Eusebio Leal Spengler: un cubano universal por su pensamiento trasgresor
23 de diciembre de 2016
|Redacción: Habana Radio
“En su sacrificio humilde, en la entrega tenaz de sus horas, en la vehemencia prometeica con que ama a La Habana, Eusebio Leal, como en tantas otras cosas, es donde está su huella. Cuando lo olviden los hombres, todavía lo recordarán las piedras”. Así con estas palabras escritas en una misiva por Fina García Marruz comenzó la Mesa Redonda de este viernes dedicada a la labor del Historiador de la Ciudad de La Habana, Doctor Eusebio Leal Spengler.
Una verdadera clase sobre patriotismo, sobre patrimonio, sobre valores culturales y sociales, sobre historia, fue este foro televisivo que nos entregó a un Leal, como es usual pero siempre sorprendente, lleno de lucidez y entrega a su Isla, a su patria que tanto ama y venera.
La Habana toda – tema obligado cuando se menciona el nombre de Eusebio Leal – fue una de las ideas abordadas en el encuentro. La restauración de la parte más antigua de la ciudad – como él mismo lo calificara, un capítulo de la Revolución Cubana – fue significada por el Historiador, actualizándonos sobre ese proceso. Según Leal, hemos avanzado en lo visible y en lo que, por lo general, no apreciamos porque está lejos del contacto cotidiano de nuestra presencia. Apuntó que se han restaurado obras muy valiosas; algunas de ellas todavía en proceso – como el Capitolio Nacional, empresa muy complicada –. También, el cambio que ha tenido la Avenida del Puerto fue mencionado durante el programa con instalaciones terminadas que embellecen esta céntrica arteria citadina, así como las intervenciones en el Prado.
Asimismo, se trabaja en grandes empeños en la digitalización de una documentación enorme que forma parte del Archivo de la Ciudad de La Habana, que se refiere no solo a su propia historia sino a la historia de los que han habitado aquí. El Doctor Leal también se refirió en el afianzamiento que han tenido otras instalaciones ya recuperadas como el Centro de Interpretaciones de las Relaciones Culturales Cuba-Europa, otrora Palacio del Segundo Cabo, y el Palacio del Marqués de Arcos, con novedosos equipamientos dentro de la docencia cultural de nuestro país.
Sin embargo, mencionar todas estas obras rescatadas resulta fácil, pero han sido muy difíciles las circunstancias, tanto físicas como materiales, en que se realiza este rescate patrimonial. “Todo mi pensamiento siempre ha estado puesta en la obra – declaró Leal – porque la obra llenó una parte tan grande de mi vida que no sé si algún día me arrepentiré suficiente de haber olvidado otras. Pero esta, que fue como la vocación, ocupó el centro”.
Hay que preservar el patrimonio cultural, espiritual, moral de un país – sentenció Leal – que va desde la posesión individual de una foto hasta cosas de carácter superior. Al respecto, rememoró el Decreto Ley No. 143 del 30 de octubre de 1993, suscrito por el líder de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz – un gran defensor de la utopía, como lo calificara Leal –, el cual declaró al Centro Histórico como “Zona priorizada para la conservación” y concedió a la Oficina del Historiador autonomía para ejecutar su restauración, una decisión fundamental en ese momento.
La repercusión de este hecho ha llegado hasta nuestros días, con el reconocimiento de todos los cubanos, algo importante para el Historiador. Asimismo, también se han mimetizado y surgido proyectos absolutamente originales en ciudades como Cienfuegos, Camagüey, en Sancti Spiritus, en Trinidad, en Santiago de Cuba, creándose la Red de Oficinas del Conservador y del Historiador de la Isla.
Más delante, Leal se refirió a lo que es la cubanía, que no es más que “la aceptación plena de lo que somos, con un orgullo que no afecta a otros, porque somos parte de la humanidad y parte de la América Nuestra. La cubanía es no fragmentar el pensamiento de Martí, Varona, Heredia, Luz y Caballero o Varela, sino comprenderlos en su tiempo”.
Como expresara Leal, el cubano tiene que creer realmente en la solidaridad, creer realmente en que todo pobre de la tierra es nuestro hermano, porque eso significa estar en correspondencia con el principio cespediano de que Cuba quiere primero su libertad para extenderla a otros pueblos del mundo.
