Frank Fernández: entregado totalmente al arte
7 de septiembre de 2013
| |Sabemos que hace tiempo tenía un sueño, que por fin ha podido cumplir. Cuéntenos de él.
Sí, se trata de mi debut en Austria, no había tenido la suerte de haber sido invitado a tocar allí. Fui convocado por un club muy importante del Tirol, quizás más exclusivo, famoso sobre todo por sus pistas de esquiar; ahí está la más alta y la más grande de todas las pistas para los esquiadores. Es una zona preciosa y yo sabía que estaba a 70 kilómetros de Salzburgo, y mi intención siempre fue ir allí y conocer la casa de Mozart. En el fondo de mi corazón yo tenía ese sueño, y se cumplió pero no me atrevía a propagandizarlo mucho – ni siquiera lo anuncié porque sabía que eso era un privilegio que le permiten a muy poca gente –. Y es que en el mundo todas las personas que aman la música, no solo los pianistas, quieren tocar el piano donde Mozart puso sus manos hasta los últimos días de su vida. Eso es algo que se mezcla con lo esotérico, con lo sentimental, con lo histórico. Incluso, te digo más: muchas personas que no son músicos sino amantes de la música, van allí y piden ponerle las manos a ese piano. Debo aclarar que no es el primer piano que tocó Mozart de niño, sino que es el último piano, el más avanzado, uno que fue construido a su gusto y que tiene incluido un pedal, que luego se convierte en todos los pianos modernos un atributo imprescindible. Hay datos históricos bastante equívocos que dicen que la música de Mozart se toca sin pedal y he ahí uno de los elementos fantásticos que yo me guardo no solo en mi corazón, en mi mente: a mi edad poder descubrir de que es falso esa cosa de que no se toca con pedal la música de Mozart. Porque yo solamente hago una pregunta: si fuese así, si la música de Mozart, no llevaba pedal, ¿para qué él mandó a fabricar uno? Es cierto que no es la forma tradicional que va en la parte de abajo y se toca apretando los pies; es cierto que este pedal que Mozart mandó a poner en su piano se toca elevando la rodilla hacia la parte baja del teclado. Pero cuando puso este atributo mecánico es porque su música lo lleva. Y eso fue uno de los primeros shocks que sufrí, desconcertante y, al mismo tiempo, educativo, porque a partir de ese encuentro yo he enfrentado la música de Mozart de otra manera. En fin, desde que entré a la casa de Mozart, desde que vi sus manuscritos – porque tienen en un sótano una planta baja agregada que no pertenecía al original, pero allí está una caja fuerte enorme con los manuscritos recuperados y una vidriera que son como 6 más o menos donde ellos itinerantemente ponen diferentes manuscritos –, esas emociones, ver la letra de Mozart, fue algo indescriptible y, sobre todo, cuando dije yo: qué casualidad, y Johannes, el presidente de la Asociación Mundial de Mozart y Presidente del Mozarteum me dijo: No, no es casualidad, maestro; es porque sabemos que vino a Austria y conocemos sus grabaciones de la música de Mozart.
Es interesante, y a la vez muy halagador, para el Centro Histórico que aquí esté, el Mozarteum de La Habana. Precisamente, posible gracias a esa colaboración y esa cooperación entre la Fundación Mozart de Austria y el Mozarteum de Salzburgo, unido a la iniciativa de la Oficina del Historiador. Sin dudas, este Lyceum está realizando una labor encomiable también en el rescate de toda la obra de Mozart.
Muy importante esta labor. Por cierto, puedo adelantar que a fin de año es muy posible que yo tenga mi primer contacto oficial, digamos, con la orquesta del Instituto Superior de Arte que, a la vez, es la orquesta del Lyceum Mozartiano de La Habana, los cuales hacen un trabajo extraordinario. Estoy invitado a realizar un concierto de fin de año que no va hacer el 31 de diciembre pero sí el 11, el 12 o el 14, por ahí; pero desde ya los estoy invitando, y espero que ustedes estén presentes allí ese día.
Usted tiene un trabajo muy interesante con los jóvenes. De hecho en sus últimos conciertos ha existido una fuerte presencia de nuevas generaciones, y creo que eso es algo significativo para la escuela de la música cubana. Me gustaría su opinión como un maestro destacado de la pianística, como un profesor que siembra personas. ¿Por qué ese acercamiento a los jóvenes?
