Leal en el suelo sagrado de la Patria
22 de enero de 2021
| |Fotos: Alexis Rodríguez
Entrevista a Juan Carlos Pérez Botello, director de la Escuela Taller “Gaspar Melchor de Jovellanos” y una de las personas que acompañó todo el proyecto del lugar donde descansan los restos mortales del Historiador de la Ciudad de La Habana, el Doctor Eusebio Leal Spengler.
¿Cómo es el sitio donde reposan desde el 18 de diciembre los restos del Doctor Eusebio Leal Spengler?
El jardín Madre de Teresa de Calcuta, donde reposan sus cenizas, es una iniciativa de él, que surgió en el tiempo y se ha convertido en un sitio de referencia y de honra de otras personalidades de la cultura, de la historia y del patrimonio en Cuba.
En el concepto general que se hizo para el caso específico del sitio de Leal, tratamos de seguir la línea del resto de los espacios funerarios que allí existen, los cuales son relativamente sencillos, compuestos por una lápida y una losa donde reposan las cenizas. Para Leal seguimos esta pauta, pero aumentando un poco proporciones y dándole algunos elementos de mayor relevancia, siempre manteniendo un diseño sobrio y sencillo.
A partir del criterio de algunos compañeros se escogió el lugar. Con relación incluso al diseño en planta de esos sitios funerarios ya lo había discutido con él, desde el año 98 ―él era muy quisquilloso e inquieto intelectualmente y se interesaba por todos los detalles en la materia―. Cuando hicimos el diseño que se le presentó al arquitecto que en ese entonces trabajaba en el cementerio, hicimos una propuesta de sitios funerarios para Calixto de Loira, quien fue el diseñador general de toda la necrópolis del Cementerio de Colón, el cual no tiene sitio y aún está pendiente. Lanzamos una propuesta que Leal revisó, le gustó mucho y a partir de algunos elementos de esa idea la retomamos para esta ocasión.
De esta manera, elaboramos la propuesta del sitio de Leal, que está compuesta fundamentalmente por una lápida y una especie de camposanto: evoca a la planta del cementerio de Colón y a una plaza colonial nuestra, un cuadrado con el octógono en el centro; la lápida en uno de los lados de ese cuadrado rememora este proyecto simbólico del cementerio de Colón y los propios proyectos de nuestras plazas coloniales.
Tuvimos la idea de colocar la lápida a un extremo y delante de esa especie de camposanto donde en el centro está el nicho funerario, que está cubierto por una lápida de forma octogonal ―la figura octogonal significa resurrección, la vida más allá de la propia existencia―. En el caso de Leal es la trascendencia, la continuidad de su vida a partir de su propia obra, aunque él había hecho manifestaciones en muchas de sus charlas de que él estaba convencido de que seguiría en su Habana vagando. La lápida funeraria interpreta esta tradición y le da ese simbolismo porque está en el centro.
Tiene una cruz que representa su fe cristiana que se hizo de forma horadada en la propia losa octogonal y sobre esa ranura se vertió plomo que da un color gris, el cual guarda mucha relación con Eusebio; además, tiene el simbolismo que recuerda su segundo apellido, al cual él hizo mucha referencia y se sentía orgulloso; Spengler quiere decir “el que vierte el plomo, plomero”. No es exactamente el plomero que nosotros conocemos en Cuba, era el que sellaba todas las catedrales, hacía todas las uniones, hacía todos los techos, lo que en Cuba podemos llamar el hojalatero. Esa lapida está en el centro; en ese centro hay un camposanto de césped, pero bajo ese césped está lo que significa el suelo sagrado de la patria; están las cinco piezas que recuerdan a los próceres más amados, incluso por Leal, de nuestra independencia, a los cuales él siempre él hizo muchas referencias.
Estarían las cinco tierras: la del Potrero de Jimaguayú por Agramonte, la de San Lorenzo donde cayó Céspedes en la Sierra Maestra, la de Dos Ríos donde cayó Martí, la de San Pedro en Punta Brava donde cayó Maceo y, alrededor de su nicho, está el suelo del asfalto de la casa de Birán; se excavó del espacio donde nació Fidel y esa tierra se colocó en el centro del nicho floral. Ese césped que rodea representa el suelo sagrado de la patria y está creciendo con estas tierras.
Cerrando este camposanto hay una senda de vida como especie de un camino adoquinado donde cada elemento compone un año de la vida de Eusebio. Al organizar ese cuadrado que tiene tres lados ―porque del otro lado está la lápida― cuando uno reproduce ahí los años de vida de Leal pega con una simetría impresionante. Entonces quedan cada uno de estos adoquines, pero quedan las piedras angulares, que son las que están en las esquinas, que guardaron un simbolismo muy grande con la vida de Leal porque él siempre hizo referencia a estas, porque él estructuraba el trabajo e incluso la vida sobre la base de una organización.
