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Leal a La Habana

5 de enero de 2015

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Por: Chelsea Del Sol / Tribuna de La Habana
Fotos: Jorge Luis Sánchez Rivera

 

Conversar con Eusebio Leal, hombre de elegantes modales y sencillez de espíritu, es sumergirse en la existencia misma del patrimonio material e inmaterial de La Habana, conservado durante años para el beneficio de la ciudad y el disfrute de sus visitantes y moradores.

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Viajero cómplice, gusta desandar las calles de La Habana y deleitarse entre sus riquezas infinitas, grabadas en el simple adoquín de una plaza o en el corazón mismo del campanario más alto.
“Soy un hombre de costumbres cubanas y tendría que plagiar a Martí para decir que amo la sonoridad del verso escultórico. A cualquier parte del mundo que voy, la cubanía de las personas y las cosas se me revela con facilidad pero, como habanero más ecuménico, si algún dolor tengo es no conocer los lugares recónditos de mi país, cuya belleza me conmovería profundamente… como cuando fui por vez primera a Baracoa y dije esta es la Cuba profunda… o cuando vi la Ciénaga y las bandadas de pájaros… soy un amador de la belleza, pues es una necesidad tan grande como la justicia”.
¿Cuáles son, a su entender, las maravillas que ostenta La Habana?
“Desde hace algunos años, partiendo de la base de que de los monumentos de la antigüedad conservábamos muy poco, se consideró necesario que la humanidad reconociera otras maravillas que existen y fueron creadas por generaciones sucesivas.
“Cuba había hecho reconocimiento de sus propias maravillas, de su arquitectura, como el Castillo del Morro y el Puente de Bacunayagua, obras de distintas épocas que marcan la identidad arquitectónica, ingenieril y, cultural de Cuba y también la cultura inmaterial del pueblo cubano: su música, tradiciones, con la singularidad de las regiones de la Isla.
“Pero  para la determinación del calificativo, yo lo remitiría al hecho de la voluntad política, a pesar de circunstancias muy adversas, de nuestro Gobierno y en especial del compañero Fidel para la preservación de los lugares históricos y de las tradiciones cubanas; a tal punto, que la primera Ley acordada de la Asamblea Nacional tiene que ver con los monumentos y la protección del patrimonio nacional. Eso es importantísimo; que un país constituya su base jurídica y en el texto y estructura de ese nuevo órgano parlamentario, los primeros temas que se discutan sean esos dos, tiene una trascendencia enorme.
“Todo eso se ha seguido expresando a lo largo del tiempo de manera tal, que la UNESCO reconoció en Cuba muy tempranamente, un país pequeño en comparación con otras grandes naciones, valores que consideró patrimonio de la humanidad, por el empeño del país en conservarlos: Trinidad y el Valle de los Ingenios, La Habana y el sistema de fortificaciones creadas para su defensa, el Centro Histórico de Camagüey y el de Cienfuegos, San Pedro de la Roca, el Morro de Santiago de Cuba, el Valle de Viñales, el Parque Nacional Alejandro de Humboldt y otros espacios protegidos.

 

“Es un año venturoso, en que acontecimientos recientes marcan momentos trascendentes en la Historia de Cuba, que pueden modificar sustantivamente las relaciones internas y externas de los cubanos. Puede también ocurrir algo que es indispensable para mí, la prosperidad. El país tiene que prosperar y hay un solo camino para ello: el trabajo. Deseo que cesen las condiciones angustiosas actuales y que salga adelante el país, que es lo que todos queremos”.

 

“Todo eso es expresión concreta de una preocupación del país, por ejemplo, el mayor humedal del Caribe: la Ciénaga de Zapata, áreas protegidas de la biosfera y la observación tranquila de las distintas especies de aves exóticas, en las Terrazas, Pinar del Río.
“Sin embargo, la razón más importante es que La Habana se ha conservado, unido a la desaparición circunstancial de un concepto de pertenencia y el olvido, a veces inexplicable, de lo que significaba la capital en la Historia de Cuba y la Revolución, pues tal y como yo la recuerdo es la ciudad de la gran universidad. Había en Cuba tres grandes universidades: en La Habana, Santiago y las Villas, pero estas dos últimas eran muy recientes antes del triunfo revolucionario y la nuestra era bicentenaria.
“Además, la ciudad fue el escenario de las luchas estudiantiles, lo que marcó un rasgo de identidad, es la capital de la alfabetización, de la milicia, de la defensa gloriosa del territorio convertido en trinchera ante las agresiones y amenazas, es sobreviviente de ciclones, penetraciones del mar, de la Plaza de la Revolución y del 1ro de mayo una, dos y mil veces, insurgente y batalladora… es la cuna de Martí.