Pienso que no hay nada que uno ame profundamente, que no lo quiera transmitir a las nuevas generaciones. Porque si uno va atesorar algún conocimiento, alguna posibilidad, algún sistema de comunicación como es el caso de la música – que es un lenguaje específico en sí mismo, sustituye a cualquier idioma; de ahí que la llamen el idioma universal –, guardarlo para sí, si uno tiene la facultad y el talento de poder componer, o de poder ejecutarlo más o menos bien, es un acto de egoísmo brutal. Creo que es imprescindible de alguna manera transmitir esos conocimientos si uno los tiene, la experiencia que uno haya podido acumular. Por eso yo hace mucho tiempo recién regresado de Moscú, lo primero que hice fue dedicarme a la enseñanza; y me siento sumamente orgulloso de que los primeros pianistas jóvenes que fueron laureados en eventos internacionales sin salir de Cuba, hayan salido de mi clase. Yo atesoro eso como un mérito que no es personal, que es la continuidad de nuestra música: desde Ignacio Cervantes, el padre de la pianística cubana y uno de los padres de la música total de Cuba, junto a Saumell, y toda una serie de generaciones como puede ser la de Ernesto Lecuona, la de Margo Rojas, Ángela Quintana, Esther Ferrer, Luis González Rojas, y llegamos más recientemente a la época del triunfo revolucionario donde muchas personas jóvenes pudieron salir fuera, el caso de Jorge Gómez Labraña, Cecilio Tieles; me refiero al campo de la pianística. Yo tuve la suerte de continuar eso, nunca lo vi como algo a derrotar; nunca lo vi como algo a ir en contra; nunca me interesó superar nada, siempre aprender y aprender. La vida me premió con esa actitud de humildad ante la música, y con ver que los jóvenes pianistas cubanos cada vez tienen más fe en nuestra enseñanza. Y es ahí donde creo que entra mi fe en la juventud, en perpetuar y continuar las cosas que, por alguna gracia divina o terrenal, a uno le toca.
La gente va a mis conciertos con la tranquilidad – pienso yo –, con la confianza y, sobre todo, con el deseo de recibir algo del centro del alma, del mismo corazón. Cada vez que toco, cada vez que hago un concierto, cada vez que doy una clase, lo hago como si fuera a morir al instante, como si fuera lo último que hiciera en mi vida. Me parece que lo que recibo, esa presencia de los jóvenes, no es más que la compensación de mi fe en ellos.
El 12 de agosto se efectuó la 12 edición del homenaje anual de los rumberos dedicado al 87 cumpleaños de nuestro líder indiscutible de la Revolución Fidel Castro, al 59 del presidente Hugo Chávez, y al 57 del Héroe Nacional René González. Se llamó “Rumba grande, para hombres inmensos”, y usted fue el Presidente de Honor. Quisiera que me hable de esa vinculación del pianista Frank Fernández, del Maestro, con la Rumba. Alguien me decía: pero ¿cómo el Maestro con la Rumba? ¿Por qué no?
Voy a decirte la verdad: eso fue un honor que me dieron los rumberos, que a mí me parece que yo no me lo merezco. Esto surgió precisamente en un día como el 12 de agosto, en el que yo estaba invitado a rendirle homenaje a Fidel en una gran convocatoria que había hecho Oswaldo Guayasamín, gran pintor y amigo de Fidel y de Cuba. Yo había estado invitado y estaba justamente ayudando a unos rumberos que le llaman “el team Cuba”, una selección de varios grupos importantes. En fin, los estaba ayudando y les había prestado mi estudio. Ahí me entero que ellos llevaban muchísimos años celebrando el cumpleaños de Fidel, y yo nunca lo había oído decir, ni por radio ni por ningún lugar. Es posible que se dijese en algunas emisoras pero te garantizo que era bastante discreta la forma en que se comentaba; quizás era por la humildad de ellos de no hacer de ese pequeño regalo, porque Fidel se merece tantos grandes regalos. Pero a mí me molestó aquello de que a veces gente que creo que no merece el tener el honor de felicitar a Fidel, pues se le permite – porque yo creo que en los cumpleaños es muy difícil censurar a alguien; en ese día regala todo el que le dé la gana y pienso que de cualquier manera tú agradeces el gesto, la voluntad de halagar –. Entonces, me surge en la mente como yo estaba invitado oficialmente, hablar con el Ministro de Cultura – que en ese momento era Abel Prieto –, ahí mismo, en la puerta de mi estudio, con algunos rumberos al lado mío, lo llamo y él me dice: queremos que estés ahí en la serenata – organizada por la familia Guayasamín –. Le contesté que sí, que lo acababa de ensayar, y que iba a hacer el Zapateo por derecho, la cual es una pieza que sé que le gusta a Fidel, y que iba a hacer una cosa con los rumberos. Abel aceptó complacido la idea. Él es una persona, además de brillante e inteligente, sencilla. Entonces, confió en mí; y la alegría que puedo transmitir hoy es que después que eso se hizo, que actuamos en el Karl Marx, recibí la información muy certera y muy seria de que de las cosas que más le había gustado a Fidel, era la presencia de los rumberos.
