Latinoamérica desde la primera vez

10 de diciembre de 2015

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Ana Lidia García Hernández.

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37 Festival de Cine Latinoamericano, Coral, Cuba, Cultura, Ópera Prima

 

 

El Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana significa para algunos directores el reencuentro con un público insaciable, la confirmación de una pasión y de una elección de vida. Para los directores de las 21 obras que compiten en este apartado, resultará la primera luz, el contacto inicial. En algún punto de la sala oscura, confundiéndose con los espectadores, se hallarán algunos de estos realizadores y verán iluminarse la gran pantalla que pondrá al descubierto su alma. Frente a todos estará su ópera prima, la que soñaron tal vez hace años y solo hoy es una realidad. Con ella intentaron cerrar las heridas de sus corazones, espantar a los fantasmas de sus infancias o mostrar partes del mundo poco vistas y que les son cercanas.
En esa condición de primerizo llega a la cita cinematográfica el colombiano César Augusto Acevedo, director de La tierra y la sombra, Cámara de Oro en el 68. Festival de Cannes. Los jueces que sin previo ensayo y sin asientos privilegiados dictan el veredicto más importante, tendrán ante sus ojos la historia del viejo campesino Alfonso que regresa al hogar para atender al hijo gravemente enfermo y que refleja la soledad y la tristeza que también son parte de la realidad de Colombia.
El filme de Acevedo representará a esta nación sudamericana en los Premios Goya y en los Óscar, luego de haber sido seleccionada dentro de una lista que también estaba integrada por Siempreviva, película que de igual forma compite por el Coral en Cuba. Basada en la obra teatral homónima, narra desde las visiones de ciudadanos comunes el trágico suceso de la toma del Palacio de Justicia por un comando de guerrilleros del Movimiento 19 de abril (M-19), en el año 1985.

 

 

Otras visiones de la vida de los colombianos aparecen en Manos sucias (Josef Wladyka), una coproducción con Estados Unidos que explora el lado sensible de la red de tráfico de drogas, a partir de los riesgos que corren dos hermanos en su viaje por la costa del Pacífico. La cinta arriba a La Habana luego de haberse presentado en los circuitos de San Francisco, Zurich, Vancouver y Río de Janeiro.
Al igual que Manos sucias, otros filmes del conjunto construyen su discurso a partir de historias de jóvenes. Si bien se aprecia diversidad de géneros y temáticas, una de las constantes es el tratamiento de conflictos juveniles. El incendio, por ejemplo, que viene desde la tierra del tango y es dirigida por Juan Schnitman, cuenta en 95 minutos la crisis que viven Lucía y Marcelo como pareja de treintañeros. La compra de su primera casa se convierte en la excusa para hablar sobre los miedos y tensiones que acechan a una generación enfrentada al momento de tomar decisiones importantes.
Tras haberse alzado con varios premios nacionales e internacionales, se presenta en los cines habaneros Camino a La Paz de Francisco Varone, una coproducción argentino-alemana. Este road movie constituye también un viaje al interior de los personajes en el forcejeo que estalla del intercambio entre creencias y culturas.

 

 

Desde la Patagonia sube igualmente Paula (Eugenio Canevari), donde la joven niñera que le da nombre al filme, descubre que está embarazada y entre silencios comienza su lucha por conseguir el dinero para un aborto. A través de la fotografía hiperrealista y los claroscuros, la historia aborda la hipocresía que se vive sobre todo en los pueblos pequeños.
En el embarazo adolescente pone el punto de mira también Ixcanul (Volcán), obra del cineasta guatemalteco Jayro Bustamante que acumula 30 reconocimientos internacionales. Se trata de una cinta hablada en cakchiquel, la segunda lengua maya más importante en Guatemala. La historia de María refleja la dura realidad de las jóvenes indígenas que son obligadas a casarse con hombres que les triplican la edad.
Por otra parte, un padre divorciado es el protagonista de Clever, filme uruguayo dirigido a cuatro manos por Federico Borgia y Guillermo Madeiro. Luego de haber recibido el premio de postproducción Nuestra América Primera Copia en el 36. Festival de La Habana, el también instructor de artes marciales infelizmente divorciado regresa a la Isla por un nuevo Coral, acompañado de personajes excéntricos y misteriosos.

