Encuentro con: espacio abierto para el diálogo cultural en el Pabellón Cuba
11 de julio de 2024
| |La tarde de este jueves se vistió de celuloide con la presencia del Premio Nacional de Cine 2022, Manuel Herrera, en el imaginario más joven del vedado: el Pabellón Cuba, sede de la Feria Arte en La Rampa, auspiciada por la AHS y el Fondo de Bienes Culturales durante esta cita estival 2024.
Con este conocido guionista y director del cine cubano dialogó íntimamente la reconocida periodista, Magda Resik, en el habitual espacio “Encuentro con”, que propone el Salón de Mayo del Pabellón Cuba, sede habitual de la Asociación Hermanos Saíz.
Asistieron a la cita, Marta Bonet, Presidenta de la UNEAC; Yasel Toledo, Presidente de la AHS; entre otras personalidades de la cultura nacional.
Según la anfitriona de este espacio, Magda Resik, la cita es una oportunidad única para compartir con los más jóvenes y junto a los grandes rostros de la cultura. Un encuentro que se disfruta en toda su dimensión espiritual y que permite, al mismo tiempo, recoger el testimonio y las confesiones de los protagonistas que han escrito diversas páginas gloriosas para la memoria y la historia del país.
Cómo bien expresara Magda Resik, su invitado de este jueves, 11 de julio, es un ser especial, que no ha dejado de pensar el cine como una necesidad para la vida cultural de la nación. Un artista de muchos tiempos, enamorado de la vida y de su esposa, compañera en la ruta de su existencia, la actriz y también premio Nacional de Cine, Eslinda Núñez.
Este inquieto director del cine cubano ha sido autor de innumerables obras documentales y de ficción, que han trascendido más allá de una época y una generación por sus temáticas y contribuciones estéticas.
Con la interrogante de que la pasión despertó la curiosidad por el arte, comenzó este diálogo cultural entre la anfitriona del “Encuentro con”, y el hombre de la cámara que hizo posible películas como, “Zafiros, locura azul”, del año 1997.
Manuel Herrera, recuerda sus días de infancia, donde descubrió las primeras películas de la historia del cine. Pero fue “Rojo Amargo”, exponente del Neorrealisno Italiano, el filme que le motivó viajar por la aventura de las quimeras de la imagen en movimiento. Su ciudad de Santa Clara fue el espacio ideal para compartir de este sueño que parecía algo absurdo de creer, pero que finalmente logró concretar cuando llegó a La Habana y comenzó a trabajar en el ICAIC.
Fue gracias a Roberto Fandillo que descubrió el lenguaje de la edición, trabajando como asistente de dirección en el año 1961, luego pasó a ser asistente de dirección, gracias al empuje del cineasta Julio García Espinosa.
La experiencia creadora junto a Tomás Gutiérrez Alea (Titón) fue un momento único en su vida como asistente de dirección en la película “Las doce sillas”, que luego repetiría en “Combite” y “Una pelea cubana contra los demonios”. Una contribución que le ayudó mucho en materia de organización.
Resol Aguirre con cierta sonrisa y pericia indagadora le despierta a su invitado el evocar otros pasajes de la vida profesional de este amante del celuloide.
Manuel Herrera nos recuerda que con el ICAIC asumió una actitud ante la vida, porque no había una escuela de cine, en aquel entonces. De ahí que la realidad social era interpretada con desenfado, con una suerte de inocencia poética, donde pensar un movimiento y una colocación de la cámara era esencial para lograr lo que se pretendía.
Considera que en su formación fue esencial la polivalencia del quehacer profesional, donde se recibían talleres de prestigiosas personalidades del mundo del cine, y junto a ello, también se producían climas propicios para la creación con la exhibición de obras de arte y con la impronta de un debate cultural entre los distintos equipos de creación que comandaban algunos de los directores de cine más experimentados, donde estaban los nombres de Alea, Solás y Espinosa.
El documental “Girón” fue un gran salto en su carrera artística, confiesa con entusiasmo el creador de este material audiovisual. En ello destaca, que trató siempre de mezclar la ficción con el documental.
Con apenas 25 años, Manuel Herrera se arriesgó en este ejercicio del género documental, que terminó siendo como una suerte de ensayo experimental, el cual finalmente le despertaría en su profesión los aires de una intensa búsqueda investigativa.
Ante esta forma rigurosa de pensar la creación, interroga nuevamente, Magda Resik: “¿Hasta dónde ficción y hasta dónde realidad cuando se habla de historia en el cine?”.
