Ernesto Lecuona: Siempre en mi corazón (III)
9 de agosto de 2021
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Durante julio último tuvo lugar el estreno de la serie documental Ernesto Lecuona: Siempre en mi corazón, del investigador y periodista Ramón Fajardo Estrada, por el espacio ¡Bravo!, del Canal Educativo, que el lunes 6 de agosto presenta el último capítulo, tras el Noticiero Nacional de la Televisión Cubana.
Cada una de las cuatro partes de la obra audiovisual posibilita a los televidentes conocer interesantes y novedosos aspectos de la vida y trayectoria profesional de un artista que, desde años atrás, es considerado el más famoso y difundido de los compositores cubanos a escala mundial.
Por tal motivo el locutor y periodista Ángel Ferrera realizó —para Habana Radio— una extensa entrevista al autor de Ernesto Lecuona: Siempre en mi corazón: Ramón Fajardo Estrada. Su tercera y última parte la publicamos hoy.
FERRERA. ¿Cómo se estructura el Capítulo 4, o sea, el final de la esta serie?
RAMÓN FAJARDO ESTRADA. El capítulo 4 lo comienza Lizt Alfonso, directora de Lizt Alfonso Dance Cuba, que ha recorrido una amplia área del mundo con su compañía y en sus programas incluye una coreografía de ella denominada Suite Lecuona. Esta pieza tiene dos obras del maestro: Malagueña y Andalucía. Lizt describe la aceptación que reciben en cualquier parte del planeta ambas composiciones del autor de La comparsa y, por otra parte, según sus criterios, Lecuona fue un adelantado en la música cubana y uno de los primeros autores empeñados en hacer lo que se ha denominado en la música con el término fusión.
FERRERA. Sí, cómo él, en esa época tan lejana, hizo fusión. Algo que también ha adoptado Lizt en el trabajo de su compañía.
RAMÓN FAJARDO ESTRADA. Sí. Ella explica muy bien todo eso. Y va cerrar el inicio de la cuarta parte Lizt Alfonso Dance Cuba, bailando Andalucía, de «Suite Lecuona».
FERRERA. ¿Y qué aparece a continuación?
FAJARDO. Después entramos en lo que sería la parte polémica del documental. La ubicamos en enero de 1959 y el triunfo de la Revolución Cubana. Desde el año anterior, Lecuona estaba en España. Allá fue con muy importantes proyectos que a la larga no se dieron por deteriorarse su salud. El enfisema pulmonar que padecía desde décadas atrás le jugó una mala pasada y determinó retornar a La Habana en diciembre de 1958.
Por eso lo sorprenden en altamar los cambios políticos que tienen lugar en Cuba en enero de 1959. A mediados de ese mes llega a la patria, deseoso de colaborar en todo lo que pueda contribuir con su actuación. Organiza festivales, conciertos, participa en actos públicos, etcétera… Pero es en tal momento cuando se desencadena contra él, Gonzalo Roig, Osvaldo Farrés y otros compositores una campaña animada por un pequeño grupo de autores. ¿Y qué les censuran? Pues de haber mantenido una actitud pasiva, desde sus posiciones directrices, en desmanes cometidos contra sus colegas por el depuesto gobierno a través de la SNAC, Sociedad Nacional de Autores de Cuba, entidad que en 1955 crea Fulgencio Batista, y prácticamente lleva a la penuria económica a la mayoría de sus miembros.
Lo antes narrado trascendió a la opinión pública cubana, que enseguida se volcó en defensa de los maestros Roig y Lecuona y, ante todo, con este último, que desde sus inicios profesionales sería un compositor venerado por su pueblo, por su público, por sus artistas. A larga, la campaña se estrelló contra toda la gigantesca pared que levantaron los admiradores del maestro, la prensa cubana, la Federación Estudiantil Universitaria… Ahí murió esa corriente adversa hacia el maestro y su cubanísima obra. Pero en ese trance, él se sintió muy mal. Principalmente porque en determinados periódicos se publicaron cartas y artículos de esos elementos con el empleo de frases muy fuertes al evaluar su personalidad y legado musical. Y fue en esa coyuntura que decidió partir de Cuba, el 6 de enero de 1960, para nunca regresar a su amada patria.
