La bandera de Alejandro Pérez
17 de julio de 2015
|Cuando se me pidió escribir sobre el video-clip Alcé mi voz de Ivette Cepeda no pensé dos veces para afirmar que el realizador Alejandro Pérez tiene “la habilidad de olfatear y descubrir dónde se esconde el talento”. No hay que comentar mucho sobre su madurez, cada una de las entregas audiovisuales constituyen las mejores muestras del quehacer artístico de este Rey Midas cubano. Alejandro Pérez pone a prueba su don: explotar al máximo todas las herramientas que el lenguaje audiovisual ofrece. Y lo logra y lo muestra y alcanza el éxito.
Uno de los videos recientes de Alejandro—el cubaneo hasta me permite tutearlo— es perseguido por todos los lugares: la televisión lo pone una y otra vez y en los sitios de descargas a través de Internet se ha vuelto casi un virus (en el mejor y más sano sentido de la palabra).LaGozadera es el título del tema que interpreta Marc Anthony junto al dúo Gente de Zona. Más allá del ritmo, la letra pegajosa que nos recuerda al Gran Combo de Puerto Rico con aquello de “arroz con habichuelas es lo que hay” y el homenaje que rinden los artistas a la comunidad latina en general, las imágenes del video que magistralmente ideó Alejandro Pérez, envían, lanzan, proponen… otro mensaje.
Parece esto una redundancia.Se sabe que es ese el objetivo de toda obra, o al menos, de aquello que pretende ser una Obra: tener vida propia. Dentro del cine o la televisión las imágenes deberán comunicarse de tú a tú con el espectador y hablarle sin tapujos. Hay un detalle dentro de La Gozadera que en lo personal llama mucho la atención: se trata de una escena fantástica, (critiquen el adjetivo, no importa) cuando en uno de los balcones (muy a lo habanero) se deja caer, elegante, la bandera nacional.
He pasado horas—no es una exageración— pensando si fue o no una casualidad ese minúscula escena dentro del clip. Todo sucede en segundos pero casi todos captan el mensaje de Alejandro. Es imposible no evitar el cosquilleo que produce ver la enseña nacional tal y como Pérez la presenta: rigiendo el espectáculo, dueña y señora. Desde el balcón permanece la bandera cubana y uno se siente latino, sí, pero cubano más, aunque ambas cosas puedan estar indisolublemente unidas.
No es un discurso patriotero, de aquel que se eriza por ver el escudo y el tocororo. O escribe versos a una jutía para demostrar su amor por esta tierra. Alejandro no es Heredia (extasiado con el Niágara) pero en segundos eleva la cubanía a niveles máximos.
¿Por qué desde un balcón? Probablemente el creador quiso llevar su ciudad al lugar de filmación o, a lo mejor, es la añoranza de un habanerito que ya se codea con los más conocidos artistas latinos del momento. Cuando cae esa bandera del balcón, ahí mismo podía terminar el clip. Alejandro capta el instante en que nace—como trofeo— el símbolo cubano.
De resurgimiento, sí, de eso nos habla Pérez. Empezar de nuevo, volver a ocupar el puesto robado. Alejandro “saca su bandera” (que es la mía, la suya, la de todos) no de manera formal, convencional, monótona, sino alegre, viva, reluciente. No hacen faltas panfletos, consignas o pedir vítores hasta que se nos rompan las venas para demostrar el cariño y compromiso con esta tierra.
Otros (los mismos de siempre) se darán cuenta que han fallado con su método arcaico y repugnante: el campo, lo verde, lo rojo, el héroe, la rigidez, el llanto y la lucha. Alejandro Pérez muestra en un video calificado de comercial y vano para los sectores “puros”, el orgullo de quienes vivimos en este pedazo de tierra rodeada por el mar.
Una fórmula sencilla que no se repite. Alejandro Pérez sabe que en medio de las leyes y el futuro que se aproxima, será vital conservar lo nuestro. Este señor se crece. En su obra no falta lo cubano. Con él van de la mano una cámara y una bandera.
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