El Capitolio, 1929-2019: una restauración única
2 de mayo de 2021
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Al cumplir La Habana 500 años, entre las obras restauradas para celebrarlos estuvo el Capitolio Nacional, con su cúpula distintiva del perfil capitalino, un edificio de gran impacto urbano y simbólico que guarda una historia intensa en la que no faltan enredos de la vida política republicana, leyendas y anécdotas que pudieran llenar libros. Si son colosales su escala y las cifras que acompañaron su construcción en la década de los años veinte, también lo ha sido el trabajo para restaurarlo y devolverle su mejor imagen, casi nueve décadas después. Sobre el complejo proceso de restauración conversamos con la ingeniera Mariela Mulet Hernández, jefa del Grupo de Inversiones Prado, de la Oficina del Historiador de la Ciudad, quien ha estado al frente del proyecto.
Mariela, hace poco menos de diez años que comenzó la restauración. ¿Cuáles fueron los dictámenes en los inicios?
La obra fue entregada a la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHCH) para su restauración en 2010. En ese momento empezamos con el proceso de transferencia del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) a la Oficina. Había que buscar inmuebles en la ciudad a los cuales trasladar las dependencias de ese ministerio. Fue complejo el proceso de mudanza y de entrega de los elementos patrimoniales, tanto mobiliarios como decorativos. Todo el patrimonio que existía en el Capitolio fue entregado a la OHCH. Vino entonces la preparación de las facilidades temporales dentro y fuera del Capitolio para acometer la obra; procuramos algunos elementos de importación como los andamios, necesarios en el proceso de diagnóstico. El año que definimos como inicio de la restauración es 2013, cuando hubo una certificación de producción importante que marcó el comienzo de esta etapa. Fue cuando empezamos a montar el andamiaje en la cúpula exterior.
No se había hecho una restauración de tal magnitud. ¿Qué hizo que la restauración de este edificio haya sido única?
Durante 25 años, nuestro equipo de la OHCH ha realizado muchas restauraciones en edificios de gran valor y complejidad, y con grado de protección 1, como es el Capitolio. Antes del Capitolio restauramos el Teatro Martí, y cuando concluimos allí pensábamos que lo sabíamos todo, pero al comenzar en el Capitolio comprendimos que era absolutamente distinto. Es una obra donde debíamos conservar todos los elementos que contiene, muchos y muy diversos: maderas preciosas, bronces, mármoles, terrazos integrales, todo de excelente calidad. A eso estamos acostumbrados. Pero también teníamos que conservar todos los sistemas, empotramientos, para reutilizarlos en los nuevos que serían añadidos. Contábamos con muchos de los proyectos originales de la construcción del Capitolio, pero no los conservábamos todos. Y era clave reutilizar todos los empotramientos de cada uno de los sistemas en el edificio porque, si no, habría que destruirlo en gran parte para adaptarlo a los nuevos tiempos. Para utilizar los proyectos de otros sistemas –por ejemplo, los de extinción de incendios, los eléctricos, pluviales, sanitarios–, tuvimos que ingeniárnoslas al definir cuál era su trazado; comprar equipos de ultrasonido y diagnosticar cada una de esas redes interiormente para saber el estado en que estaban y restaurarlas en su interior donde fuese necesario. ¿Cuán complejo fue añadirle fibra óptica y otros elementos requeridos hoy, sobre todo para la función que el edificio está teniendo actualmente?
El nivel de protección del edificio es grado 1; por tanto, cada acción planeada en el Capitolio debíamos presentarla a la Comisión Nacional de Monumentos. El primer reto fue añadir todas las redes tecnológicas que necesita una edificación de estos tiempos, acordes con el uso que está teniendo como sede del Parlamento. Por suerte, se trataba de recuperar en cierta medida el uso para el cual fue diseñada, pero era necesario añadir sistemas tecnológicos con los que no contaba. Teníamos que instalarlos en la edificación de manera que no la dañásemos; ranurar prácticamente nada las paredes, los pisos y otras estructuras al colocarlos. Para los sistemas de climatización de muchos salones importantes y oficinas, por ejemplo, tuvimos que crear una especie de conducto en los pisos; el relleno de los pisos no era suficiente y debimos enmascarar, impermeabilizar toda esa canalización para instalar el sistema tecnológico que funcionase bien con equipos de clima que luego tendremos que enmascarar con muebles muy similares a los originales, patrimoniales, del edificio. Colocamos sistemas de seguridad como circuito cerrado de televisión, controles de acceso y otros de manera que funcionen y a la vez no sean perceptibles.
