En San Pedro, revive la tierra
8 de abril de 2022
|Por: Equipo enviado especial de Habana Radio
Fotos: Alexis Rodríguez
El poblado de San Pedro se convirtió oficialmente en sede del 20 Seminario Iberoamericano de Arquitectura y Construcción con Tierra (Siacot), pues durante dos días los participantes en el evento trabajaron de conjunto con los habitantes de esa comunidad.
Sentir el evento como suyo, como exhortó en cierta ocasión a los pobladores Duznel Zerquera, Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios y coordinador general del Siacot en Cuba, fue la principal motivación de esta particular localidad de larga data histórica y de gran valía por su arquitectura vernácula. Y es que el rol protagónico de los habitantes fue esencial para el desarrollo exitoso del acontecimiento.
Durante dos jornadas prácticas del Siacot 2022 se mostró al mundo – debido a la presencia de una buena cantidad de participantes extranjeros – “la tradición centenaria del embarro, un método tan antiguo que a la vez puede ser muy moderno en términos de sostenibilidad ecológica”, como afirmó Zerquera.
Y es que Trinidad fue la ciudad escogida como sede entre más de 600 ciudades para este Siacot 2022 precisamente por preservar esta práctica arquitectónica que el poblado ha conservado del mismo modo que lo hicieron sus ancestros.
Los grupos de trabajo identificaron las necesidades constructivas del poblado, se constató la marcha del proyecto de rehabilitación de casas a cargo de la Oficina y seleccionaron zonas viables de la comunidad para el desarrollo de los talleres prácticos con el apoyo de los vecinos, que pusieron a disposición viviendas, patios y todos los recursos con que cuentan.
Si algo impresionó a los participantes del Siacot en estas jornadas de talleres – cierre del evento – fueron, entre otras cuestiones, las maravillosas potencialidades que ofrece la tierra para lograr diversas expresiones artísticas (desde el muralismo hasta la arquitectura), y la implicación de la población sampedrera para conocer de estas técnicas y no dejar morir esta tradición vernácula.
Para la argentina Natacha Hugón – quien ofreció el Taller Murales con revoques de tierra, más conocido en nuestro país como repello – ha sido un momento especial estar en este Siacot y en San Pedro, y compartir con sus habitantes. En esta especialidad, nos explica, se aplican capas de colores con las tierras naturales que hay en la región – amarillas, rojas, rosas, naranjas, gran variedad ,- para diseñar un bello mural creado entre ella y el artista trinitario Israel Rondón. De esta forma se trasmiten los principios básicos de la correcta preparación de revoques de tierra con pigmentos para la aplicación en murales decorativos-artísticos, técnica que en los últimos tiempos, según nos confiesa la especialista, ha tenido un crecimiento exponencial en nuestro continente.
Un total de 13 talleres distribuidos por toda la comunidad permitieron acercarnos a las diferentes modalidades constructivas. Ellos son Prueba de campo, Test de Carazas, Adobe, Tapia, Embarrado, BTC, Revestimientos de tierra y cal, Restauración, Mampuesto, Frescos a la cal, Taller para infancia y Muralismo.
Sobre este último, especialistas de Ibomex (Instituto de Bóvedas Mexicanas y Tecnologías Regionales) explicaron sobre el funcionamiento de la geometría para construir cubiertas abovedadas sin cimbra – cubiertas sin un moldaje que sostenga la albañilería mientras se construye ,-. Estas bóvedas utilizan ladrillo cerámico y adobes, poniendo especial énfasis en la colocación de cada uno de los bloques para formar la cubierta abovedada.
La habitante del poblado Oneida Ortiz agradece que su vivienda de embarro surja gracias a la celebración de este evento y a todos los especialistas implicados en el Taller de Embarrado – cuyo principal responsable fue el Conservador de Trinidad, Duznel Zerquera -. Aquí la tierra – imbricándose con madera y paja toma vida una y otra vez con este tradicional método del pueblo. Y es que en la comunidad de San Pedro perviven el embarrado para la construcción de las casas y el guano para muchos utensilios del hogar como parte de sus tradiciones artesanales. En este Taller se realizó la aplicación de la técnica en todas sus etapas: preparación del entramado, de la tierra, mezcla con fibras y llenado de un muro.
Por su parte, con el Taller de Mampuesto se nos presentó los principios básicos de la mampostería tradicional que representa el patrimonio arquitectónico de la ciudad de Trinidad. Un muro de mampostería fue levantado donde se combinaron ladrillos cerámicos, piedra y tierra para conformar los elementos de este, además de otros asociados como arcos y óculos.
Historia, tradición y devenir de San Pedro
La arteria principal de San Pedro fue testigo de la magistral actuación del grupo folclórico Leyenda folk, con bailes tradicionales referentes a los orishas, y con la participación de los habitantes del barrio junto a los expertos; actuación que dio inicio a los Talleres.
