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Empecinada en los sueños

25 de noviembre de 2013

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Fotos: Alexis Rodríguez

Me resisto a dar crédito a sus palabras. Me resulta difícil entender que esta mujer, quien a lo largo de las últimas tres décadas se ha convertido en una de las voces más reconocidas y aplaudidas del escenario musical de la isla, me confiese que siente pánico ante un error en su trabajo, porque el arte –algo tan sagrado como la vida de un ser humano— la hace temblar.

Seguro estoy que no se trata de una pose de ocasión. Aquellos que hayan seguido la trayectoria profesional de esta cantautora, avalada por más de una decena de discos, tanto para el público adulto como para niños y jóvenes, saben de la entrega, el tesón, la sinceridad, el altruismo, de alguien que, como artista y como mujer, se considera absolutamente realizada.

Reveladora es esta conversación, en que la guitarrista, la compositora, la intérprete, rememora momentos de su vida, reflexiona sobre el proceso de creación, rinde tributo a quienes han marcado su existencia, cuenta de sus empeños cercanos y de sus proyectos por venir… Ocasión propicia para descubrir, también, la modestia, la nobleza, la humanidad, de esta defensora de los más hermosos sueños que, por fortuna, no ha dejado de ser Liuba María Hevia.

 

El primer tema de nuestra conversación se impone. Como en este año 2013 celebras tus tres décadas de vida artística, me gustaría que me comentaras cuáles han sido los proyectos llevados a cabo y los que emprenderás en el futuro inmediato.
Ha sido, y es, realmente, un año de mucho trabajo. Se inició con un concierto que preparamos con Verónica Lynn, una de nuestras grandes actrices, a quien quiero mucho. Fue muy agradable, muy alentador, una escuela, algo muy especial trabajar con una mujer como ella, que viene de una generación caracterizada por un notorio rigor. Hacía años quería organizar un concierto vinculado al mundo de la literatura, en que aparecieran poemas de mujeres entrelazados con algunas de mis canciones. Se logró hacer algo muy especial, que presentamos no solo en La Habana, en el Museo Nacional de Bellas Artes, sino también en varias provincias, como parte de una gira nacional.

En ese concierto aparecieron poemas de escritoras importantísimas, de diferentes generaciones, como Carilda Oliver Labra, Fina García Marruz, Dulce María y Flor Loynaz, Mirta Aguirre; también, de voces más contemporáneas, como Ada Elba Pérez, Reina María Rodríguez… Fue algo muy lindo poder preparar un espectáculo en homenaje a la mujer creadora de manera general, donde estuvieron también las artes plástica, con la obra de Iris Fundora; la danza, con algunas bailarinas excepcionales de Danza Contemporánea de Cuba, con coreografía de Pepe Hevia…

Ese fue el inicio del 2013. Continuamos, también, con el trabajo que siempre hacemos, con los niños en los hospitales, en algunos lugares durante las vacaciones de verano y ya, en septiembre, comenzamos a grabar un disco, que se llamará “El mapa de mis canciones”. Un disco que creo me debo y les debo a quienes siguen mi trabajo. Nunca había grabado un disco a guitarra, va a ser el primero que haré básicamente a guitarra, aunque tendré otros instrumentos derivados de ella, como el laúd, el tres, el bajo, el contrabajo. Como invitada estará una parte de la orquesta de guitarras del Instituto Superior de Arte (ISA). Será un homenaje a la guitarra como medio de expresión, a la guitarra por ser la puerta que ofrece las canciones. No es un secreto que le debo casi todas mis canciones a la guitarra.

El sábado 30 de noviembre, en el teatro Karl Marx, será el concierto “Tantas vidas”, producido por el sello discográfico Colibrí, por mis treinta años de vida artística. Allí haré un recorrido por momentos de mi trayectoria, cantaré mis canciones entrañables, se entrelazarán otras manifestaciones artísticas y estaré acompañada de varios amigos, todos bajo la dirección de Osvaldo Doimeadiós. El programa será grabado para cerrar el ciclo de presentaciones de este año, que quedarán recogidas en un DVD.

