Hay un solo estilo, que es la creación
31 de agosto de 2017
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El reconocido pintor, escultor, diseñador y dibujante Reynerio Tamayo asegura que “ha cumplido un sueño personal” con Cuba en pelota, exposición que fue vista en la Isla –galería Habana– y posteriormente en Estados Unidos –Kendall Art Center, de Miami–, país “originario de ese maravilloso deporte”.
Graduado de la Escuela Nacional de Arte (ENA, en 1987) y el Instituto Superior de Arte (ISA, en 1992), Tamayo es un apasionado al deporte nacional: “gracias al arte, tengo la suerte de conocer a muchos peloteros cubanos y de otras naciones porque el deporte puede llegar a donde no pueden acceder muchas personas y abre innumerables caminos”, dijo en entrevista exclusiva para el espacio Luces y sombras de Habana Radio, la Voz del Patrimonio cubano, y que se transmite todos los jueves a las siete de la tarde.
Aclaró que el título de la muestra parafrasea a La muerte en pelota, de la gran Antonia Eiriz, obra que atesora el Museo Nacional de Bellas Artes y que también, en su momento, rindió homenaje al béisbol.
¿Cómo reaccionaron ambos públicos?
“Muy bien y me llamó la atención que el día de la inauguración –lo mismo en La Habana que en Miami– acudieron más de trescientas personas, algo atípico. Lo interesante es que había periodistas, curadores, especialistas en arte, pero también narradores deportivos, peloteros –en activo y retirados– un grupo grande de gente relacionada con el mundo del béisbol.
Fue mi primera exposición personal en Estados Unidos y, sinceramente, superó mis expectativas. Todo partió del respeto –eso es muy importante– y el resultado fue maravilloso, creo que entre otras razones, porque fue una muestra cargada de humanismo. Es decir, el argumento era el béisbol, pero muchos de los cuadros los realicé como si fueran retratos de personajes que vienen desde el pasado –como José de la Caridad Méndez, conocido como el Diamante negro; Cristóbal Torriente, El bambino cubano y Martín Dihigo, apodado El maestro o El inmortal y considerado el pelotero latinoamericano más completo de la historia. También estaba retratado otro grande: Eustaquio Pedroso, peloteros todos que en su tiempo emocionaron e hicieron felices a generaciones enteras, pero que a su vez constituyeron los cimientos de lo que es el béisbol moderno cubano.
En tu trabajo abordas varios temas, pero el béisbol parece ser una constante, una recurrencia, ¿por qué?
Porque de alguna forma a partir de la pelota se conoce el pasado y se entiende lo que hicieron ellos viendo la manera en que jugaban béisbol: la entrega que tenían, la disciplina, constatando a lo que se enfrentaron, entre otras cosas, al racismo porque muchos de ellos jugaron en las Ligas Negras norteamericanas. La mayoría de esos atletas fueron muy mal pagados y enfrentaron humillaciones de todo tipo, pero a pesar de todo dedicaron su vida la béisbol; muchos murieron alcoholizados, tuberculosos y en la miseria, pero dejaron un legado importantísimo que puede servir, incluso, de ánimo y de mirar ese pasado y preguntarse, ¿qué está pasando en el béisbol cubano presente?, ¿qué nos está sucediendo?, ¿por qué ha bajado la calidad?
Además del béisbol, ¿han variado los temas o continúas con los mismos?
Los temas son los de siempre, pero quiero retomar al humor con profundo sabor cubano –aunque siempre me estoy apropiando de cosas–, pero quiero volver a choteo, al sarcasmo, al humor fresco, desinhibido, atrevido.
Todo ello tiene que ver con los orígenes de mi trabajo que fue a partir del Comics, del humor gráfico, pero este humor llevado, incorporado, al lienzo, y todo cargado de personajes, quizás, hasta más barroco. Mi última etapa ha sido muy sintética y quiero regresar atrás cargado de personajes, de situaciones, de absurdos, de surrealismo, pero sobre todo que el choteo sea más evidente.
No estoy planteándome nada nuevo: la creación viaja en círculo y no tengo ningún prejuicio con ello porque creo en la libertad de la creación sin imposiciones; es cuando uno mejor se siente y la obra sale más convincente.
Las apropiaciones forman parte de tu manera de hacer, ¿por qué?
Simplemente porque son iconos del arte universal y muchas personas conocen su significado, lo que simbolizan, lo que expresan; cuando todo eso se combina con la realidad cubana se establece un puente de comunicación –por supuesto con provocaciones– más asequible a todos los públicos y no solo al cubano.
También empleo las apropiaciones porque considero firmemente que el arte es un gran baúl del que cada quien extrae lo que le interesa, lo que le convenga y lo lleva a su creación sin problema alguno. En esa combinación siempre suceden cosas mágicas e imprevistas. En la historia del arte hay una cantera inagotable y en el contexto cubano no soy el único que hace apropiaciones –por ejemplo están Eduardo Abela y Rubén Alpízar, por solo citar dos, pero hay muchos más.
En tu obra los títulos siempre fueron muy importantes en tanto herramientas orientadoras para el espectador, ¿sigue siendo así o ese concepto ha variado?
Sigue siendo así, pero no en todos los casos porque hay evoluciones necesarias y el día en que el creador este totalmente satisfecho, es que ya no tiene nada que contar y está muerto. En lo personal, la obra fluye y cuando estoy por concluirla casi siempre tiene su título, aunque no me complico la vida con eso. Antes era más incisivo al respecto, pero ya no. Ahora todo más natural, más aparentemente simple.