El Capitolio fue una obra monumental, no solo se usaron materiales de excelente calidad, sino que trabajaron allí reconocidos arquitectos e ingenieros, encabezados, entre otros, por Eugenio Rayneri.Allí se instalaron las obras de Ángelo Zanelli, el escultor italiano que modeló los frisos de mármol y las estatuas de bronce de gran formato. ¿Cómo fue el proceso de restauración de esas grandes estatuas –La virtud tutelar del pueblo, El Trabajo y La República– y de las puertas, ¿frisos y la decoración?
Para colaborar en la restauración de los conjuntos escultóricos de la escalinata fueron contratados artistas italianos a través de la empresa Tognozzi Progetto. En la restauración y dorado de La República hemos contado con la colaboración rusa. Al inicio del proceso, no pensábamos que los daños en esa estatua fuesen los que apreciamos cuando comenzó el trabajo de restauración, que ha sido minucioso; aplicaron una limpieza mecánica y otra química, y fueron apareciendo en la escultura detalles y problemas que no estaban a la vista. Luego de la restauración ya está todo el proceso de enchapado en oro, tal y como era originalmente. Y está básicamente concluida la restauración de la base, una gran pieza de ónix egipcio antiguo, que también estaba dañada. Esto es parte de la cooperación de Goszagransobstennos, de la Gestión de los Asuntos del Presidente de la Federación de Rusia. Los expertos rusos también están colaborando en la restauración del domo exterior de la cúpula y la linterna. Todo el enchape de cobre del gran domo ha sido sustituido. La losa de hormigón que cubre el domo estaba en un estado deplorable; tuvimos que hacer una restauración estructural importante. La cúpula –el gran domo– ya está concluida, lista para comenzar con el enchape en oro, que también es una donación de la Federación de Rusia, así como la linterna. La linterna fue uno de los elementos del Capitolio que debimos demoler porque estaba muy dañada. Hubo que reproducirla tal como era originalmente, y ya está lista para ser dorada.
¿Habrá una iluminación específica para la cúpula del Capitolio?
Según se cuenta, fue el primer edificio que en su época contó con un centellador. Vamos a recuperarlo y colocarlo nuevamente; tenemos todos los suministros y lo hemos probado recientemente. Quizá alguien pudo verlo cuando lo probamos en estos días. En cuanto al resto de los elementos, todas las puertas del Capitolio, las de la planta baja y el segundo nivel, fueron fabricadas en gran parte con bronce, y totalmente decoradas. Todas o casi todas han sido restauradas por artistas de la Oficina del Historiador, restauradores de la Dirección de Patrimonio Cultural graduados en nuestra Escuela Taller Gaspar Melchor de Jovellanos. Los estudiantes de esa escuela han tenido una participación importante en la restauración de los elementos de bronce, las torcheras del Salón de los Pasos Perdidos. Muchas estaban incompletas, tuvimos que reproducir gran parte de los elementos decorativos en bronce.
Al principio, a mí me daba un poco de miedo porque decía: «Bueno, al Capitolio no se puede venir a aprender», pero ha sido un proyecto muy fructífero para todos, porque un profesor asesoraba a equipos pequeños de cinco o seis estudiantes en cada especialidad. Aprendieron mucho e hicieron un excelente trabajo. En toda la yesería del Capitolio han cooperado los estudiantes de la Escuela Taller Gaspar Melchor de Jovellanos. Otras áreas del Capitolio también han implicado mucho trabajo en bronce y mármol… En el Capitolio fueron empleados 60 tipos de mármoles italianos. La Casa Remuzzi hizo los diseños y el montaje de los pisos. Nosotros pudimos contactar con la empresa en Italia; actualmente está al frente el nieto del señor que fue el suministrador del Capitolio. Hemos podido comprar pequeñas cantidades de los 60 tipos de mármoles, para restaurar partes o sustituirlas donde era imprescindible. Hubo que levantar gran parte de los pisos de mármol para acceder a las instalaciones eléctricas, muchas totalmente deterioradas. Hemos tenido que colocar pieza por pieza en lugares tan importantes como el Salón de los Pasos Perdidos, y toda la iluminación de la Cripta del Mambí Desconocido, uno de los primeros salones abiertos al público. La alimentación principal de ese salón llega justamente desde Los Pasos Perdidos, prácticamente a dos metros del diamante.
