Eusebio Leal Spengler, más allá del Historiador

30 de octubre de 2020

|

Elaine Caballero Sabugueiro

|

#LealesALeal, Cuba, Cultura, Eusebio Leal Spengler, Oficina del Historiador de La Habana

 

 

Conocer al hombre más allá del mito que siempre rodeó al Historiador de la Ciudad de La Habana, Doctor Eusebio Leal Spengler, fue un privilegio que muchos disfrutaron durante décadas. El intelectual de voz cálida y semblante luminoso siempre tuvo palabras de bien para quienes se detuvieran a saludarlo, ya fueran personas conocidas o no. De Eusebio siempre se esperaba lo mejor, ya fuera a través de sus actos, pensamiento u oratoria prodigiosa.

Incontables experiencias pudimos conocer cuando salimos a las calles, en busca de historias de vida relacionadas con el Maestro Mayor de Colegio Universitario San Gerónimo, uno de los tantos títulos que recibió por su entrega a la docencia y su intención de preparar a los jóvenes para el futuro.

 

 

Mirelkys Herrera, dependiente comercial para el turismo de la Perfumería Habana 1791 explica, en declaraciones exclusivas a Habana Radio, que conoció al Historiador, siendo ella muy joven: “Leal para mí siempre fue la misma persona, le gustaba la ciudad limpia y restaurada, y en lo personal tenía una relación buena con los trabajadores desde los profesionales de alto rango hasta con las personas de la limpieza. Yo lo vi, nadie me lo contó, llamar a la gente de la limpieza y darles los buenos días, y preguntarles cómo estaban. Inclusive me conmovió mucho cuando abrió un local para darle comida a las personas mayores en tiempos de ciclón”.

Para esta especialista no existen palabras en su vocabulario que pueda definir la dimensión humana del ilustre habanero. “Él me marcó mucho”, añade Mirelkys Herrera, “yo perdí una niña con siete añitos y Eusebio fue tan generoso conmigo que no se me olvida. Lo que más recuerdo es que cuando comencé de nuevo en el trabajo me dijo «tienes que incorporarte a tu mundo, son cosas que pasan». Un día venía por la Plaza de San Francisco de Asís y Leal estaba con una delegación, cuando me vio paró la delegación, les habló y me dio un abrazo que me estremeció”.

 

 

El Doctor Leal Spengler ofreció la posibilidad de numerosos empleos en el Centro Histórico de la ciudad, una oportunidad de comulgar con el patrimonio desde múltiples esferas. El testimonio de la gerente de la perfumería 1791, Yanelda Mendoza López, lo demuestra: “Él me trajo para hacer una perfumería atípica, vamos a decir, con los olores de La Habana. Estuve tres años preparando el proyecto como algo singular dentro la capital.

Mendoza López especifica la relación de los olores de la antigua villa de San Cristóbal, desde los tiempos de la colonia, con el tabaco, el café, así como el jazmín en los patios interiores de los hogares, las rosas y las violetas, entre otras fragancias naturales.

“Lo extraño mucho, tenía buena relación con Eusebio, mucha afinidad. No para mí, sino para todos los que trabajamos aquí, era como el amigo con quien puedes hablar de cualquier tema. Es un poco nostálgico pensar en Leal. Hoy venía de una reunión y vi la campaña de #LealesALeal y me dio mucha satisfacción, porque todos debemos ser leales a lo que él quiso y logró en La Habana Vieja”.

 

 

Por su parte, el especialista en masajes de esa misma institución, José Luis Vázquez define al Historiador como un hombre que se construyó a sí mismo, a base de rigor y empeño: “Supo batallar con su tiempo y defender en lo que creía. La trascendencia mayor de Leal no está en las piedras, sino en el patrimonio intangible, que es lo que queda. Hay una ideología de preservar, de cultivar y de transmitir aquello que contribuyó a la ideología de la nación, desde el pensamiento que se formó a finales del siglo XVII hasta el hoy. Si miras la historia, se repite ese sentido de libertad, de nacionalismo, de cosas que tienen que ver con la humanidad, pero desde nuestra visión, por ahí va la trascendencia de Eusebio más allá, el mérito no se le puede quitar, de lo que construyó y restauró desde el punto de vista tangible, que también forma parte de la cultura”.

Otra de las trabajadoras de la Perfumería Habana 1791, Alexandra Fernández Calzadilla, quien se desempeña como técnica química en el centro, conoció a Leal desde muy temprana edad: “Mi madre fue trabajadora suya. Siempre lo veía muy perseverante, disciplinado, tenaz en todo cuanto se proponía hacer, pero sobre todas las cosas muy exigente con su persona y con los demás, porque primero él se exigía a sí mismo. Estaba a la Plaza de Armas desde muy temprano, eso me cuenta mi madre, y cuando ella llegaba ya Leal estaba estudiando y recorriendo La Habana Vieja”.

 

 

El Historiador de la Ciudad de La Habana no era un jefe autoritario, de esos que implantan miedo en su mandato, sino más bien una persona accesible, que estimulaba la creación profesional. “Permitía que llegaras a él con cualquier sugerencia, incluso críticas de algo que no salía bien, escuchaba y después tomaba decisiones. Cuando llegaba a un lugar, por ejemplo, a la perfumería, y veía algo malo jamás formó un escándalo, nunca le llamó la atención a ningún trabajador en forma descompuesta”, especificó Fernández Calzadilla.

El hombre que siempre vestía un traje gris, el Historiador de los imposibles, el intelectual más valioso de su tiempo dejó una inmensa obra materializada, que es preciso cuidar y multiplicar sus raíces como la mejor forma de honrar su memoria.