En el foro televisivo también se hizo referencia a la polémica en torno al uso de los símbolos nacionales. Al respecto, el Historiador defiende constantemente de que hay de respetar y venerar esos símbolos y, sobre todo, inculcar esos principios a los niños y a las más jóvenes generaciones. Así, por ejemplo, afirmó: “La bandera cubana ha costado mucha sangre. Martí pidió que la pusieran en su tumba. Maceo cuando viene y las señoritas de Camagüey le entregan la bandera, dice estas palabras: ¡Yo llevaré esta bandera hasta Occidente, o volveré muerto entre sus pliegues! Por eso yo no quiero verla en un rumbero o en una rumbera; yo no quiero verla en una ropa interior; yo no quiero ver la estrella que iluminó a Heredia vistiendo una ropa impúdica. Quiero que se aprenda a valorar lo que la bandera significa”.
Sobre el rol de los más noveles en los actuales tiempos expresó que la juventud cubana siempre hay que conquistarla. “Arrestos, esfuerzos, sonrisas, capacidad creativa, poder energía, fuerza, voluntad de conquista, esa es la juventud”, afirmó.
“Ya hoy sabemos, por el propio Fidel – continuó –, que en su concepto de Revolución caben todos, porque debemos llamar a los virtuosos y a los que no lo son, atraerlos a nosotros y conquistarlos. (…) Ese debe ser el llamamiento: vengan todos a nosotros, con sus singularidades, con sus características. En un mundo tan pluralista como el actual, nadie tiene el monopolio absoluto de la razón. Por eso Fidel previó que en esta Revolución debía caber todo aquel que tuviera la posibilidad de construir con ella. Ese fue el espíritu de Mella, el fundador; ese fue el espíritu de Frank, y el espíritu de Abel, de los cuales hay que hablar más”.
Para quien siempre se ha sentido cien por ciento cubano, a pesar de la mezcla que nos caracteriza y de la que su composición sanguínea es ejemplo, jamás en sus discursos deja de mencionar esa palabra de cuatro letras que tanto admira: Cuba.
Respecto a su nación advirtió: “Cuba no es una improvisación de unas cabezas calenturientas. No es una invención de Martí como ha dicho un perverso. No se trata de una acumulación de anécdotas. Cuba es algo más que eso. Cuba es un país bello”.
También, a partir de anécdotas relacionadas con el acontecer de la Isla en este último periodo y sobre todo después del paso del ciclón por la zona más oriental del país, Eusebio Leal mencionó tres elementos que distinguen a la Cuba de este momento: “el deslumbramiento del país; segundo, la Patria, el concepto de que existe algo entre nosotros, una inquietud, una emoción que nos lleva a pensar que somos cubanos y que, como dice Martí, «ese dulcísimo misterio de ternura» que hace que esa palabra adquiera una dimensión especial para nosotros en cualquier parte del mundo, CUBANO; y lo tercero, una nación, un Estado de derecho, una búsqueda de la perfección, una búsqueda de la rectificación, una búsqueda del cambio, un ansia verdadera que no se puede convertir en consigna de que aquí sobrevenga como fruto del trabajo de los cubanos la necesaria prosperidad, porque nadie da lo que no tiene. Necesitamos prosperar, producir para no depender de nada ni de nadie, para que podamos tener con todo el mundo relaciones paritarias y, sobre todo, somos herederos de una espada flamígera que se formó como la del Vulcano en una fragua de dolor y sacrificio”.
En un momento del diálogo, Randy Alonso lo calificó como un cubano universal por su pensamiento trasgresor, reconocido con merecidas distinciones dentro y fuera del territorio nacional por su labor a favor de la cultura y el patrimonio. A propósito, le preguntó a Leal: “¿Qué es lo que nos distingue a los cubanos en ese universo, cuáles son las cosas que tenemos que preservar y los desafíos por delante?”.
“La Isla es una especie de maestra inicial de cómo debemos ver el mundo en su diversidad, y al mismo en su unidad. Saber ir de lo general a lo particular y viceversa, es lo fundamental”, explicó Leal: “Lo prueban los cubanos que vienen de otras latitudes y que han ido a prestar servicios desde el Himalaya hasta las selvas de América central, a tierras del Amazonas, o al Medio Oriente; los que prestaron misiones internacionalistas en África, o son hoy cooperantes por el progreso de estos pueblos. Y vuelven un poco enamorados de la bondad con que los reciben porque han chocado con lo esencial de la condición humana”.
