“Mejor no te digo nada”, una trampa de Eduardo Guerra

16 de mayo de 2018

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Estrella Díaz

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Artes plásticas, Casa Carmen Montilla, Cuba, Cultura, Exposición, Oficina del Historiador de La Habana

 

 

Este viernes 18 de mayo, a las 5 de la tarde, quedará inaugurada en la galería de la Casa Carmen Montilla, de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, una exposición personal del reconocido grabador y pintor Eduardo Guerra titulada Mejor no te digo nada.

La muestra incluye solamente dibujos –carboncillo sobre tela–, todo un reto para este creador que es, además, profesor de grabado del Instituto Superior de Arte, ISA. Horas antes de inaugurar Mejor no te digo nada conversamos con Guerra y la primera pregunta está relacionada, precisamente, con el título de la muestra.

“Surgió como respuesta a mi esposa –Ivette Gámez– quien mientras organizábamos la muestra me preguntó que por qué no había un tema concreto. En realidad es un juego porque quiero decir muchas cosas: es solo un juego de palabras, pero no es gratuito porque hay muchos y diferentes temas tratados.

 

 

Tienes una larga e intensa obra como grabador, ¿por qué ahora esta muestra de dibujos?
Normalmente los grabadores se caracterizan por dibujar mucho en su trabajo cotidiano; de hecho no se concibe un grabador que no tenga un dibujo detrás de su obra. Hacía mucho tiempo que quería, de alguna manera, deshacerme del modo de trabajo que estaba realizando con el grabado –porque en cierto momento se convierte en un vicio– y es una manera de distanciarme de mi trabajo. Siento una gran admiración por las personas que hacen dibujos porque considero que el dibujar es como para los músicos el piano, es decir, un instrumento de los más complejos que existen. Con este trabajo he querido desligarme del proceso creativo anterior y lo he hecho con un sentido lúdico. Mejor no te digo nada es una muestra que he tomado como divertimento.

 
Los grabadores cuando pintan, por lo general, trasladan su manera de hacer de una técnica a la otra, ¿cómo te depuras de esa pertenencia al  grabado para ofrecernos un dibujo a línea puro?
Como dije, los grabadores siempre estamos dibujando. Lo que he hecho con este trabajo es, verdaderamente, una pasión. Lo abordé igual que el grabado, pero sin la plancha, sin una matriz delante. Es otra manera, quizás, hasta más libre porque para hacer esta exposición he tomado apuntes en los que la idea termina como un juego. Y creo que, en este momento, el dibujo sobre lienzo es lo que mejor se me avenía para salir del diarismo de la gráfica.

 

 

La litografía es, dentro de las técnicas del grabado, la más cercana al dibujo, sin embargo te inclinas hacia la colagrafía…
Efectivamente, nunca he trabajado la litografía como medio expresivo, sino la colagrafía que es un medio de trabajo en el que se emplean muchos recursos que tienen que ver con papeles, acrílicos, y el dibujo está muy presente también.
Es cierto que la litografía es lo más parecido a dibujar directamente porque se trabaja sobre una piedra sensible con un lápiz graso y es lo más cercano a trabajar con un papel. Todas las piezas que conforman la exposición están realizadas con grafito sobre lienzo y trabajé, también, con fijadores. Es muy difícil abordar el dibujo sobre lienzo porque es otra manera de expresión. A veces, trazas una línea y no es lo que tú querías y tienes que echar mano a trapos o lo que tengas a tu alcance y eso ayuda a completar, a redondear el trabajo como tal. Básicamente lo he trabajado todo con lápices.

 
Para los no especialistas, ¿qué son los fijadores?
Después de que terminas el dibujo, en este caso sobre el lienzo, y le pasas la mano el dibujo desaparece o se deforma y hay que usar un producto que es un fijador, en este caso para grafito y carboncillo, que es el que le proporciona fijador a las piezas. En estos días he limpiado con agua algunos de ellos y la obra permanece perfectamente fijada.

 

 

Eres un artista que has transitado por varias etapas y el color ha sido una constante. En esta exposición hay apenas unos breves toques solo en algunas piezas, ¿por qué?
El dibujo en blanco y negro tiene una fuerza extraordinaria, aunque muchos prefieren el color. Ceñirse solo al blanco y negro es intentar darle una fortaleza a la obra. Igual sucede con la fotografía: cuando observas una a color y otra en blanco y negro, esta última tiene una expresividad impresionante. En Mejor no te digo nada traté de emplear el mínimo de color para que la pieza tuviera la pasión que proporciona el blanco y negro. Solo las molduras, que yo mismo fabriqué, fueron pintadas a mano con algunos toques de color. Estoy muy satisfecho con el resultado.

