Los hijos de la luna: una historia de gente sin historia

9 de julio de 2013

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María Victoria Pardo Miranda

Fotos Isabel León

Mientras la tarde del viernes se preparaba para la puesta del sol, Los hijos de la luna, de la editorial José Martí, se presentaba en el salón El Sevillano del hotel Inglaterra ante un grupo de amigos ansiosos por tener entre sus manos esa memoria salvada gracias a la suspicacia, dedicación y talento de su autor, Orlando Carrió.

 

Aunque tiene a su favor otro libro de crónicas costumbristas: La Isla del Buen Humor (2004), en el que acaba de ver la luz el periodista, escritor y profesor universitario resume la vida de personajes populares que sin gozar del reconocimiento general: “han hecho grandes cosas a favor de la vida desde lo diferente o lo excéntrico; personajes que vivieron en las calles, en los cuentos de las abuelitas, en los tomadores de bares y cantinas, en los refranes, en los pregones”.
Son los casos de Armandito El Tintorero, Bigote Gato, Papá Montero, Chacumbele o La Macorina hasta llegar a 90 personajes, cuyos momentos más sublimes, curiosos o atractivos fueron atrapados para el libro, una suerte de creación colectiva enmarcado en el género de periodismo investigativo que intenta jugar a la literatura, sin ser prosa poética. Y que a decir del prologuista, el investigador Ciro Bianchi, “es la historia de esa gente sin historia, hijos de la luna cuyo peregrinaje, contado de padres a hijos, se inscribió para siempre en el imaginario de una ciudad y quedó en la memoria de los que la habitamos”.
Al ser invitados a intervenir, el periodista Rolando Aniceto destacó que el libro entretiene, da cultura y sirve de referencia, mientras que el crítico de arte Frank Padrón, aseguró que sin desdorar el género –tan necesario– trasciende lo anecdótico, supera el costumbrismo.

La presencia de uno de Los hijos de la luna: Pillo Chocolate, con sus perros “salchichas” en bicicleta, auguró una lectura divertida, no exenta de meditación y aprendizaje.