La fotografía es un oficio del alma
12 de diciembre de 2017
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Daniela Muñoz Barroso –una muy joven realizadora graduada este año de la Facultad de Medios de Comunicación Audiovisuales (FAMCA)– presenta este martes a las 3:00 p.m. en la Sala 4 del Multicine Infanta su documental, de una hora de duración, ¿Qué remedio?: la parranda, dedicado a esas tradicionales fiestas populares que se celebran en municipio de Remedios, al centro de la Isla, y que datan de 1820.
En conversación exclusiva con este diario subrayó que «la fotografía es un oficio del alma y hay que serle fiel al alma: Silvio Rodríguez es fotógrafo, también lo fueron Pablo de la Torriente, Roque, Carpentier, Cortázar, Tina, Frida, Galeano, la Poniatowska…, todos ellos en su momento retrataron su realidad y la expresaron con poesía; hoy hay muchos fotógrafos, pero no todos hacen poesía sincera».
Lo que ha querido con ¿Qué remedio?: la parranda es reflejar ese acontecimiento –de manera fotográfica– «de la forma más idéntica posible, es decir reinterpretar un hecho, una realidad a nivel de colores y de planos».
Muchas de las imágenes huelen a pólvora, a humo, ¿cómo llevaste a la pantalla la atmósfera que se vive en Remedios durante las parrandas?
Es muy fácil y muy difícil. Fácil porque, sencillamente, tienes que sentirlo, entenderlo como los remedianos lo entienden. He compartido con esos parranderos y no me quedé afuera de la reja mirando, sino que entré donde se disparan los fuegos artificiales, incluso me botaron varias veces, pero insistí.
La fotografía del documental tiene dos años de experiencia y, junto a Jorge Ricardo otro camarógrafo que trabajó todo el tiempo conmigo, decidimos que había que meterse, literalmente, en la candela. Nuestra cámara tenía que ser como un fuego artificial que se mantenía ahí y no se disparaba. Diseñamos unos forros que tenían el propósito de proteger las cámaras de las llamas, y nos cubrimos por completo como si fuéramos bomberos para no tener la preocupación de que pudiéramos quemarnos, sino dejarnos llevar y fluir en medio de toda esa hermosa locura. Para alguien que no ha estado en las parrandas, quizás, es como hablarles en otro idioma porque puede que no comprendan, porque cuando hablo de fuego estoy hablando de fuego de verdad, disparándose a tu lado y que puede coger para cualquier parte. En ese momento uno tiene que decidir qué hacer. Por otra parte te acostumbras a esa pólvora que entra por la nariz y te llega al corazón y –como dice uno de los personajes del documental– la pólvora da calor, te enciende por dentro.
¿Apuestas por la fotografía como testimonio?
Definitivamente. He tratado de irme por otros campos y lo hago, pero no lo disfruto tanto como la fotografía documental. La cámara va en la cabeza –y eso va más allá si tengo en mis manos una–, porque estoy retratando constantemente todo lo que me rodea y veo lo que va sucediendo a mí alrededor. Hago una fotografía que se almacena ahí y, de alguna manera, el único paso que falta es poderla enseñar a más personas. Así es como funciona en mí y no se me ocurre hacer otra fotografía que no sea esa.
Es decir, que te interesa más la fotografía documental por encima de otras maneras de hacer.
Disfruto otros tipos de fotografías –como espectadora las aprecio, la critico y me puedo detener durante mucho tiempo a observarla–, pero lo que sucede es que cada una vez que tengo la cámara en mis manos, es como un reto y siempre estoy a la espera de que la realidad me sorprenda y me diga «hazme una fotografía y muéstrame según tu punto de vista».
Hay algo muy importante y es que estoy convencida de que todo lo que nos llevamos tenemos que devolverlo. Cualquier fotografía que se le tome a otra persona, como mínimo, tienes que agradecerle; en el caso de un documental, es un deber llevarle el audiovisual terminado. Me resulta muy atrevido cómo nosotros los fotógrafos nos vamos robando todas las realidades, todos los instantes de lo que le sucede a esas personas y ellas nunca reciben nada a cambio. Nos estamos llevando un pedazo de su vida y lo estamos colgando en una pared, pero cuántos fotógrafos se atreven a preguntarles a las personas retratadas si, en realidad, lo desean.
¿Planes?
Tengo un montón de proyectos, cuáles se pueden realizar y cuáles no depende del financiamiento. ¿Qué remedio?: la parranda se estrenó hace unos días en Remedios y tengo en mente hacer una gira por varios pueblos del centro de Cuba que tienen parrandas como: Placetas, Zulueta, Caibarién, Camajuaní, Punta alegre, Chambas, etc. Creo que ellos agradecerían muchísimo ver el documental aunque se trate de las parrandas de Remedios, porque es un tema con el que se van a sentir identificados y muchos de los conflictos de las parrandas remedianas son comunes para todos los demás pueblos. Queremos, también, armar una exposición que incluya fotografías relacionadas con las parrandas de Remedios. Veremos.
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