Mencionaste a Antonia Eiriz y sé que el maestro Antonio Vidal fue quien despertó en ti la vocación por la pintura. No obstante, en tu obra no se percibe una influencia directa de ninguno de los dos, ¿cómo se interpreta eso?
Efectivamente, hay artistas que por la manera de asumir el arte, por cómo lo cultivan, y por la forma en que ven el mundo, no tienen nada que ver conmigo. Eso es lo que más me agrada porque presupone pluralidad y variedad, ¡sería muy aburrido que todo el mundo hiciera lo mismo!
En arte no hay verdades sino caminos: no se trata de un deporte sino de filosofías de vida, cosmovisiones, universos y cada artista tiene su manera de decir, su forma de pensar y de expresarse. Lo más importante es que dentro de uno exista un ángel: de lo contrario, no hay nada que contar y mejor ‘apaga y vete’, como dice el refrán popular.
Lo esencial es tener imaginación y una idea para compartir. Eso es lo que va a perdurar, pero toca decidirlo a los historiadores del arte y a los críticos y especialistas. A mí, como artista, lo que me corresponde es trabajar y, a la par, divertirme y compartir mis ideas, mis sueños y también mis decepciones. La comunicación me interesa mucho.
Antonia y Vidal encajan conmigo, precisamente, porque no tienen nada que ver con lo que hago. Como anécdota recuerdo que en una ocasión el maestro Vidal me puso un ejercicio abstracto y yo no sabía cómo hacerlo y realicé una composición radial con unos cuadrados. Él me dijo: ‘esto no tiene nada, esto no sabe a nada’. Para arreglar aquello comencé a pintar sobre los cuadrados unas caricaturas como si fueran parte de una orquesta sinfónica mezclados con músicos salseros. Era un absurdo tremendo, pero fue lo que presenté. Mi gran maestro me dijo: ‘Tamayo, la verdad que a ti no te gusta ni se te da la abstracción’. Pero, me dio 5 puntos por la sinceridad.
Vidal fue un gran artista, pero también un gran maestro que –aunque éramos principiantes– respetaba mucho el hecho de que a uno le gustara trabajar: vengo de una generación que el alma, o la esencia o el misterio está en el trabajo. De ahí, sale todo.
Recientemente leí una crítica que decía. “Tamayo no tiene un estilo propio”.
Creo que hay un solo estilo, que es la creación. No me preocupa si tengo estilo o no. Mi único estilo es sentirme libre creando. Mi trabajo apunta hacia mucha direcciones y eso tiene que ver con el ejercicio del humor.
Como se sabe, para hacer humor gráfico para periódico tienes que tener todos los días un tema diferente y por eso, creo, es que salto de una serie a otra. Lo mismo puedo hacer Gánsters en La Habana, que ir a la serie sobre béisbol, que puedo volver al comics, que puedo hacer un cuadro naturalista. El arte contemporáneo te da muchas herramientas, hay muchas formas de decir, muchas maneras de expresar, pero lo esencial es el universo que uno tiene dentro y ser capaz de sacarlo afuera. Ese es mi estilo.
¿Y qué pasa con el color?: vas de una economía, casi, total a la explosión…
El color está en función de las necesidades de la idea y de cada cuadro. No tengo prejuicio con eso y, quizás, por eso ha sido tan oportuno y útil el haber cursado la Academia que me permite saber emplear las herramientas de las dispongo.
¿Puede decirse que organizarte en series es un método de trabajo?
Es como visitar una galaxia que tiene muchos planetas. Las series son interminables y concluyen cuando el artista lo decide. Y también está la realidad física, es decir, una cosa es lo que se piense y la otra la velocidad de la mano. Lo práctico de trabajar en series es que una idea me lleva a la otra y así sucesivamente. Y como tengo un gran apetito creativo, me encanta estar siempre trabajando y explorando y, a la vez, tratando de llevar cada tema al máximo posible. De una misma serie, Picasso hacía docenas o más piezas, ¿hay mejor ejemplo que ese?
Asimilas del Pop, del Comics y también del arte japonés. Recuerdo que hace unos años la iconografía oriental estaba ofreciéndote algunas claves eróticas, ¿sigue siendo así?
La retomo de vez en cuando e incluso me sirve para refrescar otras series. Igual me sucede con la acuarela. En ocasiones, el trabajo diario se vuelve monótono porque puedes empezar una idea muy alegremente, pero luego viene la espera, los procesos creativos… hay cuadros que demoran meses y hay un momento en que quieres poner punto final, sin embargo no puedes hacerlo porque hay una yuxtaposición de tratamientos que te lo impiden. Ese es el momento en que desvío la mirada.
¿Y el collage?… a diferencia de otras etapas creo que la obra reciente la percibo más plana, ¿me equivoco?
La verdad es que hace rato no hago collage y la obra que estoy haciendo es más pictórica. Pero el collage regresará en su momento: la creación es un círculo en espiral que te coloca en el mismo punto y te hace ascender. No hay ni que asustarse ni que precipitarse.
¿En qué proyecto inmediato estás?
En los próximos dos o tres años tengo previsto producir obra y desarrollar muchas ideas que tengo aparcadas y que siento la necesidad espiritual de llevarlas a cabo. También quiero regresar al humor gráfico, que lo tengo un tanto abandonado. Expongo cuando tengo algo nuevo que decir, que mostrar. Me concentraré en hacer la obra, en construirla. Luego, veremos.
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