“La Isla motiva una singularidad, porque ella, que antes fue separada por el mar, ahora está unida, por el mar, al mundo. Qué trabajo nos ha costado romper esa frontera. Cuando vemos cómo Cuba perseveró y cómo el mundo se abrió; cuando vemos entrar una blanca nave por el puerto, rompiendo tantas ataduras; cuando vemos a los cubanos poseedores de su derecho de ir a cualquier lugar del mundo, y comprobar que a veces la dificultad, la muralla la ponen otros, nos damos cuenta que el mundo es complejo pero al mismo tiempo, vale la pena vivirlo”, expresó vehemente.
En su hablar pausado y reflexivo, Leal reconoció que el cubano es por naturaleza hospitalario, y que la familia conserva esa esencia fundamental, ese espíritu de ofrenda, de compartir lo que le gusta aunque no lo tenga: “Somos muy celosos de lo nuestro, aunque queramos ser modernos. Solamente la educación y el desarrollo nos han llevado al sentido de compartir, y en eso hay que profundizar”.
Sobre la reciente pérdida física del Comandante en Jefe, Leal recordó que el camino había quedado trazado tiempo antes por Fidel, quien llamó a la unión como la única forma de salvar y perseverar nuestra soberanía: “Fidel cree, como Martí, que lo más importante son las ideas. Y a partir de ahora eso es lo que hay que defender. Eso es, en definitiva, la más importante joya de los cubanos hoy: su legado martiano; por ende, el legado de Martí íntegro en Fidel, que se une formando una fuerza de pensamiento y de cultura que aun en los errores y extravíos de los hombres y de los procesos políticos, emerge con una fuerza y con una vitalidad para incontestable”.
La tarea que nos queda pendiente con el líder indiscutible de la Revolución, a decir de Eusebio Leal, es la obra de todos los días: “El mejor regalo a Fidel, le digo a mis colaboradores, es cumplir todos los días, que no haya reposo. Que no haya un solo momento de reposo mientras exista una injusticia que reparar en este país o en cualquier lugar del mundo. Fidel fue excepcional, la única forma de continuarlo es hacer eso”.
¿Cuántos sueños le quedan por hacer a Eusebio Leal?, le preguntaron. “Me obsesionan muchas cosas. Amo la belleza de los libros, las esculturas, las cosas antiguas; amo también a las mujeres bellas”, responde el Historiador. “El tiempo pasó y pasó y se me fue con tanta rapidez que parece que todo fue ayer: cuando cumplí 18, cuando cumplí 40, 50. Esta vida con estas formas, es una. La otra es una incógnita.
”Sí, me gustaría haber tenido otra vida. Hace muchos años dije que para poder terminar las cosas que quería me haría falta otra vida. El tiempo se va y hay dos cosas que quiero dejar terminadas: son, primero, un raro y bello monumento de Martí que está en la ciudad de Nueva York que fue un regalo de Cuba. Voy contando día a día el dinero que de manos diversas va llegando para lograr realizar la reproducción exacta y traer esa romántica, bella y exclusiva estatua de José Martí a La Habana.
”Y la segunda, verse iluminar la lámpara del Capitolio, y algo que en él quedó inconcluso, una cripta”, confesó Leal. “Allí, en el año 1953, se hizo una parafernalia para llevar allí los restos de un mambí que nunca fue, porque el fundamento de la nación, que es lo que el Capitolio significa, tenía que ser el soldado libertador anónimo que fue a combatir y a morir por una libertad con la cual soñaba. Entonces, por voluntad del General Presidente Raúl Castro, se llevarán allí las cenizas del mambí desconocido y se colocarán en los cimientos del edificio. Por estos días se sitúa la lámpara maravillosa, de mármol rojo y bronces, donde se va a encender, en su momento, la llama. Y ese lugar misterioso donde reposarán las cenizas, está rodeado ya de todas las banderas de las naciones latinoamericanas, de América, que arropan el sueño existencial de Cuba, que es lo que creo con una gran fortaleza. Si como un pequeño grano de arena en el mar inmenso mi trabajo ha servido para algo así, mi vida ha valido la pena”, concluyó.
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