Tuvimos que levantar con mucho cuidado esos pisos de mármol y volverlos a restaurar, colocarlos en la misma medida, en la misma posición, con el mismo cuidado. Ha sido un trabajo minucioso, y hay que recordar a todos aquellos que han contribuido: restauradores de la OHCH, artistas de la Fundación Caguayo, del Fondo de Bienes Culturales. Es importante destacar la labor del artista Carlos Bauta Martín, no solo en los pisos de mármol, pues también tenemos muchos bancos de mármol; hemos tenido que restaurar cada uno de ellos, todos son piezas únicas. Con la empresa constructora Puerto Carenas hemos trabajado en los bancos de mármol de los dos patios de honor; todos estaban totalmente perdidos y se hicieron reproducciones exactas de los originales.
Lo mismo nos pasó con los pisos de terrazo integral. Restaurar el terrazo integral es más complejo que restaurar los pisos de mármol. Cuando repones el terrazo puede quedar la huella donde interviniste; por eso en el cuarto nivel del Capitolio, donde la mayoría de los pisos son de terrazo integral, debimos trabajar con mucho cuidado, levantar paños completos aunque la grieta fuese pequeña, porque si no, la restauración no quedaba bien. Igual en los jardines, todo es terrazo integral; tuvimos que demoler y reproducir la totalidad del terrazo porque el 80 % estaba dañado. El Capitolio estaba ubicado en una zona cenagosa y creo que eso influyó en que los pisos fueran cediendo, así como todas las instalaciones de las luminarias. Son 101 luminarias en esas áreas, con las tuberías de hierro fundido. Trabajar el terrazo es uno de los oficios que se había perdido en Cuba. Probamos con algunas personas que se dedicaban al oficio hasta que hallamos a alguien que lograse la reproducción fiel al original.
Todas las luminarias del Capitolio son de bronce. Muchas de ellas, sobre todo en la planta baja, ya no existían. Tuvimos que apoyarnos en el libro original del Capitolio para lograr su reproducción exacta. En algunos casos encontrábamos elementos que conformaban las luminarias y torcheras originales y armábamos el rompecabezas. En el segundo nivel, el más importante del edificio, se conservaban muchas de las luminarias originales, pero algunas también existían por partes. Fue necesario reproducirlas con la colaboración de artistas de Pinar del Río. Ya están colocadas en esos bellos salones; las miras y no te percatas de cuáles elementos son originales y cuáles reproducidos.
Al recorrer los interiores del Capitolio puede verse mucho mobiliario y piezas de carácter patrimonial, únicos. ¿Cómo fue el trabajo en esa área?
Hemos rescatado gran parte del mobiliario, pero otra parte se ha perdido. Logramos hacer un excelente trabajo, sobre todo con restauradores de la propia OHCH y otros que contactamos a través de Caguayo. El mobiliario original se ha restaurado. También hemos rescatado mobiliario que trajimos desde Matanzas; por ejemplo, una mesa de 12 metros de largo que está de vuelta en el Capitolio. El Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal, se encargó de rescatar todo ese mobiliario original del Capitolio, que luego ha sido restaurado. Hemos recuperado muchos muebles que ni siquiera nos fueron entregados como bien patrimonial del Capitolio, que estaban almacenados en los sótanos, por pedazos. Hemos tenido que reproducir, en menor medida, algunos que han quedado como los originales.
