Historias breves en concurso

11 de diciembre de 2015

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Nadia Herrada Hidalgo

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37 Festival de Cine Latinoamericano, cortometrajes, Cuba, Cultura

 

 

 

Amores homosexuales, relaciones entre familiares y amigos, y situaciones violentas escenifican en ambientes rurales y poco habitados varios de los 22 relatos en competencia de la 37 edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en la categoría de medio y cortometraje.
Algunas de las obras que llegan hoy a La Habana traen consigo el reconocimiento de otros certámenes internacionales como es el caso de la cinta chilena Locas perdidas, que obtuvo el Segundo Premio de la Cinéfondation 2015 en el Festival de Cannes. Su director, Ignacio Juricic, cuenta la historia de Rodrigo, un transformista de 18 años, que huye con su pareja muchos años mayor que él (30) por temor a que su familia descubra cómo se gana la vida.
También en el apartado para estudiantes de cine del prestigioso certamen francés, compitió el corto Anfibio que fue seleccionado entre 1600 obras en concurso y se registra como la primera obra venezolana en los más de quince años de Cinéfondation. Su joven director, Héctor Silva Núñez, estudiante de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, discursa sobre la violencia en la sociedad actual.

 

 

El corto peruano El Muerto ha cosechado éxitos de la misma forma, fue ganador del Premio del Público Online en el más reciente Palm Springs Short Fest, el Festival de cortometrajes más grande de Norteamérica. La cinta que además se alzó con el galardón en el Concurso Nacional de Cortometrajes de Perú se presentó en el Short Film Corner de Cannes. El director Franco Finocchiaro Salas, influenciado por la comedia negra y el cine de horror, narra cómo una noche tranquila una pareja de esposos recibe la visita de su hijo muerto hace 7 años.
Mientras que desde la Tierra del Fuego, Iair Said concursa con Presente imperfecto, uno de los ocho filmes seleccionados para competir por la Palma de Oro de la 68 edición del Festival de Cannes. El metraje de 15 minutos es el segundo trabajo de su joven director, quien es más reconocido por su trabajo actoral. En él describe cómo el regalo de cumpleaños que recibe un niño de 9 años lo hace reflexionar sobre su vida y la de los demás.
Tarántula se presenta en La Habana después de haber sido seleccionada para participar en el Festival de Venecia. Desde Brasil el premiado Aly Muritiba y Marja Calafange cuentan, en veinte minutos, la vida de una familia religiosa y aparentemente incompleta.

 

 

En el seno familiar también comienza el Camino del agua cuando una madre pide a su hija de seis años buscar, a través de un remoto páramo, agua pura de manantial. Este filme colombiano, dirigido por Carlos Felipe Montoya, fue proyectado en la sección “Generation” de la 65 edición del Festival Internacional de Cine de Berlín, Berlinale.
En esta misma categoría compitió Videojuegos, de la argentina Cecilia Kang, una historia que narra cómo sentimientos de tristeza y dolor se transforman, de manera incontrolable, en competencia y reto entre dos buenas amigas que no se quieren separar.
Asimismo, el prestigioso evento alemán acogió el estreno de San Cristóbal, una propuesta del chileno Omar Zúñiga. Este cortometraje que se filmó en la localidad costera de Niebla cuenta cómo nace el romance entre Lucas y un joven pescador del lugar. Su autor, a pesar de residir fuera de su país de origen, quería con el filme retratar algo del Chile contemporáneo.

 

 

Cuba es el país más representado en esta sección con cinco nominaciones. El experimentado Eduardo del Llano continúa su serie protagonizada por Nicanor con Épica. Alán González, multipremiado en la más reciente Muestra Joven del ICAIC, compite con La profesora de inglés, la misma obra que le valió los reconocimientos en el evento nacional. Mientras que Marcel Beltrán, quien obtuvo el máximo galardón en la categoría de Dirección en la 13 edición del mismo concurso, se estrena en el género con La nube, un corto donde destacan las actuaciones de actores consagrados como Broselianda Hernández y Manuel Porto. Por su parte, Juan Pablo Daranas compite con Crepúsculo y Andrés Farías Cintrón con Tiznao, una coproducción con la República Dominicana.
México le sigue a Cuba, en cuanto a cantidad de materiales participantes en esta sección, con cuatro obras. Julian Stubbs presenta La última noche y Edgar Nito, Masacre en San José, dos relatos marcados por la violencia. Mientras que Mariana Arriaga compite con una cinta que se exhibió en la 72 Muestra Internacional de Cine de Venecia, y fue estrenada en el Festival de Cine de Morelia: En defensa propia. Esta ópera prima –con guión de su padre, Guillermo Arriaga– fue el trabajo de diploma de Mariana. Trémulo es la propuesta del premiado Roberto Fiesco que obtuvo por esta pieza la mención especial Cortometraje Iberoamericano en el Festival de Cine de Guadalajara y el Premio del jurado del Festival Outfest en Estados Unidos.

 

 

Otra vez vuelve la violencia en el seno familiar, en esta ocasión escenificada en La huida silenciosa (Perú), dirigida por Hernán Velit y José Carlos García, donde se narra cómo una hija planea el asesinato de su padre. En esta misma cuerda está Huesitos de pollo del argentino Juan Manuel Ribelli en el que madre e hija se reúnen cada día en el almuerzo con los mismos sentimientos de odio mutuo hasta que ocurre un brutal desenlace. De manera similar ocurre con Completo, un corto de inesperado final, signado por un ajuste de cuentas. El colombiano Iván D. Gaona describe en él cómo el protagonista regala a una chica que le gusta la leche que debe vender; lo que parece una linda historia de amor culmina de forma trágica.
Marea de tierra, una coproducción entre Chile y Francia, nos traslada a paisajes lejanos del país austral. En el archipiélago de Chiloé se desarrolla la trama en la que Laura, una desconsolada adolescente capitalina, encuentra a un grupo de mujeres recolectoras de algas con quienes comparte espacios y vivencias.
Mientras que Submarino, del brasilero Rafael Aidar, nos muestra cómo Olavo de 85 años, es capaz de vivir una gran fantasía que transcurre entre los espacios privados y públicos de Internet.
Argumentos cotidianos como este dan vida a los medios y cortometrajes que se presentan este año en concurso. La intensidad de las historias confirma que la brevedad temporal no limita la riqueza de estas obras, por el contrario, quizás sea justamente ese uno de sus grandes valores.