiene que también ser un templo de virtudes”, y si queremos que Cuba triunfe tenemos que tener el magisterio. Cuba será nuestra siempre y cuando tengamos el magisterio no solo del aula sino de cada una de las profesiones, oficios que puedan llevar a que las nuevas generaciones reciban el legado y se cumpla algo que es el deseo de todo buen maestro: que los discípulos sean mejores que él; porque ese es el progreso, ese es el desarrollo, cuando uno puede contemplar orgulloso que hay una generación que crece, que es estimulada por la confrontación y la lucha, con criterios, capaz de enfrentar uno de los momentos más difíciles de la historia de nuestro país. Creo que realmente estamos en una Batalla de Ideas, que no va a cesar y que va a tener nuevas tecnologías con qué tratar de destruir la obra humana de la Revolución. En ese sentido, creo que todos hemos practicado la modestia, no por falsa modestia, sino porque realmente cuando uno la practica siente la satisfacción de que realmente está haciendo las cosas con la capacidad humana que comparte con los demás.

 

 

No creo que en un momento como este las palabras puedan fluir con la forma en que uno la desea (…) Y lo único que puedo decir es que de seguro siempre contarán con nosotros, siempre contarán con estos maestros y con otros que ya no están pero que forman parte de ese ejército que hizo grande a este país, de los intelectuales que de tiempos de Félix Varela, José de la Luz y Caballero , José Martí, Enrique José Varona, o científicos como Poey o Finlay, o poetas como Heredia, Bonifacio Byrne –tan necesario publicarlo ahora– y tantos otros en todos los campos del saber, los Cirilo Villaverde, los Lezama Lima, los Alejo Carpentier, nos han legado un profundo basamento que hacen de la cubanía una de las formas más acabadas y profundas que se pueda sentir por un pueblo, es un pueblo culto, es un pueblo al cual se le ha legado una obra. Fuimos herederos de ella, deseamos simplemente darles como continuidad y garantía de que la cultura siempre nos salvará. La cultura es nuestra más firme bandera ante cualquier situación cultural. Nuestra cultura es extraordinaria, hay que conocerla, hay que divulgarla. Y yo por lo menos estoy seguro que ninguno de los que nos consideramos maestros –ya que ustedes nos otorgan este honor– estaremos mientras sea necesario trabajar por la cultura, por la Patria y por la Revolución.

Muchas gracias.