Es relevante todo el trabajo de restauración que se ha hecho, no solo en el mobiliario sino en la carpintería, que también es de maderas preciosas cubanas, cedro y caoba, tanto en las bibliotecas como en puertas y ventanas, sobre todo del segundo nivel, donde muchas partes tenían daños importantes. Con relación a los bienes patrimoniales recibidos –muy bien inventariados en el Registro Nacional de Bienes Culturales–, fueron trasladados a la colección de la Oficina del Historiador. Todos fueron restaurados y están siendo colocados nuevamente en salones y oficinas del Capitolio.
Hay muchas piezas de arte decorativo, espejos, relojes… pero también bustos, pinturas, obras de arte en el Capitolio. ¿Cuál es el estado de todo ese patrimonio?
Esos bienes patrimoniales están de regreso en el Capitolio y vamos a mostrarlos en dependencia del uso. El segundo nivel será museístico y en cada uno de los salones se tratará un tema distinto. La parte norte de la edificación está abierta al público y se pueden ver en uno de los salones los bocetos de Zanelli, que están de vuelta en el Capitolio gracias a la gestión de la OHCH y a la generosidad de quienes los han entregado. Hay otros salones donde se podrá hablar de la Constitución, de los símbolos patrios, de los proyectos y la ejecución del edificio.
En esos y otros salones, que serán amueblados y podrán ser usados, estarán los elementos de alto valor patrimonial que fueron restaurados y están de vuelta en el edificio. ¿Cómo se ha trabajado en la restauración de los espacios exteriores y la fachada? Es lo que más han visto los habaneros y visitantes: el andamiaje, los escalamientos de los expertos… A veces escucho en la calle o leo en internet, cuando sale alguna publicación sobre el Capitolio, comentarios en la línea de «pero bueno, lleva tantos años en restauración»…
El que no conoce de restauración puede dar una opinión un poco simple del tema. Lo primero que se montó en el Capitolio fueron los andamios en la cúpula exterior. Hemos pasado mucho tiempo diagnosticando, con los expertos de la Oficina del Historiador, el estado en que se encontraba la cúpula, porque era el elemento que más nos preocupaba; no sabíamos con qué nos íbamos a encontrar, no hay otra así en Cuba. Era algo absolutamente nuevo para nosotros. Por tanto, en 2013 decidimos comenzar por ahí.
El grupo de proyectos de la OHCH hizo un diagnóstico, pero queríamos seguir profundizando en el tema. Contratamos a una empresa de proyectos de Italia para otro diagnóstico de la cúpula –tanto del interior como de los elementos exteriores–, y el resultado de ese estudio coincidió con el de nuestros especialistas. La linterna debimos demolerla. En cuanto al domo, el análisis en las partes exterior e interior –lo diferencio así porque la gente lo ve como una sola cosa– mostró que la restauración interior era la que estamos acostumbrados a hacer. No hubo que acometer un reforzamiento adicional, solo restaurar estructuralmente el domo interior de la cúpula. Los nervios de piedra que conforman la cúpula exterior, que está conformada por tres molduras enormes de piedra, fueron restaurados y restituimos algunos elementos que estaban totalmente dañados.
También se trabajó en los 16 nervios de cobre. Fue restaurado el domo de hormigón y enchapado por los especialistas rusos, un proceso ya en fase de terminación. Fuimos diagnosticando toda la cúpula, que tiene ocho niveles de pisos. El pararrayos original de 1929 funcionaba, estaba en perfecto estado. Añadimos un par de pararrayos en los hemiciclos porque son requerimientos actuales y así continuamos bajando. En el peristilo, donde se ven las enormes columnas, hubo necesidad de demoler todo el casetonado para trabajar en la losa de hormigón. De todas las instalaciones que por ahí pasan, las pluviales eran las que estaban en peor estado. Necesitaban una sustitución pero era imposible, así que compramos una tecnología española que nos permite aplicar una inyección de resina en el interior de la vieja tubería y crear una nueva de PVC dentro de la original de hierro fundido. Lo tuvimos que hacer también en la cúpula, que comienza en 4 tragantes pluviales en la linterna y termina en más de 30 en la planta baja. Muchos estaban dañados, sustituimos algunos tramos porque sí era imprescindible hacerlo.