Opino que su partida de Cuba afectó su espiritualidad… Su vida empieza a transitar entre Estados Unidos y España, donde muere en 1963 a los sesenta y ocho años des de edad. Quizás hubiera podido vivir un poco más, pero encontrarse lejos de su tierra natal, obviamente lo afectó mucho… Desde antes de 1959, él hubiera podido establecerse en Argentina, México, Estados Unidos o España. Y, aunque varias propuestas recibió, nunca las aceptó. Cuba fue siempre para él lo primero. En cierta ocasión, a punto de abandonar la Isla para emprender una de sus giras al extranjero, le preguntaron: ¿Y qué se lleva usted, Maestro? Su respuesta no pudo resultar mejor: «Como siempre, me llevo a Cuba en el corazón».
FERRERA. Y así fue sin dudas. Está en su obra, está en todo. Cuba estuvo siempre en su corazón.
RAMÓN FAJARDO ESTRADA. Un hombre que afirmaría: «Hay que pensar siempre en Cuba y laborar para Cuba. Este siempre ha sido mi lema», tiene que haber recibido un impacto demoledor al hallarse lejos de la patria. Y es lógico que esto contribuyera a afectar más complicaciones derivadas de su padecimiento pulmonar. El 29 de noviembre de 1963 llega a su final, en Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias, la existencia de este hombre tan cubano y universal que se llamó Ernesto Lecuona Casado.
En mi condición de investigador hago una intervención en esa parte del capítulo cuatro de la serie referida a los ataques al maestro Lecuona en la Cuba de 1959. Ahí introduzco, además, un fragmento de la entrevista que logramos filmar al maestro Carlos Faxas, quien, en su responsabilidad como secretario general de la Unión Sindical de Músicos de Cuba, envía una carta a Ernesto Lecuona durante aquellos días difíciles, en la cual deja esclarecida la posición de esa colectividad con respecto a la honestidad y valores humanos del creador de Canto siboney. De inmediato, Bárbara Llanes canta Escucha el ruiseñor, una de las hermosas canciones de Ernesto Lecuona, secundada por la Orquesta Sinfónica Nacional, y le sigue María de los Ángeles Santana describiendo el estado de ánimo del maestro a su partida definitiva de Cuba, en 1960, y los nexos establecidos entre ambos, hasta el final, por correspondencia. Son extraordinariamente emotivas las palabras de la Santana, y se cierra toda esta sección con el pianista Nelson Camacho y la soprano Lucy Provedo en una exquisita interpretación de Dame de tus rosas.
Le sigue un segmento que ocupa el mayor tiempo de atención en la cuarta parte de la serie documental. Son las intervenciones de Nelson Camacho, Huberal Herrera, Juan Piñera y el doctor Eusebio Leal en torno a la actitud de algunos directores de programas de radio y televisión, funcionarios del sector de la cultura, etcétera, que en las décadas de los años sesenta y setenta pusieron cortapisas a la difusión y publicación de la obra de Ernesto Lecuona, a pesar de que ella nunca se prohibió, desde el punto de vista oficial. Aquí se incluyen las actuaciones de Nelson Camacho con el vals Crisantemo, y del maestro Huberal en Ante el Escorial, otra monumental página de Lecuona.
Después se aborda la etapa en que empiezan a quedar en el pasado aquellos años adversos a la música del maestro, vienen los tiempos de su resurrección, en los que, por distintas causas, adquiere tanta vigencia como en los días de su creación. Es ahí donde aportan al documental valiosas consideraciones Jorge Luis Prats y la cantante Miriam Ramos, quienes, además, deleitan a los televidentes con sus respectivas interpretaciones de A la antigua y Canto siboney.
Para terminar la serie escogimos a Ángel Vázquez Millares resaltando el reconocimiento que desde hace tiempo tiene Lecuona como el compositor cubano más famoso y difundido a escala mundial. Y, desde el punto de vista artístico, finaliza la cuarta parte con La comparsa, en un arreglo de Frank Fernández, quien la ejecuta al piano, secundado por la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la batuta del maestro Pérez Mesa, excelente filmación hecha en la sala García Lorca por René Arencibia para la EGREM.
