Lourdes Torres: “No hago canciones chabacanas”
17 de agosto de 2017
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(Primera parte)
Foto: Alexis Rodríguez
La conocí como la conocen todos los cubanos: oyéndola cantar. Si digo que con 12 ó 17 años me gustaba, sería el mentiroso más abominable de esta Isla, pero la descubrí luego en esas búsquedas que hacemos “los raros” de la universidad.
Lourdes Torres es otro mito de Cuba.
Con sus más de 60 años en lo que ella llama “el sector” (manera muy “cincuentona” de referirse a una institución cultural), Lourdes no tiene grabado ¡increíblemente! un disco aunque eso—me dice con total lozanía—le importa tres pepinos. ¿La razón? (De los tres pepinos): “He tenido la oportunidad de vivir y tengo mucha tierra cubana en los pies”.
Lourdes Margarita Torres nació el 29 de abril de 1940. Cuando tenía cerca de 7 años su madre la inscribió en el Conservatorio, hoy Amadeo Roldán “con los mejores profesores del mundo”. La matricularon en solfeo, teoría, piano y baile. A partir de ahí Lourdes empezó a construir, con fuerza, su historia.
Conversamos en su casa de Virtudes en el municipio de Centro Habana. De esta mujer se han tejido mil historias: que es agresiva con los hombres, que nunca le fue bien en el amor, que no tiene pelos en la lengua… Pero detrás de cada cuento (cosa común para quienes están “en el sector”) hay un ser humano cuyos dos vicios son: la familia y el cigarro. Este último se resiste al abandono.
Todavía, gracias a las grabaciones que resisten la fuerza del tiempo, se escucha en la radio (cuando un director de programas está dispuesto) un tema musical interpretado por Lourdes Torres. La artista es un mito en las calles de Cuba y un fantasma en las disqueras nacionales.
Se han construido muchísimos mitos sobre Lourdes Torres. Hay quienes dicen que por sus canciones es una persona demasiado irreverente y siempre que habla de los hombres les busca algún defecto. ¿Es así?
Diles a los sabichosos y no estudiosos que dicen esas cosas, primero que Lourdes Torres se casó la primera vez con Germán Barrios, un actor, con él tuve a mi hija. Él, pobrecito, empezó en la televisión hoy, y ya mañana era un señor actor por las nubes, se le fue a la cabeza, y como tú comprenderás yo quería un padre para mi hija, un esposo para mí, y no un cretino que iba por la calle… Se acabó el matrimonio.
El próximo marido que tuve se llamaba Miguel de la Uz. Esos que dicen esas cosas —y ojalá escuchen esto— son unos comemierdas que no me conocen ni conocieron a Miguel de la Uz; pero en el sector tengo la dicha de que hay mucha gente que me distingue y distingue todavía a mi marido fallecido. Esos son los dos esposos que yo he tenido.
Al primero lo dejé porque se creyó más actor que papá y más actor que esposo, y yo dije: No, no, de eso nada. Y a este otro me lo llevó Dios. Ojalá estuviera vivo. No sabe él la falta que me sigue haciendo.
¿En qué se inspira Lourdes Torres a la hora de componer? ¿Por qué son esos temas así, tan agresivos?
Estás equivocado. Yo no hago temas agresivos, yo todo lo hago para las mujeres, que durante muchos siglos hemos sido muy cretinas y muy aguantonas. Porque las mujeres han aguantado de todo, en ocasiones porque “es que estoy tan enamorada”, y se han dejado dar hasta golpes, “es el padre de mis hijos”, —sí, pero te los tiene muertos de hambre—, y yo vengo de un tiempo donde oía que mi abuela decía que la mamá de ella estaba detrás de la puerta esperando ”a que el esposo le trajera el dinero para mantener a su hija y la casa”, y el señor tenía una querida aquí en el Cerro, a la que no le faltaba nada. De esos casos he conocido muchos.
Las mujeres no somos un brochecito que tú te pones aquí para que se te vea bonito el saco; somos seres humanos con los mismos derechos. ¡No te equivoques, no te equivoques!
¿Eso es “hembrismo”?
¿Y qué? ¿Y ustedes no son una partía de machistas todos? ¿Y ustedes —no te voy a incluir para que no te pongas bravo— no levantan la mano y le dan un galletazo a una mujer, así?
Yo vivo en Centro Habana, tú no sabes las veces que yo he visto parejas pasar por allá abajo y el tipo le va dando golpes. Entonces, ¿qué tienes tú en el cerebro, mujercita, que ese imbécil te está dando golpes? ¡Lo reviento!
¡Tú no eres mejor que yo! ¿Porque tú eres varón? ¡Tú eres un machista de porquería, es lo que eres tú! ¡Y yo soy una mujercita que le zumba la madre! El machismo no lo soporto, y la mujer que se deja atropellar por un hombre, o bien porque le hace muy bien el amor, o bien porque es el papá de sus hijos, es una estúpida. Y que venga aquí a cobrarme la cuenta. Es una estúpida.