 

 

Con este mismo galardón fue reconocida en la edición anterior de este evento la cinta cubana Espejuelos oscuros, de Jessica Rodríguez, que igualmente se suma al certamen. Momentos de la historia cubana se mezclan con la vida de Esperanza y Mario, mientras la razón y la pasión permanecen en lucha constante. Otros tres filmes nacionales integran la nómina de óperas primas este diciembre: Caballos de Fabián Suárez; Bailando con Margot de Arturo Santana y Café amargo de Rigoberto Jiménez. Estos realizadores del patio, con experiencia en otros géneros como el documental, el cortometraje y el videoclip, centran la mirada ahora en hechos y personajes del pasado y comparten las realidades que han construido a partir de sus descubrimientos.

 

 

Con un León de Oro en el 72. Festival de Venecia como carta de presentación se une a la carrera por los Corales el debutante venezolano Lorenzo Vigas con su película Desde allá. La primera cinta latinoamericana en ganar este lauro aborda el tema de la homosexualidad, pero realmente, apunta su director, “representa una relación paternal entre dos personas con carencias afectivas en medio de la gran tensión de clases que vive el país”.
Las raíces de los pueblos indígenas, la mujer y sus derechos como parte de una cultura milenaria, están planteados también en Dauna. Lo que lleva el río, primer filme venezolano en idioma warao, dirigido por el cubano Mario Crespo. El relato protagonizado por Dauna, que se debate entre amar a Tarcisio con lo que ello implica para una mujer warao o seguir su vocación a riesgo de pagar las consecuencias, ha sido reconocido en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva y es la candidata por Venezuela al Óscar.

 

 

Otra joven e indígena aparece en la trama de Magallanes, seleccionada para competir en la categoría de Mejor Película Iberoamericana en los Goya 2016. En esta obra el actor peruano Salvador del Solar (Pantaleón y las visitadoras, 1999) debuta como director y nos habla sobre las consecuencias subjetivas del período de violencia política que atizó el país durante las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado.
Por supuesto que el gigante sudamericano está representado en este apartado. En Mátame por favor (Anita Rocha da Silveira) y Aspirantes (Ives Rosenfeld) son adolescentes y jóvenes quienes nos acercan a realidades brasileñas donde fútbol, violencia y envidia se entrelazan para hablarnos de estas etapas de descubrimientos. Para mi amada muerta (Aly Muritiba), multipremiado en el 48. Festival de Brasilia, nos presenta el dilema de Fernando, quien se da cuenta que su venerada esposa fallecida no era quien él pensaba.

Del país azteca llega la tragicomedia Distancias cortas de Alejandro Guzmán, que constituye una metáfora sobre la gran soledad que puede llegar a vivir una persona encerrada en su propio cuerpo. La historia de Fede (Premio del Jurado Ecuménico en el Festival Internacional de Cine Mannheim-Heidelberg y Mención Especial de la Asociación de Críticos Cinematográficos Quebequenses) viene acompañada por La delgada línea amarilla de Celso García y 600 millas de Gabriel Ripstein.
La obra de García, definida por él mismo como “la historia sencilla y honesta” de cinco hombres que descubren las difusas fronteras entre el bien y el mal, ha sido laureada en los festivales de cine de Guadalajara, Gijón y Mannheim-Heidelberg. Por su parte, el tráiler 600 millas – reconocida también en importantes circuitos cinematográficos y camino al Óscar – se adentra en el escabroso mundo del tráfico ilegal de armas entre México y Estados Unidos.
A la velocidad de un solo pestañazo, estos directores que por primera vez presentan sus largometrajes en La Habana, compartirán secretos y deseos con los espectadores, esos ávidos cinéfilos que tendrán la oportunidad de sentir el continente a través de sus piezas.