Ahí tienes las cuatro partes de que consta este trabajo audiovisual.
FERRERA. Brevemente, por supuesto. Ahora, ¿para su guionista y director cuáles son las satisfacciones primarias y también las posibles insatisfaccionesɁ
RAMÓN FAJARDO ESTRADA. Nunca pensé que en mi trayectoria profesional iba a dirigir una obra audiovisual. Pero como no se contaba con la suma de dinero requerida para pagar a un director de cine, tuve que asumir la responsabilidad, sin saber, a ciencia cierta, en qué me metía y solo guiado por el buen deseo de no perder la oportunidad de rendirle un digno homenaje al maestro Lecuona.
Como puede sucederle a cualquier autor, en todo proceso de creación, nunca faltan los momentos difíciles, que, en este caso, fueron incontables. Pero siempre opto por recordar los buenos momentos, y son en los que prefiero hacer énfasis. Ante todo, debo destacar la generosidad de determinadas instituciones cubanas. Entre ellas, la UNEAC, cuyo presidente de honor, Miguel Barnet, respondió a nuestra solicitud de ayuda económica para la búsqueda y el pago de un editor, al perder el apoyo de la persona responsabilizada con esta tarea, así como de los restantes miembros del equipo de filmación, en la Productora de Medios Audiovisuales de la Oficina del Historiador, que, en su totalidad, causaron baja de la nómina oficial.
Por ese motivo, la serie documental se detuvo tres años, durante los cuales nada se filmó y editó, hasta que en el 2019 decidí retomar lo iniciado. Aquí fue importante el apoyo de Odalys Viera, subdirectora de Habana Radio, quien me entregó algunos materiales no incluidos en mis copias, y sucede el encuentro con el doctor Barnet. Tiene lugar en los días que él está dejando la UNEAC y asume la presidencia Luis Morlote, que daría continuidad a las gestiones de Miguel. Y aquí quiero detenerme para agradecer en esa institución al vicepresidente Pedro de la Hoz y a José Ramón Concepción, secretario ejecutivo de la UNEAC, el responsable más directo de lograr el financiamiento pedido.
FERRERA. Lo importante es que nunca se perdió el buen deseo de seguir….
Nunca. El propio doctor Miguel Barnet localizó al talentoso editor Lenner Santana, e integramos un binomio en que se impusieron la cordialidad y la comprensión. Si bien no poseo formación como realizador audiovisual, pero he sido un apasionado del cine, como expliqué antes, y estudié, busqué y puse en marcha una serie de recursos para guiarme en la edición de los testimonios y, principalmente, de las obras musicales filmadas para la serie. Esto último fue mi mayor reto, porque, por otra parte, esas filmaciones las hicieron muchachos que no eran camarógrafos ni sonidistas profesionales, sino editores que dieron un paso al frente para poder realizar la la obra audiovisual. Eso nos obligó a Lenner y a mí a trabajar muy duro con planos en que se movieron las cámaras, se hicieran desenfoques, etc. Y luego de jornadas de edición de casi dos años pusimos el punto final a un gran esfuerzo. Sí, creo justo calificarlo de esa manera.
FERRERA. Me parece algo modesta la palabra esfuerzo…
FAJARDO. Bueno, al citar la palabra esfuerzo, pongo a un lado el personal para destacar el de los entrevistados y artistas que convocamos; la colaboración de Producciones Colibrí al ceder las filmaciones de Bárbara Llanes y Omara Portuondo con la Orquesta Sinfónica Nacional, así como las que nos ofreciera René Arencibia, gracias a gestiones del barítono Ulises Aquino, con Ópera de la Calle, Frank Fernández, Laura Ansorena y Humberto Bernal, secundados por la cita agrupación musical.
En los materiales de archivo que se utilizaron resultó importante la ayuda que, desde México, nos brindara el doctor Rogelio Fernández, y la anteriormente explicada de Luciano Castillo con fragmentos del filme Cancionero cubano rescatados por él.