Creo que de ese pequeño gesto – que más que un favor, fue un acto de justicia –, surgió que ellos ya se hicieron públicos, cuentan con ellos; ya todo el mundo los apoya, y entonces me ponen de Presidente de Honor en algo que realmente apenas yo he hecho nada para eso. Y me da mucha alegría, me da orgullo y, aunque sea exagerado, aunque yo no me merezca totalmente el nombre de Presidente de Honor de este evento, me siento orgulloso de que me hayan nombrado. Fue una fiesta popular y estuvieron Los Muñequitos de Matanzas, Rumbatá de Camaguey, Cándido Fabré, los Guaracheros de Regla, entre otros.
La idea importante era esperar las doce de la noche para darle la salutación al comienzo del cumpleaños de Fidel, recordar a nuestro querido amigo Chávez, y también celebrar el cumpleaños de René, uno de nuestros Cinco Héroes, que por primera vez lo festejó en libertad y con su familia.
¿Qué otros planes tiene Frank Fernández para lo que resta del año?
Puedo mencionar que realicé un viaje a Colombia hace muy poco; tuve el honor de ser el primer cubano que tocó en la sala más importante de Colombia, recién construida hace solamente uno o dos años que es el teatro mayor “Mario Julio Santo Domingo”, donde Daniel Barenboim, el gran compositor y pianista, dijo que era la mejor acústica de América – y no solo de Latinoamérica, sino de toda América, del Norte y Suramérica –. Ese es el país que más he visitado. He ido 97 veces a Colombia; la amo profundamente, y tiene un público de todas las edades que también me ha seguido. Hace tiempo que no iba, y la verdad la acogida fue muy sorprendente, para bien.
Y yo te diría que lo más importante que tengo durante todo el año, es tratar de concluir otro de los grandes sueños de mi vida que es la grabación de los cinco conciertos de Beethoven; ya se ha hecho una gran parte del trabajo pero es una tarea titánica, no solo para el solista y productor – que en este caso soy yo –, sino para la Orquesta Sinfónica Nacional, la dirección del maestro Enrique Pérez Mesa, que ya grabó la parte de orquesta; pero estamos puliendo todas los momentos de los pianos, la mezcla de todo eso – es una orquesta de casi 80 profesores –. Y yo creo que gran parte del año va a estar dedicada a eso, junto con otra actividad muy importante. Hay dos cosas muy importantes aquí en Cuba: una es, celebrar los 500 años de la Fundación de Bayamo, que tengo también el honor de que me hayan invitado, y voy para allá el 4 de noviembre; el aniversario es el 5. Estaré actuando en el Centro de Conciertos, con un espacio bastante grande y tengo algunos invitados. Festejaremos los 500 años de esa ciudad que prefirió ser quemada, antes que tomada por los españoles. Eso es algo que se dice rápido; hay canciones que lo mencionan, pero a mí me causa mucha emoción pensar en esa frase que luego Sindo Garay eterniza en su mujer bayamesa cuando dice: “Pero si siente de la patria el grito, todo lo deja, todo lo quema, ese es su lema, su religión”. Y otra cosa, que aunque sea menos histórica para mí es muy importante, es que voy a visitar junto a Silvio Rodríguez a mi pueblo de Mayarí y al pueblo de Nicaro. La fecha tenemos que precisarla.
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