 
En un momento determinado abigarrabas los fondos porque, quizás, querías decir mucho en un solo espacio. Esta exposición es de una síntesis impresionante, ¿cómo te despojas de ese barroquismo para llegar, casi, a lo minimal?
En una ocasión, alguien me dijo que los cubanos poníamos demasiadas ideas en las obras y creo que eso tiene que ver con la falta de materiales que tuvimos en un momento determinado y estábamos obligados a concentrar todas las ideas y aprovechar al máximo el espacio. Igual cuando la fotografía no era digital, la gente podía ver muchas imágenes, pero solamente disparaba cuando consideraba que era el momento oportuno. En mi caso, es cierto que utilizaba muchas imágenes en mis obras; de hecho, los cubanos somos muy barrocos y también expresivos.
Por otro lado, soy un amante de la obra gráfica y el cartel tiene como principio la síntesis. He tratado de llevar ese espíritu del cartel que te aporta una imagen retiniana que da toda la información de una sola vez. Eso he tratado de hacer en Mejor no te digo nada: no abigarrar tanto las obras para que el espectador reciba una intención más rápida.

 

 

No tienes una carrera como ilustrador, pero has trabajado en un suplemento cultural que se editaba en Pinar del Río y en la revista Cúpula, que pertenece al ISA, el Instituto Superior de Arte, ¿cuánto de ese espíritu gráfico tienen las piezas que conforman esta muestra?
El hecho de haber trabajado en periódicos y revistas, te da una disciplina de trabajo y te obliga a sintetizar la información. Soy un consumidor de carteles y de ilustraciones. Me emociona mucho el trabajo de la esfera del libro y no me puedo desligar de esa visión gráfica. Sí, definitivamente, en estas piezas hay mucho de la herencia que recibí por mi paso en la revista Cúpula en la cual me desempeñé como diseñador. Con la rapidez que tiene hoy la vida, creo que cada día vamos hacia la síntesis de las ideas para que sean procesadas con mayor velocidad.

 
Hace un tiempo trabajaste en un disco del reconocido compositor y cantante canario, Pedro Guerra, ¿qué tal esa experiencia?
Estuve todo un año de mi vida involucrado con las canciones de Pedro Guerra y de ahí surgió un proyecto de exposición que se tituló igual que el disco, es decir, “Contamíname”. Me divertí mucho porque tuve que escuchar una y otra vez sus canciones y traducirlas al lenguaje gráfico. Ese trabajo me aportó capacidad de síntesis y me hizo preguntarme muchas veces qué quiso decir y con tus propias experiencias y vivencias, transmitirlo a la obra gráfica.

 

 

También cultivas la fotografía aunque no te consideras un fotógrafo, ¿para qué te sirve la fotografía?
Soy de la opinión de que los artistas deben trabajar en muchos medios para poder explotar las posibilidades de otros lenguajes. La fotografía apoya mucho mi trabajo gráfico. Por ejemplo, cuando trabajo el tema de la naturaleza acudo a la fotografía: ese momento que queda congelado es muy útil y práctico para usarlo como referente. Siento mucho respeto por los fotógrafos porque es una especialidad de gran dedicación; en mi caso solo empleo la fotografía como apoyatura a mi trabajo.

De hecho, después de esta exposición estoy pensando en un trabajo en el que la fotografía estará presente. Siempre seré un aficionado, un apasionado de la fotografía.

 
¿Y este nuevo proyecto tiene que ver con la tridimensión porque algo de escultor también tiene Eduardo Guerra?
Efectivamente, lo estoy pensando así, como si fueran unas cajas en las que la fotografía estará incluida, pero no será la motivación más importante. No será una obra plana sino que tendrá varios niveles. Estos son solo adelantos de algunas ideas.

 

 

Tus temas esenciales en el grabado y la pintura han sido el hombre y sus circunstancias, sus dificultades, sus anhelos, sus frustraciones, ¿eso continúa en la foto o indagaras en otros terrenos?
La fotografía solo sería apoyatura y, efectivamente, en mi obra los temas son como un juego y las relaciones entre los seres humanos. De hecho, cuando he intentado hacer algo abstracto no me sale porque soy eminentemente figurativo.

 
El parque “Gaudí” cumple 10 años y está en el habanero reparto Kohly. Háblanos de este proyecto y, sobre todo, cómo se mantiene.
Diría que fue una obra colectiva porque tuvo mucho que ver la comunidad en su elaboración. Fue un sueño que iniciamos en el 2008 y ese ha sido un espacio de socialización en el que la gente se relaciona. El parque es como un punto de encuentro y un sitio para que los niños jueguen; es la manera que encontré de contribuir a mi comunidad con una obra artística. En estos diez años he sido como un custodio, un celoso cuidador: todos los años lo pinto y trato de que si se deteriora algún elemento, de inmediato, lo arreglo. Siento mucho orgullo por haber creado algo para la comunidad y me gusta pensar que es mi obra más importante.

 

 

Si alguna institución te convocara para repetir una experiencia similar en otro lugar de La Habana, ¿participarías?
Estaría muy feliz, la verdad. De hecho estoy pensando hacer algo con chatarra en otro espacio. Veo muchos parques en la ciudad que necesitan esa contribución.