Lo erótico en el arte cubano

12 de agosto de 2013

Artes plásticas, Factoría Habana

Obra de Carlos Enríquez

Siempre vinculado al pudor, a juegos con el ocultamiento, lo íntimo, lo prohibido y la seducción, lo erótico es inherente al ser humano. Sobre cómo las artes visuales en Cuba (particularmente en la pintura y la fotografía) han abordado este tema, discursó la conferencia que el pasado martes convocó a las familias que optaron por asistir a la Ruta especial por el Arte contemporáneo propuesto para esta edición de Rutas y Andares por Factoría Habana.
A cargo de la Licenciada Lismary del Padro, especialista principal de la Casa Víctor Hugo, la presentación comenzó definiendo la vinculación de lo erótico con el sexo, el amor, el género, lo erógeno, la pornografía y la moralidad, cuestiones que le confieren complejidad al asunto en el orden social y por consiguiente atractivo para el arte.
Como preámbulo también, la conferencista refirió importantes autores cubanos que desde la crítica han reflexionado sobre el tema. Entre ellos Rufo Caballero, Andrés Isaac, Grethel Morell y Rafael Acosta de Arriba.
El inicio del erotismo en nuestro quehacer plástico lo ubicó en pintores de finales del siglo XIX, Melero y Menocal, quienes incluyeron el desnudo en alegorías mitológicas. Destacó piezas como “Desnudo” y “Voluptuosidad” de Guillermo Collazo, que fueron tildadas de pornográficas en su tiempo, no solo por lo evidente del desnudo femenino profano, sino por sus poses intencionadamente eróticas.
Las Vanguardias artísticas hicieron importantes aportes al tema. Carlos Enríquez abordó el homoerotismo femenino tanto de manera sugerida como explícita. Víctor Manuel ubicó discretamente a personajes semiescondidos que obervaban a parejas de enamorados en escenas paisajísticas, y Mariano Rodríguez, aludió constantemente a las frutas tropicales como metáfora de la sensualidad.
Emblemático resulto para Lismary la obra de Raúl Martínez, quien ya a partir de la década del sesenta aludió al erotismo vinculándolo con la pornografía en un lenguaje POP. Así se refirió a prejuicios morales, a cuestiones de género y a la condición sexual del individuo.
Servando Cabrera también es muy reconocido por referir en sus piezas su condición homosexual en obras de gran formato en las que alude al acto sexual de manera fragmentada, por la fusión que hace de los cuerpos.

Obra de Rocío García

También se refirió la especialista a varios fotógrafos. El primero que realizó desnudos de prostitutas fue Joaquín Blez (el fotógrafo Dandi), quien hizo una representación detallada del cuerpo femenino pero con una sensualidad muy delicada y con un tratamiento muy artístico. Señaló a Roberto Salas por la representación erótica del negro y en este sentido abordó la propuesta contemporánea de René Peña, quien se utiliza él mismo como modelo y constantemente hace referencia a la mercantilización de las potencialidades sexuales de su raza.
El caso de Umberto Peña resultó muy singular por utilizar el órgano sexual masculino vinculado al poder y como evidencia del machismo del subconsciente del cubano, tema que también ha apuntado con un sentido del humor más diáfano Reinerio Tamayo.
Concluyó, entre otras menciones a creadores contemporáneos, presentando a Rocío García y Cuty Ragazzone. La primera por representar entre otras expresiones homoeróticas, escenas sadomasoquistas en las que indaga relaciones de violencia y poder. El segundo por ubicar actos íntimos, ordinarios que no precisamente tienen que ver con el acto sexual, pero sí con las partes del cuerpo y determinados procedimientos que de algún modo lo implican.
El público, muy heterogéneo, quedó muy complacido con la ilustración del tema tanto por la selección de obras y artistas, como por la locuacidad de la interlocutora que con gracia y claridad supo llegar a todos. El próximo martes, Factoría Habana estará proponiendo como tema para revisar en el arte nacional a los artistas que se han utilizado a sí mismos como pretextos para la creación. La cita es el próximo martes, a las 10 de la mañana, en O´Reilly 308 e/ Habana y Aguiar.

Texto: Onedys Calvo