El desafío está en replantearse aquello que no está en la historia —sugiere, Herrera—, y que se debe imaginar en la personalidad y la ocurrencia de ciertos nombres y hechos de la historia. Siempre destaca el artista, indagando en sus pasiones y sus misterios, en sus relaciones y entrañas más quijostezcas.
Volviendo a la temática de la historia, Magda Resik, le conmina hablar de la figura de Carlos Manuel de Céspedes.
En Céspedes— confiesa Manuel Herrera—, encontró la imaginación. Insiste que en este personaje abundan pasajes y mitos extraordinarios como únicos.
Aborda ante la mirada observadora del público presente que cuando ocurrieron los preparativos del Centenario de Céspedes en Cuba, había presentado un cuento sobre su muerte, basado precisamente en las osadas investigaciones de Hortencia Pichardo y de Portuondo.
Con la Pandemia, se da entonces a la tarea de escribir un guion para el cine, y a pesar de que las bibliotecas estaban cerradas, no se detuvo en su fin hasta encontrar entre sus manos el libro “El diario perdido de Carlos Manuel de Céspedes”, escrito por el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler.
Fue así como llegó a construir el argumento de su nuevo guion, aún en construcción, que indaga precisamente en la conspiración que se produjo contra su personalidad para anularlo, luego de su salida como Presidente de la República.
Estos instantes de la historia, leídos por la voz intimista de Manuel, junto a los grandes amores del Padre de la Patria, y la virtud de reconocer en ello, a todos sus hijos, “hizo de este hombre la creencia de que se había alzado con un ejército, cuando sólo existía en su imaginación”, recapitula en su diálogo con el público, Manuel Herrera.
A la pregunta qué tiene el cine que vale la pena seguir haciéndolo, respondió el Premio Nacional, que es un arte que entretiene, que atrae y seduce al espectador, llevándolo a donde quieres, pero haciéndolo pensar de un modo activo en lo que sugieres como historia y como acto de sensibilidad colectiva. A pesar de ello, lamenta la decadencia de la asistencia del público, cuando este es el que alimenta su vida social. Por ello debe recuperarse como acto de familia, como un acto de juventud, donde el público sea el más importante anfitrión.
En la actualidad, el cine debe ser un centro cultural con más de una opción recreativa, y con más de un estímulo para compartir, agrega Manuel Herrera.
El mensaje a los más jóvenes cineastas no podría faltar en este diálogo cultural, donde el mundo es tan inquietante y veloz por el ritmo de su propia época digital. “Lo primero a considerar en los más jóvenes es que hay que enamorarse de la obra como mismo de un ser que amas. Tienes que disfrutar con pasión lo que haces. Y sobre todo cuando escribes, porque cada página escrita es una obsesión representada de lo que se siente”.
La también vicepresidenta de la UNEAC, Magda Resik, indaga en el complemento amoroso de su ruta existencial. A lo que el director Manuel Herrera, dice con una suerte de gracia, que su mayor crítica en el ejercicio de su obra ha sido y es Eslinda Núñez. Ella es el complemento ideal de lo que a veces no tienes y se necesita para lograr el fin deseado, porque sin riesgo no hay arte, reafirma en este sentido como principio del amor, Herrera.
Para este hombre de cualidades tan sensibles, “Cuba es un sueño”, que no debe perderse, porque en su interior habitan muchos más sueños que bien merecen la pena ser salvados.
Considerando está misma idea, Magda Resik, invita al invitado de este jueves de su espacio “Encuentro con” a pensar en que significa ser cubano.
A lo que responde con suma sinceridad. “Son tiempos de pensar en el olor del Cañaveral, en las rutas de la historia, en los vicios de la economía. En todo aquello que nos distingue, pero que nos debe asombrar todos los días”.
“A pesar de todos los vaivenes, el Arte Cubano, sigue denotando fuerza”, expresa Magda Resik.
Una idea que se presenta en el cineasta como fuerza de recuperación. Dado en lo fundamental a la prestancia de esa habilidad que se llama: imaginación. Con esa máxima y esa fuerza se puede hacer entonces para Herrera, arte siempre. Ese arte en cualquier manifestación de la creación y la vida que se revierte en fuerza apegada al desarrollo de la imaginación y su máxima exploración. Es por ende, que el arte necesita de un intelecto y también de aprendizajes. Y son ellos los que te llevan a que el arte siga siendo vivo.
El placer de compartir tanta sabiduría y experticia en el arte con un cineasta que se siente aún deudor de su tiempo fue el mayor regalo para el público presente en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba.
Una suerte de premisa que se agradece como gesto de compromiso por la Presidencia de la AHS y sus jóvenes creadores que también le rindieron honor a este maestro de Juventudes con la entrega de obsequios a título de los que construyen futuro en Cuba.
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