En otro orden de las cosas, está la acuciosa revisión del proyecto efectuada por Eduardo Eimil, reconocido director teatral y profesor de la FAMCA, que me hiciera atinadas observaciones en la forma de abordar la personalidad del maestro Lecuona en cine y, con palabras sumamente alentadoras, nos instó a acometer la empresa. Él se emocionó cuando, como asesor voluntario de la serie, la revisó una vez finalizada. Mi agradecimiento profundo, además, al profesor de maquillaje Carlos Moreno, quien se encargó de esta tarea, por nuestra larga y buena amistad, , al igual que de los peinados y el diseño de la imagen, en general, de Yolanda Hernández, Beatriz Márquez, Lucy Provedo, Katia Selva, Pura Ortiz y Gladys Puig.
Deseo precisar, asimismo, que a pesar de ser Ernesto Lecuona la inspiración de nuestro empeño, quisimos dedicar la serie documental a dos personalidades por las que siempre sentí respeto y admiración: la prima ballerina assoluta Alicia Alonso y el doctor Eusebio Leal, ambos presentes, con sus testimonios, en capítulos de la realización.
FERRERA. Esas son realmente satisfacciones…
FAJARDO: Son grandes satisfacciones. Como bien expliqué, carecimos de dinero y de un verdadero equipo de profesionales del cine para trabajar, incluido yo. Sin embargo, todos nos crecimos en el objetivo a alcanzar y se demostró que, a veces, sin recursos se pueden obtener logros, si se procede con entusiasmo, dedicación y amor. Con esto no justifico las deficiencias que generalmente acompañan a casi toda realización artística y no faltan en nuestra obra. Pero, en sentido general, ella constituye un ejemplo de la importancia de la pasión y el amor puestos en función de un proyecto.
FERRERA. Por supuesto, por supuesto. Y para Ramón Fajardo es tan solo quizás un primer paso en el mundo del audiovisual.
RAMÓN FAJARDO ESTRADA. Con 70 años de edad recientemente cumplidos, no crelo que se repita la experiencia. Uno empieza a preocuparse más de en qué emplea su tiempo y ahora tengo, como meta esencial, la biografía de Ernesto Lecuona. En la actualidad estamos en el proceso de edición de nuestro segundo libro dedicado al maestro, el cual debe salir en el 2022 bajo el título de Ernesto Lecuona: Cronología comentada. Y, casi de inmediato, nos proponemos comenzar a escribir su biografía, algo complejo de atender. Creo que la realización de esta serie documental solo ha sido una especie de transitoria incursión en el medio audiovisual, y de ella conservaré siempre los mejores recuerdos que me propició.
Aunque, lo anticipo, tal vez puede surgir otro proyecto que considere interesante. Antes de cerrar definitivamente mi ciclo profesional quisiera dedicarle a Ernesto Lecuona un material definidamente biográfico, porque la serie que es objeto de esta entrevista puede interpretarse desde muchos ángulos: testimonial, homenaje de intelectuales cubanos al maestro…
Estoy consciente de que falta ese material biográfico de una hora de duración para el cual dejamos archivado un lote de filmaciones. Lo importante será buscar el tiempo para asumirlo y, algo importante, encontrar quién nos apoye, desde el punto de vista financiero. Es una responsabilidad personal intentar el rescate del mayor legado de este artista nuestro, cuya trascendencia es tanta que a veces son escasas las palabras al intentar definirla. Él será siempre grande entre los grandes.
FERRERA. Gracias, Fajardo. Gracias por esta conversación, gracias por esta nueva obra, gracias por esa pasión. Una pasión en la que siempre está presente algo que decías que representa por supuesto a Lecuona, y que creo que es uno de los grandes atributos de toda su obra, que es la cubanía. Usted, desde su quehacer, siempre ha estado, digamos, como un celoso guardián de la cubanía, de la preservación de lo mejor…
RAMÓN FAJARDO ESTRADA. Nunca olvidemos que Ernesto Lecuona es un símbolo de cubanía a escala continental y mundial. En cierta ocasión, al hablarme del maestro, un investigador venezolano me dijo acerca del primer aspecto mencionado: ”Él es uno de los soles que alumbra nuestra América.”
FERRERA. ¡Qué mejor resumen! Gracias.
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