Eusebio Leal Spengler y su visión de trabajar el patrimonio en Red
1 de agosto de 2020
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Ha partido el hombre más Leal a La Habana, y la Ciudad de las Columnas se siente un poco huérfana, un poco desalmada, perpleja ante el hecho de su ausencia física. El habanero nacido el 11 de septiembre de 1942, “en medio de un ciclón”, como relató en varias ocasiones, dedicó su vida al patrimonio casi como un sacerdocio, como el deber más urgente y necesario. El Doctor Leal Spengler conocía al dedillo los rincones de la antigua villa de San Cristóbal y supo multiplicar su historia, sus tradiciones, su legado espiritual y material.
El Maestro Mayor del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana sabía la necesidad de preservar también el patrimonio de las demás ciudades históricas de Cuba y de trabajar codo a codo en un sistema abarcador para, juntos, aprender la forma más certera de cuidar lo que nos pertenece. Así fundó el 5 de diciembre del 2008, en el contexto de las actividades del VII Encuentro Internacional sobre Manejo y Gestión de Centros Históricos, la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador de las Ciudades Patrimoniales de Cuba, de la cual asumió la responsabilidad de ser su Presidente.
En entrevista exclusiva para Habana Radio, en el año 2019, el Maestro de Juventudes especificó: “Creo que el antecedente está en que casi siempre en las antiguas ciudades de Cuba existió un abogado, una persona que se ocupó de la historia, de conservar documentos, de ser un poco la génesis de lo que son los museos en el interior del país y también la preocupación por preservar los lugares de carácter histórico o de carácter simbólico y esto se repetía inexorablemente”.
“Recuerdo mucho en Santiago de Cuba esta presencia”, aclara el Doctor Leal Spengler, “lo recuerdo mucho en Cárdenas, en Matanzas, en Trinidad desde luego. En algunos de estos lugares aparecen nombres muy emblemáticos de personalidades. Por ejemplo, José Llerena en Guanabacoa, Emilio Roig o Manuel Pérez Beato en La Habana y Joaquín Zerquera en Trinidad.
Los encargados de proteger el patrimonio de cada urbe sabían las características propias de cada región, en específico de su arquitectura, así como de su idiosincrasia y perspectiva de la vida. “Eso había que preservarlo de alguna manera como un espejo o como un punto de referencia para toda Cuba. Muy pronto fueron surgiendo una especie de emulación por preservar y conservar; eso hizo nacer la preocupación por crear una Red, a partir de esas experiencias, y en el caso nuestro con algunas aportaciones – cuando digo nuestro me refiero a La Habana y el ejemplo de las escuelas taller”, expresó el Historiador.
Tener un centro formador de jóvenes interesados en proteger obras constructivas con alto valor para la historia de la nación, significó asegurar el futuro y el presente inmediato de sitios y de lugares emblemáticos que nos identifican como habaneros, santiagueros, agramontinos o matanceros, cubanos a fin de cuentas. Los centros históricos de las villas patrimoniales que cuentan con escuelas taller se han visto beneficiados en múltiples sentidos, a nivel social y cultural, y por supuesto la Red, como institución que promueve acciones para el patrimonio, ha seguido de cerca su buen desempeño.
“De esa manera nació la Red. No pensé nunca que tan rápidamente eso se estructuraría para convertirse en un movimiento fuerte que hoy tiene Bayamo, Baracoa, Santiago de Cuba, Camagüey, Cienfuegos, Trinidad, Sancti Spíritus, La Habana, Viñales y Matanzas, y otras que se irán incorporando”, aclaró el Historiador.
De igual forma, Leal Spengler se refirió en un segundo momento a la unión de las ciudades que integran la Red: “Su imbricación va siendo más fuerte, comparten experiencias, buenos o malos resultados, eluden copiar unas de otras. Se inspiran en los valores positivos que pueden haber fomentado. Ese es el espíritu de la Red”.
Con respecto a Santiago de Cuba, confesó sentirse impresionado “porque han sido capaces de hacer lo inconcebible. Conozco Santiago hace muchos años; recuerdo cuando fui allí a conocer al profesor Prats, sin el cual no se puede escribir la historia del espíritu de conservación patrimonial en Santiago”.
En el momento de constituir la Red, la tierra de Compay Segundo y de Sindo Garay inmediatamente formó parte del proyecto, como es lógico. Al respecto añadió el Historiador: “Militó también Baracoa. ¿Por qué?, porque siendo la ciudad más antigua de Cuba ha tenido un historiador que además es un hombre de extraordinaria personalidad, a quien conocí por el Río Toa, en una canoa llevando aquellas reproducciones de Arte que Alejo Carpentier donó como resultado del Premio Cervantes, llevando y explicando a las comunidades campesinas. Eso me impresionó hasta hoy”.
Ante la posible duda del por qué en algunos sitios se nombró a historiador y en otros a un conservador, el autor de los libros Regresar en el tiempo, Detén el paso caminante e Hijo de mi Tiempo (por solo citar tres de sus memorias escritas) detalló: “En muchos lugares no era un historiador el protagonista, sino un arquitecto, un ingeniero. Entonces se me preguntó una vez cómo designar allí a la Oficina; ahí es la del Conservador y en otros, por tradición, es la del Historiador”.
Aunque la capital se alzó como la primera ciudad en tener una Oficina, nunca significó una camisa de fuerzas para los demás territorios. Así lo aseguran sus palabras: “Nunca quise que La Habana fuera un elemento impositivo, sino que fuera sencillamente una superior entre iguales y como La Habana es la capital de Cuba, se le dio la presidencia perpetua de esa Red para que sea una servidora, no para que se enseñoree”.
Lo evidente, para el Doctor Leal Spengler, es la necesidad de “hacer memoria, y de hacer memoria productiva y fecunda, no para cumplir metas. Hoy, por ejemplo, Habana Radio es nuestra forma de comunicación habitual con la Red. Por aquí se transmite y se contribuye a vertebrarla, transmitiendo experiencias de cómo se formulan proyectos y de cómo respetar lo que está establecido”.
Como el Historiador supo multiplicar la semilla del conocimiento por el pasado de Cuba, afirmó no tener preocupaciones sobre la permanencia de sus ideas: “Los continuadores están en la calle, están ahora mismo. Sobre todo porque el tiempo es el tiempo de Cuba; lo que estamos haciendo es por Cuba y para Cuba. El que no conserva no tiene nada, hay que cuidar. Es lo que tratamos de proyectar en todos los actores”.
Para hombres como Eusebio Leal Spengler la muerte ni el olvido existen. Sus lecciones han sido tan intensas, dignas y decorosas que desde siempre supo ganarse un lugar en el corazón de cada cubano. Larga vida tendrá mientras La Habana tenga historias para contar.
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