 

¿Será “El mapa de mis canciones” una antología de tus canciones o, por el contrario, un disco nuevo?
Es una pregunta muy interesante. En el disco aparecerán canciones que nunca he grabado, inéditas, que canté alguna que otra vez cuando era muy joven. Pero también van a estar canciones conocidas con grandes orquestaciones, que ahora se presentarán, digamos, casi desnudas, más a fondo, más directas, más secretas, más sinceras, más cercanas…

 

La guitarra, como me comentabas, es el instrumento que, a lo largo del tiempo, te ha servido para expresar tus más íntimos sentimientos. ¿Por qué es este, entonces, tu primer disco grabado con guitarra?
Es que, curiosamente, a mí me ocurre algo muy particular. Comencé a trabajar como trovadora, con mi guitarra, cuando, en 1982, entré al Movimiento de la Nueva Trova; en 1983, fui finalista del programa de televisión “Todo el mundo canta”, y casi todas las presentaciones eran con guitarra. Pero ya en 1990, creaba un grupo musical acompañante. Desde unos años antes, en el Conjunto Artístico de las FAR, experimentaba con cuartetos de cuerdas, con músicos de la Escuela Nacional de Arte que pasaban allí el Servicio Militar o el Servicio Social. Fue Pablo Milanés quien tuvo la gentileza de invitarme a grabar mi primer disco, en 1993, y para entonces, desde hacía tres años, trabajaba con un grupo y tenía ya muchos arreglos listos. Por eso, muchos me clasificaron inicialmente como una cantora de música campesina –que también lo soy–, aunque también componía canción libre, habanera… Muchas veces entré al estudio con la necesidad de expresarme a través de la guitarra, pero mezclada con otros instrumentos. Claro, esto no quiere decir que, por grabar ahora con la guitarra, no cuente también con un formato-base, como le llamo, que incluye tres, laúd, guitarra, violín, chelo, percusiones.

 

Puede afirmarse, entonces, que este disco va a ser como un tributo, como un homenaje a la guitarra…
Exactamente: a la guitarra, a los trovadores, a los maestros… A toda la gente a la que le debo, y le debemos, los trovadores. Y también a las canciones y al sonido de la guitarra, que es algo imprescindible para un trovador.


Si se revisa tu currículum resultan evidentes tus vínculos con la poesía y pienso, por ejemplo, en la difusión, gracias a tu música, de la obra lírica de Ada Elba Pérez.

No, ocurre algo trastrocado a través del tiempo, que siempre aclaro. Es una equivocación que tiene su lógica y su fundamento. Como Ada era una joven multipremiada en eventos de talleres literarios y fue, incluso, bastante publicada, muchos nunca supieron que ella tocaba la guitarra y el piano y que hacía canciones. Meses después de conocerla, me regaló una canción. Así, de una manera mágica, comenzó a hacer canciones. La primera, letra y música, fue “El sitio de los ángeles”, algo para tenerlo muy en cuenta, pues es una canción redonda, de esas canciones que yo hubiera querido escribir.

¡Ada y yo soñamos hacer tantas cosas! La vida era tan rica y tan hermosa que no nos dio tiempo. Nos ofreció otras cosas. No se puede tener todo, no nos dio tiempo a componer juntas. Por ejemplo, las canciones que tengo compartidas con Ada, es porque ella las dejó grabadas de manera fragmentada. De “La calabacita”, ella dejó la letra y la música de la primera estrofa y yo completé el resto. Así ocurre, también, con Estela… Ada dejó grabada la música y la letra del estribillo y yo seguí las otras estrofas.

En realidad, no tengo capacidad, cualidades, talento, para la musicalización. Solo me he atrevido a musicalizar, hace unos años, dos décimas del Indio Naborí y una de Fefé Diego para un disco llamado “El gato Simón”. Soy más bien una admiradora de la música interior de la poesía. Prefiero que la poesía me regale una música que es muy mía. Nunca he tenido la intención, la necesidad, de expresarme a través de musicalizaciones de poetas.

 

¿Y qué es para ti la poesía?
Esa pregunta me gustaría más que se la hicieras a un poeta. Pero, mira, te digo: la poesía es algo misterioso, que está y que solo saben ver los poetas.