Machismo conmigo no, papito. Y no me ha dado la gana nunca, en ninguna canción, de decir: “Si tú no vuelves, me pico las venas, me desangro en el medio de la calle.” Deja eso para el tango.
¿Cuál es el tema que más le gusta a Lourdes Torres de los que ha compuesto?
Eso es muy difícil. Muy difícil porque cada uno me ha dado un reconocimiento. Algunos los he hecho y los he dejado en una gaveta porque he dicho: esto no sirve para nada.
¿De cuántos temas estamos hablando ya?
¿Compuestos? Doscientos y pico. Pero de los doscientos y pico hay muchos que son, como dice la gente por ahí, “papití.” A mí me gusta y quiero mucho Y fue así que te olvidé, el primero que compuse. Y lo escribí para el padre de mi hija. El día que lo estrené, cuando empecé a cantar me fui del mundo, me dio por pensar: “Se me rompió mi matrimonio, ahora mi hijita se cría sin su papá”, y entonces metí mano a llorar como una Magdalena.
¿Dónde estrenó el tema?
En el Anfiteatro de La Habana. Fue premiado, y es un número que todavía hoy en Cuba tiene muchos intérpretes. Entonces es un número al que le estoy agradecida. Y con respecto a lo otro, yo no soy feminista; aunque por cierto, si hay que defender, defiendo a las mujeres, no a los hombres.
¿Cuáles son los artistas que más admira?
Mira, no te voy a dar nombres de artistas cubanos porque no quiero quedar mal con nadie, y no quiero decir cosas que no son. Hemos tenido muy buenas cantantes en Cuba, excelentes. Me viene ahora a la mente Esther Borja, una mujer excelente; mujeres que no sé por qué escuela habrán pasado, pero que cantaban muy bien. Tuve la oportunidad de cantar con las divas de Lecuona, pero no sería capaz de hablarte de ninguna cantante actual.
Cada quien que se juzgue, que se escuche, pero que se escuche con oídos de oír, no de alabanza.
¿Y de las versiones que le han hecho a sus canciones?
Chico, hay buenas versiones, en Cuba y fuera de Cuba. Mirta Medina me canta muchas cosas y Annia Linares.
Lourdes Torres: “Tengo mucha tierra cubana en los pies”
(Segunda Parte y final)
Para algunos es volcánica, fiera sin freno. Pero Lourdes Torres es cubana de la cabeza a los pies con la virtud (¿o defecto?) de decir todo lo que piensa.
¿Por qué vive y sufre con tanta intensidad el ayer? ¿Es lo único que le queda?
Yo soy del tiempo en que, aunque éramos pobres, los padres nos enseñaban a decir el señor, la señora, el anciano. En mi casa no se podía decir ni una sola mala palabra. Éramos un pueblo de salir y, sin conocernos, bajaba esa escalera y llegaba a la bodega y le decía al bodeguero: “Buenos días, ¿cómo está?” Y él me respondía: “Bien, ¿y usted, Lourdes? Y llegaba una señora y decía: “Buenos días.” Cuando llegábamos todos: buenos días. ¿Dónde están los buenos días? ¿Dónde están las buenas tardes? ¿Dónde está perdón? ¿Dónde está mucho gusto? ¿Dónde están?
Qué hago yo con un título universitario colgado aquí en esta pared, y ser mal hablada, grosera, si soy así de esa manera. ¿Para qué yo quiero el título? Para limpiarme la nariz. No estás respondiendo a nada. ¿Quién te enseñó?
Ya estoy hablando de cosas que no son artísticas, pero me duelen, porque si a alguien le pertenece un pedazo de esta Isla es a mí; los demás que se las arreglen como puedan, pero a mí me toca un pedazo; aunque sea el pedacito de Pinar del Río, ese es mío.
No tengo cómo defenderlo. Cuando me subo a un escenario, hablo correctamente, trato al público como el público se merece; no hago canciones chabacanas, podría hacerlas para ganarme más dinero: porque ahora tú sabes bien que cuando sale una canción a la calle que dice una serie de barbaridades, inmediatamente está en el top, está en los Lucas y está en no sé dónde. Las mías no pueden llegar ahí, porque en ninguna digo una palabra fea. Tenemos un idioma bellísimo y con una riqueza tremenda. Por qué, si yo puedo decirle a alguien ya no te quiero, tengo que decirle imbécil, vete para casa de la madre que te parió. No, compadre, eso no es así, hay muchas formas de expresarse, y para dárselo al pueblo, más. Sígueme preguntando.
Una pregunta que todavía muchos se hacen: ¿Por qué se separaron Los Modernistas? ¿Cuál o cuáles fueron los motivos reales?
Simple. Déjame empezar por aquí: yo soy fundadora de la segunda milicia del país, la de la CMQ; yo hice tres escuelas de milicias, con un amor que tú no tienes una idea. Yo fui machetera del año 60; nunca había visto un cañaveral de cerca, tiene una cara feísima: unas ranas a las que yo les tengo pánico y unos alacranes que pican durísimo, y me picó uno. Pero yo sabía que tenía que hacerlo. Con una convicción de ayudar a mi país. ¡Y lo hice!