Pero, ¿por qué subyuga tanto San Pedro a los que lo visitan, cuando bien aparentemente es como cualquier otro poblado de los campos de nuestra Isla? Quizás en su historia, tradición y devenir radique todo.
San Pedro se encuentra a 32 kilómetros de la ciudad de Trinidad, con una extensión territorial de 15 Km cuadrados y está compuesto por cinco comunidades. Se dice que el poblado fue fundado en 1737 por Doña Isabel Calderón y Don Bernardo Ortiz. Estos dueños lo entregaron a los curas para que hicieran un pueblo de esclavos, españoles y cabalgadores que al pasar hacían ranchos y fueron quedándose, fundando la aldea. Cuenta la tradición que se llama San Pedro pues de Santiago de Cuba trajeron el Santo de San Pedro para Trinidad y en la trayectoria se formó un temporal y lo dejaron para que luego lo recogieran, pero el pueblo no quiso que se lo llevaran y se quedó en una Iglesia hecha por el pueblo con el apoyo de los católicos.
Pero otro hecho que hace particular a este poblado parte de otra circunstancia histórica. En el siglo XVIII, al suroeste del Valle de los Ingenios de Trinidad, negros libertos y pequeños colonos, al ocurrir el colapso de la economía azucarera que – tan fatales consecuencias trajo para toda Trinidad -, fundaron un asentamiento de arquitectura vernácula. Su núcleo histórico, compuesto por viviendas de embarrado y tabla, con cubiertas de guano y tejas, constituye uno de los mejores ejemplos de barrio tradicional cubano.
Este poblado es portador de una historia y cultura sorprendentes. Por ejemplo, el carácter místico-religioso del lugar se refleja en las fiestas populares tradicionales que celebran cada año: la del 3 de mayo, inicio de la primavera, es conocida por todos como La Cruz de Mayo, y el 29 de junio, día de la procesión de San Pedro.
El aislamiento social geográfico contribuyó a la formación peculiar con un modo de vida de arraigadas costumbres de las técnicas africanas mezcladas con criollas, formando una identidad nacional característica.
Actualmente, el poblado tiene cerca de unos 1500 habitantes repartidos en unas 190 manzanas. Y es que otras aristas que caracterizan a San Pedro además de su arquitectura y caminos que nos hacen extrañar el asfalto, es la esencia rural del poblado. La humildad se hace presente desde el primer instante en sus residentes, descendientes de colonos europeos y de africanos libertos; y luego en la cal que blanquea las paredes de las casas o en los postes eléctricos de palo recién cortado.
A quien le preguntes sabe responder con exactitud cómo se hace una casa de embarro. He ahí donde radica el legado patrimonial de San Pedro. Allí se conservan expresiones genuinas de la arquitectura vernácula; y otras artesanales. Como muchos dice, en esa masa compacta de tierra, yerbas y madera que sostiene cada vivienda, habita el espíritu de la comunidad.
La arquitecta Nancy Benítez Vázquez, en su investigación titulada “San Pedro, exponente de la arquitectura popular de tierra”, expresa – y así se observa – que la casas son pequeñas, de una sola planta y están construidas con estructuras de horcones y “parales”. Estas estructuras son empotradas en el suelo como soporte para el techo de madera y tejas, y reciben un entramado de “cujes” y barro que componen las paredes. Las maderas usadas con más frecuencia tienden a ser las más fuertes.
La especialista sigue afirmando que el embarro es una masa de arena y arcilla que “al humedecerse permite la plasticidad y la adherencia” – eso lo pudimos observar en los Talleres de estos días -. Es tierra mezclada con hierba y agua, que luego de ser amasada lo suficiente, proporcionará una masa compacta (…) la cual será colocada dentro de la estructura (ubicada a manera de) «cajón» hasta ir cubriendo todo el entramado”.
Gracias a esta técnica que no solo resulta una expresión del patrimonio material de esta comunidad del Valle de los Ingenios, sino que además abre un camino a futuras soluciones constructivas en momentos en los que la Isla lidia con el deterioro del fondo habitacional, resaltan las casitas de San Pedro, un lugar que renuncia a dejar morir este tipo de tipología constructiva.
Es por tal motivo que existe un proyecto sociocultural y un círculo de interés que busca incentivar en las nuevas generaciones sentimientos de identidad con la tierra y sus disímiles usos, además del rescate de sus parrandas y fiestas populares.
Pero también desde el 2017 la Oficina del Conservador trabaja en la reanimación de un promedio de 10 viviendas al año con técnicas de embarro; de esta forma asegura la conservación de este elemento de la arquitectura vernácula y el mejoramiento de la calidad de vida de las personas.
Como bien se ha expresado y así lo pudimos constatar los que asistimos allí estos días a los Talleres es San Pedro una comunidad que engalana su arquitectura vernácula de riqueza espiritual, al tiempo que sus habitantes contagian al visitante de humildad y sentido de pertenencia hacia el patrimonio material e inmaterial que han sabido conservar.
Qué suerte: en San Pedro y en Trinidad, gracias al Siacot 2022, revive la tierra.
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