 

Te propongo una vuelta a los orígenes: ¿existió alguna influencia familiar que te llevara a la música?
Tuve la dicha de tener una madre que escuchaba mucha música, melómana incansable, cazadora de canciones a través de la radio… Escuchábamos música todo el tiempo. Mi infancia tiene una banda sonora permanente. No hay una imagen en mi memoria, que no la recuerde asociada a una música. Escuché mucha música tradicional, tangos, música suramericana… Recuerdo, por ejemplo, el programa de televisión Palmas y cañas, en sus buenos momentos, cuando lo veíamos en casa de mi abuela materna María. Aquello era una fiesta: ver la emoción de Angelito Valiente cuando encontraba la palabra exacta para terminar una décima, ver las controversias tan refrescantes, interesantes, simpáticas, de Justo Vega y Adolfo Alfonso… Todo eso que uno recibe desde la infancia, sale después. Por eso, para mí, la música campesina no es un capítulo ajeno, como no lo es el tango, como no lo es la habanera.

He podido comprobar que todo lo hecho hasta ahora es una respuesta a esas vivencias captadas en la infancia. De ahí que sea tan importante darle a los niños lo mejor del arte, lo mejor de su historia, lo mejor de sus raíces, lo mejor que hemos disfrutado, lo mejor que hemos vivido… Y hacerles conocer, también, lo que no es mejor, para que sepan valorar, diferenciar, y no sean luego presa de modas a veces trituradoras de valores históricos, de esencias que no podemos perder.

 

Con ese entorno familiar era evidente que tu destino sería la música…
Tuve la intuición –y es algo que dije desde muy niña y mi madre lo recordó siempre– que me iba a dedicar a la música. Quizás mi familia no lo entendía, pues no tuve la posibilidad de estudiar de niñita porque no tenía guitarra. Aprobé un taller que impartía Leopoldina Núñez, pero no pude entrar a los ocho años a la escuela, porque no tenía el instrumento. Vine a tener una guitarra, que me regaló toda la familia, después de hacer una colecta, a los trece años.

 

No sería osado afirmar, pienso, que, a pesar de estos contratiempos, has sabido aprovechar las oportunidades de la vida y hoy atesoras una sólida carrera profesional de treinta años.
Sí, así lo creo. Pero no ha sido una virtud consciente, ha sido la necesidad de expresarme y el disfrute experimentado a través de la música.

 

¿No te ha interesado alguna otra manifestación artística más allá de la música?
Me gusta mucho el teatro. Me hubiera gustado trabajar, por ejemplo, en el mundo de los títeres, de las marionetas, en ese universo mágico del teatro para niños. Pero para ello se necesita un talento que seguramente no tengo, pues, de haberlo tenido, de alguna manera se hubiera manifestado.

 

En varios momentos de esta conversación, te has referido a los niños, ¿por qué esa predilección por crear para tan exigente público?
De niña, disfruté muchísimo la música infantil y, de adulta, he experimentado un enorme placer cantando esas canciones que entonces escuché. Por ejemplo, las canciones de María Elena Walsh, Teresita Fernández y Gabilondo Soler fueron esenciales en mi formación ética –puedo decirlo así– y fueron las que más canté. ¿Qué es lo que me da la fortuna de poder trabajar para los niños? Conocer a Ada Elba Pérez, cuando ella empieza a escribir canciones como “Señor arcoíris”. Fue la primera que hizo para niños y me encantó la melodía. Fíjate si era así, que Ada componía, me hacía cantar y me decía: “vamos a cambiarle esta notica, que te va a quedar mejor”. Las hacía pensando en mi voz. Y así fuimos llevando estas canciones, en un trabajo comunitario, a hospitales, a barrios y a otros sitios. Fíjate qué bonito: esas canciones empezaron a oírse en esos lugares más íntimos, sin pretensiones, sin luces fatuas, donde solo se entregaba el corazón y luego ya se grabaron, algunas fueron a la televisión, después a los conciertos. Así se fue formando un concepto, un trabajo necesario para los niños.

 

Ahora que celebras tres décadas de vida artística, ¿qué te ha quedado por hacer en estos años?
Me han quedado muchas cosas por mejorar en lo que ya hice. Me ha quedado grabar música del sur, porque me detuve en Argentina, pero están Chile, Perú y otros países a los que quiero cantar. Me queda grabar mis canciones, que se han quedado guardadas, que fueron muy cantadas cuando las escribí, cuando no pensaba ni siquiera hacer un disco. De faltarme, también me faltan muchas cosas que quiero hacer con los niños.

