Habana Vieja, por 40 años coronada
14 de diciembre de 2022
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Si en las personas son las canas las que coronan los años, ¿qué deberían celebrar las ciudades por su paso invicto a través de los siglos? ¿Su relevancia cultural o económica? ¿Sus edificios y su arquitectura? ¿O sus habitantes y su Historia? La respuesta a estas preguntas aún hoy es complicada de contestar, a pesar del trabajo excepcional de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y de las instituciones homólogas en el resto del país. Sin embargo, hace 40 años, Eusebio Leal Spengler demostró que conocía ya la respuesta, cuando un 14 de diciembre, La Habana Vieja y su sistema de fortificaciones cercanos recibieron la distinción de Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO.
La llegada de este aniversario no podría haberse planeado para un año más oportuno. Este 2022 se ha caracterizado por el reverdecimiento de la vida cultural en una ciudad que, como el mundo, tuvo que reemplazar las presencias físicas por las de videollamadas y las redes sociales durante el apogeo de la Covid-19. Una vez más, las salas culturales y los museos han abierto sus puertas, para ofrecer nuevos espectáculos y exhibiciones; por su parte, los centros de estudio, los talleres y los concursos, han invitado al apasionado debate académico y al crecimiento intelectual a través del aprendizaje; mientras que los festivales, las ferias y conciertos al aire libre, ya reclaman la asistencia de un público, que ha regresado a su interacción directa con el patrimonio y la cultura con un renovado interés y respeto.
Al aniversario 40 de la declaratoria como Patrimonio de la Humanidad se dedicaron este año la edición de Rutas y Andares, así como los Premios Nacionales de Restauración y Conservación. Nadie niega que nuestra Habana se engrandece por estar galardonada con esta distinción, pero es cierto que la obra restauradora en el Centro Histórico de la Ciudad ya era desde hace décadas imposible de ignorar.
Nadie comprendió el verdadero valor de este premio como Eusebio Leal, quien llegaría a expresar al respecto: “La declaración de Patrimonio de la Humanidad fue una reafirmación no solamente de la voluntad, sino de los hechos de Cuba con relación a su patrimonio. Y en el momento que esto ocurre, ya existía una asimilación por parte de los que trabajábamos, desde hacía mucho tiempo en estas cuestiones; de un legado previo; del legado previo de los historiadores, arquitectos, investigadores, que sobre el caso particular de La Habana hicieron una obra inmensamente meritoria”.
Nadie reconoció como el Eterno Historiador de La Habana la necesidad impostergable de aunar esfuerzos para preservar a la ciudad como sitio patrimonial y como espacio vivo. Todo lo que ahora se conoce y se considera evidente lo tuvo que descubrir él por su cuenta: Fue Leal quien venció la idea de que la preservación del patrimonio era un trabajo por separado de arquitectos, historiadores o arqueólogos, y que se tenía que mirar en simultáneo al pasado y al futuro. Pocos vieron la importancia que tenía la comunicación social para democratizar el conocimiento y el amor por el patrimonio. A esta voluntad de sensibilizar a la población con la restauración de la ciudad, se debe la fundación de instituciones culturales como la emisora Habana Radio, la revista Opus Habana, el Programa Cultural de la Oficina del Historiador, la editorial Ediciones Boloña, y el proyecto Rutas y Andares.
El Historiador de la Ciudad de La Habana siempre estuvo convencido de que su ciudad y los espacios patrimoniales contenidos en esta debían ser lugares vivos, habitados, y dinámicos. Leal nunca quiso para su Habana la esterilidad de los museos, y no cerró el Centro Histórico a sus habitantes, sino que se ha mantenido la construcción y entrega de viviendas en La Habana Vieja a aquellos que la han habitado desde hace generaciones. Ahora y siempre, la Oficina del Historiador sigue la máxima martiana de que la ley primera siempre tiene ser el culto a la dignidad humana.
La celebración de este importante aniversario, no obstante, habría que considerarla como una pausa en el camino, como una oportunidad de ver todo lo recorrido y lo que se espera alcanzar. ¿Pero a dónde deberíamos dirigir la mirada? El hombre que nunca se cansó de andar La Habana siempre pensó que: “El concepto del Centro Histórico es siempre un concepto de punto de partida, de una centralidad que está compartida con La Rampa; está compartida con Guanabacoa, con Regla, con distintos barrios de La Habana, todos los cuales conforman un discurso de singularidad para la capital de Cuba, que la hacen una ciudad única en el mundo”.
¡Festejemos entonces los cuarenta años de esta Declaratoria de nuestra Habana Vieja y su sistema de fortificaciones como Patrimonio de la Humanidad; y trabajemos todos por conservar lo que hemos alcanzado, para cuando nos corresponda a nosotros, o a los que continúen esta obra hermosa, recibir el próximo aniversario, tengamos aún más motivos para celebrar!
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