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“La Habana es hoy más capital que antes, no por la redundancia de ser la capital de todos los cubanos, eso es obvio, hoy es más representativa porque hay personas de todas las provincias y a mí no me molesta, como indigna a ciertas capas sociales, en las que los cubanos venidos de otras provincias son vistos con cierta ojeriza. Ellos, a pesar de haber venido por necesidad y no por placer turístico, se integran hoy a la vida de la ciudad y le dan una visión más amplia y más completa de la realidad de Cuba y de la capitalinidad de La Habana”.
¿Está definido arqueológicamente el punto entre Batabanó y Melena del Sur, que data de antes de la fecha oficial de fundación de La Habana?
“Existe una voz pópuli, que es una de las fuentes de la historia, pero no la prueba documental ni arqueológica… lo que no significa que mañana no aparezca, porque de pronto surgen los restos de un asentamiento, una huella como el plato que se rompió o el sepulcro. Yo he recorrido esos territorios, pero en Melena es donde lo presiento, con esa cosa que tiene el médico cuando ve al enfermo o el psicólogo cuando trata de estudiar una sonrisa, hace así y dice ahí está, La Habana eres tú”.
¿Qué urge cambiar antes del 500 aniversario?
“Muchas cosas. Pienso que más que cambiar hay que hacer. Lo primero, algo inmaterial: el ruido. A veces para probar el audio en actos de solemnidades tremendas ponen música trivial, lo cual no deja de ser casi una profanación, porque el ruido es insufrible.

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“Cada cosa tiene su momento, hay que hablar bajo, respetar el horario de sueño de los trabajadores y usar adecuadamente los espacios públicos. Hay algunos que quieren hacerse evidentes  a través de acciones de este tipo y son los que más ruido hacen, o tiran las latas de refresco por la ventanilla, o quien quiere pasar a la inmortalidad grabando su nombre en el mármol recién restaurado.
“Eso hay que cambiarlo, pero las que hay que hacer son infinitas. No creo que el reto de cinco años sea suficiente para devolverle a una ciudad que necesitaría ahora mismo no decenas, sino millones, para enfrentar el tema de redes, iluminación, aceras, pavimentación, comunicaciones, ascensores, restauración de edificios altos… pero de que se va a hacer, sí… y va a ser importante”.
¿Andar La Habana ha sido suficiente para entenderla?
“Caminé mucho tiempo, fui un vagabundo de la ciudad. Todavía hoy guardo esos zapatos como recuerdo, porque los gasté caminando desde los días con Teresita Fernández en el Parque Lenin y después en las calles de La Habana, en alguna plaza, desde que hacíamos pequeños conciertos hasta mis conferencias en las plazas públicas. Pero siempre para mí es una ciudad misteriosa.

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“La Habana es para mí un estado de ánimo, no me resigno mucho tiempo fuera de la que es mía y cuando regresan aquí personas que ya vivieron, agradecen y dicen: hay algo, cosas maravillosas, un espíritu…. He ahí la cuestión. ¿Cuál es su estilo? Ninguno, los tiene todos, los reúne todos y en ese concepto del todo está la belleza”.
¿Cómo influye la formación de una identidad habanera en la forja de la nación cubana?
“Influye mucho desde las instituciones: el Seminario de San Carlos y San Ambrosio, el Liceo Artístico y Literario, la Universidad de La Habana, el Colegio El Salvador de Luz y Caballero, el Colegio de Mendive… Creo que ha sido en gran medida eso: ciudad de poetas, soñadores, escritores, obreros, intelectuales, arquitectos y mujeres bellas”.
¿Retos futuros, preocupaciones, esperanzas?
“Preocupaciones, las de siempre. Las más molestas y que he aceptado, como una obediencia al sueño mayor, son las administrativas. Soñar, todos los días, en el momento que sea racional pierde sentido para mí. No soy objeto, sino sujeto, por eso siempre soy subjetivo”.
Quisiera dedicarle algún mensaje a los habaneros…
“Es un año venturoso, en que acontecimientos recientes marcan momentos trascendentes en la Historia de Cuba, que pueden modificar sustantivamente las relaciones internas y externas de los cubanos. Puede también ocurrir algo que es indispensable para mí, la prosperidad. El país tiene que prosperar y hay un solo camino para ello: el trabajo. Deseo que cesen las condiciones angustiosas actuales y que salga adelante el país, que es lo que todos queremos”.

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