 

¿No has pensado en la posibilidad de escribir tus memorias de todo lo realizado hasta hoy?
Gracias a unos amigos, se publicará un libro que, en parte, será como unas memorias. Realmente es un cancionero, pues lo más importante, lo más voluminoso, son las más de ochenta canciones incluidas. Se va a titular “Tantas vidas”, como el concierto, y la persona que impulsó este proyecto es Roxana Fuentes, una amiga, filóloga, realizadora de radio. Además de organizar las canciones, reunió textos de la prensa, documentos, y preparó un capítulo en que, en una especie de diálogo, hablan diferentes personas acerca de momentos muy especiales de mi vida, de mi carrera.

Es un libro que tiene también acordes de guitarra, con diez de mis canciones, y un disco que quise grabar en un estudio, cantando y tocando la guitarra a la vez, como antiguamente grababan los trovadores, sin ese excesivo cuidado que lastima a veces la creación. Porque hay que tener cuidado con esa limpieza tecnológica que, a veces, le quita el alma a las cosas. Hay un regalo en este disco, a modo de homenaje, que es la presencia de Verónica Lynn diciendo algunos poemas de Ada Elba Pérez.


¿Cómo es tu proceso de creación? ¿Crees en la inspiración?
¡Absolutamente! Me vine a dar cuenta de la cantidad aproximada de canciones que tenía, trabajando en el libro. Nunca me había detenido a organizarlas. No me preocupa que, en una época de mi vida, haga pocas canciones. Por ejemplo, cuando tengo una curva de mucha euforia, la creación es más lenta. Soy una mujer que responde a señales de inspiración, a un instinto. Una idea melódica, con una frase que me viene a la mente, me hace buscar enseguida la guitarra. Si esa idea me gusta, me cautiva, me seduce, me atormenta dulcemente, entonces tengo que buscar la guitarra. No sé escribir una letra y después ponerle música. Más bien le pongo letra a la melodía interior que ya viene provocándome una canción.

 

Tu respuesta me confirma que no puedes componer por encargo.
No, creo que no, pero, a la vez, sí. Recuerdo, por ejemplo, cuando me propusieron trabajar para la teleserie “El balcón de los helechos”. Les expliqué que si no lograba sentir algo muy especial, no iba a poder crear una música. Me dijeron, entonces, que cántara alguna de las canciones nuevas, que no estuviera grabada. Tenía “Antes que nazca el día”, que les gustó como tema del programa. Pero después faltaban los temas de los personajes. Me leí el guión, me metí en la historia, y salieron tres canciones: “Corriendo el peligro”, “Tema para Verónica” –que está incluida en mi disco “Puertas”– y “Lo invisible”. En resumen: tiene que haber un antes, pero un antes que se meta muy dentro de mí.

 

A estas alturas de tu vida, ¿te consideras una artista realizada?
Una mujer realizada. Es un privilegio haber podido hacer la carrera que he querido. Conozco a muchas personas, mujeres y hombres, no solo en Cuba sino en otros países, que tienen tanta necesidad como yo de expresarse a través de la música o de la literatura y no han podido hacerlo por mil razones: familiares, sociales, personales… He podido hacer con mi vida, en mi vida, las cosas más entrañables. Me siento absolutamente realizada.

Claro, estoy también inconforme, porque soy perfeccionista. Eso es muy malo, pues tienes poco descanso, eres muy rigurosa, dura contigo. Pero no puedo quejarme. He sido una mujer privilegiada. He conocido a grandes personas, a quienes he amado antes de conocerlas. Para querer a Teresita, a Silvio, a Pablo, a Amaury, para querer a Eusebio Leal, no tenía que conocerlos. Personas que me han llenado de luces, con quienes he compartido mi vida, mi trabajo. Por eso, más que como artista, en un sentido más integral, como mujer, me siento realizada en la vida.

 

Tengo una última pregunta, muy relacionada con tu respuesta anterior: ¿quién es Liuba María Hevia?
Una mujer como todas. Alguien que tiene una niña todavía ahí despierta, que aun siente pánico ante algo mal hecho en su trabajo. Porque el arte me hace temblar, pues creo que es algo tan sagrado, como la vida de un ser humano Un mujer, quizás, un tanto más soñadora que otras, empecinada en los sueños, defensora de sus sueños.

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