Increíblemente quedan 25 años, 26 años en el otro extremo y entonces esas piedras angulares, las de las dos esquinas precisan el año 1977, cuando Eusebio Leal fue nombrado Historiador, y el año 1993 cuando a Eusebio Leal y a la Oficina del Historiador de la Ciudad se le otorgó el Decreto Ley 143 para la gestión integral del Centro Histórico, que es la última etapa y más trascedente de su vida; pero si uno une los dos brazos que quedan frente y a la derecha se suman 26 y 26, son los 52 años que estuvo Eusebio.
Ahora, en el eje de esa línea de vida se señalaron dos elementos importantes que quedan exactamente a ambos lados del eje del camposanto, que es la Declaratoria de Patrimonio de la Humanidad en el año 1982 y la Declaratoria de Patrimonio Nacional del año 1978; pero, esa es su vida, y las otras dos piedras angulares, las que están en el extremo al lado de la lápida, representarían su año de nacimiento y su año de fallecimiento; o sea, 1942 y 2020, respectivamente.
A ambos lados de lo que sería el sacramento estaría en un extremo la lápida, escoltada por dos pedestales en color gris, porque es color de referencia en su vida, que ya lo dijo él muchas veces, que siempre lo escogió. Está escoltada por dos pilares que representan sus dos virtudes fundamentales: la perseverancia y la humildad, y tiene un reprimido como lo tienen todos los pedestales, en el cual se posan muy sutilmente dos números uno –que representa el número 11, fecha de su nacimiento, pero además, es un número simbólico que guarda mucha relación con la vida de Leal, porque nació el día 11 de septiembre, fue nombrado Historiador un día 11, su madre nació en 1911 y murió en el 2011.
La lápida que está al centro se hizo en proporción áurea; reproduce la fachada del cartelón romano, ya que los griegos eran perfeccionistas y establecieron lo que se llama la perfección armónica. Leal fue igual; o sea, es un simbolismo de su vida, la búsqueda de la belleza, aunque sea sutil, aunque sea modesta, pero la belleza en sí. Solo que en vez de tener un frontón triangular tiene un frontón curvo muy sencillo con un arco rebajado que recuerda los arcos tradicionales de nuestra arquitectura colonial, los más modestos y, en el centro, entre dos clavos de puertas que simbolizan las puertas de La Habana Vieja, está su nombre con letras mayúsculas: Leal, simbólico también porque no solo es su apellido, sino lo que él fue en vida y de bajo, su nombre: Eusebio Leal Spengler con la fecha de nacimiento y de su muerte.
¿También los materiales que se utilizaron tienen un simbolismo importante…? Coméntanos.
Sí, claro. Los materiales, increíblemente, son materiales obtenidos en La Habana, en lugares de la ciudad. Los utilizados en la fundición fueron reciclados, los mármoles fueron de las paredes del Capitolio Nacional. Lo otro simbólico también es que todos los que participaron, los artesanos, todos los muchachos, los compañeros que de alguna manera aportaron, cada uno conoció a Leal y la gran mayoría, fueron sus amigos y esa es la parte bonita del monumento, que lo hicieron de forma sencilla y con mucho sentido de pertenencia.
¿Qué significó para usted, junto a todos estos compañeros que acaba de mencionar, hacer este sitio donde descansan por siempre las cenizas del Doctor Leal?
No podíamos hacer menos. Yo creo que estos 28 años al lado de Leal nos permitieron hacer un poco más sencilla su tarea. Porque yo tuve la idea inicial pero muchos compañeros como Yordano, que hizo todo el proyecto y aportó muchas ideas; Rosete; el profesor Carlos Bauta, que hizo todo el trabajo de mármol; el profesor Lázaro Cordero, que hizo todo el trabajo con el bronce; todos de alguna manera aportamos y no podíamos hacer menos. Para nosotros es un compromiso y, además, un deber que nos llena de regocijo.
Creo que logramos nuestro objetivo de hacerlo de forma simbólica pero de forma humilde, y aunque es un sitio funerario es un lugar sencillo, no tiene esas grandes protecciones; además el ser simbólico desde el punto de vista formal es armónico, no transmite una idea oscura sino, iluminada; algo trascendente a las futuras generaciones que fue siempre lo que Leal nos inculcó. Yo digo que no fue tan complicado hacerlo porque uno dominaba las claves de la vida de Eusebio; muchos de los elementos que usamos era el resultado de haber estado a su lado, todos con una gran trayectoria. Es un orgullo.
Entonces, ¿cuál sería la relevancia del sitio escogido para depositar las cenizas?
El sitio funerario de Eusebio está junto a su madre. Él fue una persona muy cercana a su mamá, quien guió su vida y lo ayudó en toda su carrera. Fue una persona importante para él y siempre pidió que sus cenizas descansaran al lado de ella, y entonces el concepto se hizo general, que incluye el sitio funeral de Leal y el de su madre con el mismo concepto, pero en unas proporciones relativamente más pequeña pero igualmente simbólico y hermoso, en el jardín del Convento de San Francisco de Asís.
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