Aparte de la cantante, he querido ser la mejor cantante, no para restregárselo a nadie, sino para que mi público se sienta feliz, y sepa que estoy haciendo un trabajo bien hecho para ellos; porque de todas maneras, si lo hago mal, me van a pagar, pero entonces yo no voy a quedar feliz.
Tengo ahí mis papeles del registro, que te los voy a enseñar. No hay —y lo digo siempre así—, en ninguna de las hojas, ni una cagadita de moscas, en 62 años de vida artística. Hice todo lo que tenía que hacer; con mi modesto esfuerzo, hice todo lo que pude hacer: trabajos voluntarios, los que tú no tienes idea, en el tomate, en el aguacate, en el chícharo, en los frijoles, en todo, porque yo estaba dispuesta a hacerlo (…) Lo que no me gustan son las injusticias, y las mentiras las detesto con toda mi alma.
En una última reunión a la que fui —y hay muchos compañeros que están en Cuba todavía y te pueden dar fe de esto—, me paré y dije lo que tú no eres capaz de imaginarte, sin decir malas palabras ni nada, sino acudiendo a la verdad. Y le dije al que estaba al mando de aquello: “Esto se me parece mucho al tiempo de Batista, y yo aquí no tengo nada que hacer.”
Me levanté y arranqué pasillo arriba. Todos los compañeros se fueron conmigo. No creo que yo haya hablado alguna basura cuando cientos de los que estaban sentados allí se fueron detrás de mí.
En ese intermedio, Los Modernistas estábamos de vacaciones. Cuando terminan las vacaciones, mi esposo va a la empresa Adolfo Guzmán para que nos dijeran las programaciones que teníamos en el mes. No teníamos programación.
¿Después de esa reunión?
Después de esa reunión. No teníamos programación. Y estuvimos cuatro años sin programación. Mira si fueron años, que yo vendí las prendas que tenía, las pelucas, la ropa, los zapatos, algunas joyitas que tenía, para mantener mi casa y mi familia. Y después de esta entrevista— si alguien la oye— yo quisiera que salga un dirigente y me diga que quiere hablar conmigo, un dirigente, cualquiera.
Ya hoy Lourdes Torres está fuera de los escenarios. Mientras conversamos—no sé de qué forma, probablemente hablando de economía (tema común) — curioseo sobre su sueldo como cantante. (Algunos me advirtieron que esta pregunta no era necesaria, pero aquí está).
¿Cuáles son los mejores amigos de Lourdes Torres?
Chico, yo creo que tengo muchos amigos.
Los imprescindibles…
No, no, no. Es que si ahora me pongo a buscar alguien en el sector que no me quiera, te vas a tener que esperar, porque el que no me quiere no me odia. Vamos a empezar por ahí. Pero hay tanta gente en el sector que me quiere.
¿Y enemigos?
¿Enemigos? No, hombre, no. Dime tú enemigos de qué. Mira: tengo una casa que es muy cómoda, que es muy grande, que me ha costado los dos ojos de la cara y los dos dedos gordos de los pies, porque cuando la cogí se estaba cayendo. Como ves, tengo esta casa, que no creo que nadie la envidie porque es una casa del año 20.
El carro se me pudrió ahí parado enfrente, porque no tuve ni con qué arreglarlo, se le empezaron a caer las puertas, no sé qué y no sé cuánto. Ahora ando a pie. Tengo que ir hasta Neptuno y coger un taxi de esos de diez pesos, si me decido, porque si no prefiero estar dentro de la casa.
No soy gente de joyas ni de vestuarios ni de una zapatería ambulante. Dime tú de qué, nadie me envidia nada. Y cuando sé que hay a mi alrededor alguna persona que tiene una necesidad y yo puedo compartir lo mío, yo lo comparto, mi hermano, yo lo comparto. Sencillamente, soy una mujer corriente, una cubana corriente, de a pie. No tengo nada diferente. Bueno, lo diferente es que canto, es lo único, pero eso no me da nada para creerme más ni mejor ni diferente. No, nada de eso.
¿Piensa Lourdes Torres en la muerte?
Chico, no, estar pensando en eso, no. Sé que va a llegar, pero lo mismo que me llegó la vida me llegará la muerte. Bienvenidas sean las dos. Porque, además, nacer es empezar, es conocer, es trabajar, es superarte, y mira, el cuerpo mismo te va diciendo, y esto hay que razonarlo así. Yo quisiera no llegar a ser un trasto ni una molestia para mi familia, aunque me quieren mucho.
La muerte es tan cierta como la vida, entonces pensar en ella, ¿para qué? Yo tengo tantas cosas en las que pensar; mira, ahora tengo que ir al agro a ver si busco algo de ensalada, dime tú si voy pensando en que me voy a morir.
Lo único que sí le pido a Dios es que cuando llegue ese momento, no me diga;”Mira, Lourdes, te van a ir a buscar unos angelitos”, que no me dore la pastilla; que me agarre la mano y me diga:”Vamos, ya, se acabó”, sin angelitos, sin nada.
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