Toda la fachada exterior del Capitolio, hecha con piedra de capellanía, de Pinar del Río, fue totalmente restaurada con materiales importados de Alemania, con la asesoría técnica de Michael Diegmann, profesional de la empresa Projektmanagement. Primero hubo que realizar una minuciosa limpieza con arenilla de vidrio que importamos de Alemania, porque la que tenemos en Cuba daña los elementos que conforman la fachada y se pierde el diseño. Luego de la limpieza se restauró cada grieta con un material específico y luego se aplicó otro que es transpirable, protector, para que sea duradera la restauración.
En los jardines fueron sustituidos el pavimento y todas las instalaciones eléctricas; se han colocado todos los sistemas tecnológicos nuevos que van en esos jardines, incluido el circuito cerrado de televisión, y hemos logrado recuperar todas las instalaciones pluviales y las instalaciones fecales originales del edificio, que también estamos limpiando y restaurando con resinas epóxicas. Las farolas de las áreas exteriores han sido restauradas y sustituidos los elementos que las conforman –que estaban totalmente perdidos–, y hemos montado un sistema de luminarias LED que mejora la iluminación de los jardines. También se está trabajando en el montaje de la iluminación de la fachada del edificio; será sobria y elegante.
¿Y en cuanto a la vegetación?
Primero que todo, y como hacemos siempre, se realizó un estudio fitosanitario con especialistas forestales, el cual determinó qué daños tenían algunos árboles, cuáles se podían salvar y cuáles no; esos los hemos sustituido. Por suerte, todas las palmas se pudieron conservar. Tuvimos que sustituir muchos árboles de las aceras que dan a la calle San José, porque estaban realmente enfermos, y estamos tratando, en la medida de lo posible, de no tener que sustituir los de la calle Dragones. No estamos seguros de que así sea con la calle Industria; son árboles preciosos pero muchos están dañados. Es importante que la gente lo sepa, porque a veces se emiten criterios en el tono de «están acabando con los árboles», pero hay árboles enfermos que es imposible salvar y hemos trabajado siempre con la asesoría de los especialistas. En cada elemento que abordamos en el Capitolio, por muy sencillo que fuera, siempre hemos trabajado con la asesoría de especialistas en cada tema.
¿Cómo equipo han tenido alguna insatisfacción?
Creo que hubiésemos podido hacerlo en menos tiempo, pero depende de muchos factores. El 90 % de los materiales de restauración que empleamos son de importación, eso dificulta todo e influye en tiempos y costos. Cuando comenzamos a restaurar el edificio tuvimos muchos contratiempos con los requerimientos para acometer un proyecto acorde con el uso que iba a tener el edificio; debimos ir diagnosticando, proyectando, restaurando, todo a la vez, y en la medida en que avanzábamos íbamos hallando problemas que no teníamos idea de que encontraríamos.
Para restaurar esos preciosos techos que todos miran asombrados ahora, hemos tenido que hacer calas en cada uno de los falsos techos para acceder a la losa, porque si no remedias el daño estructural en la losa no estás haciendo una buena restauración. Hay que sustituir todos los sistemas. El cableado eléctrico es absolutamente nuevo. Hay que bajar cada luminaria para restaurarla y verificar el soporte, reproducir el elemento que le falta. Todos estos procesos pequeños y grandes toman un tiempo extraordinario que no siempre la gente puede entender. La restauración del ala sur del edificio va mucho más rápido que la del ala norte; es lógico, la experiencia ganada nos permite acelerar el proceso. El Salón Martí, uno de los más bellos del edificio, estaba totalmente dañado porque encima de esos falsos techos, de la losa, está el cuarto nivel, y hay patios ahí; la filtración provocó daños en la estructura y el diseño, toda la pintura mural y el yeso estaban muy deteriorados. La restauración del Salón de los Pasos Perdidos fue una tarea increíble.
Todo en el Capitolio es a lo grande, todos los puntales son enormes, dondequiera tienes que montar mucha cantidad de andamios para sustituir luminarias, restaurar falsos techos. Todo implica un tiempo notable. A veces es más complejo hacer una facilidad temporal para restaurar algo, que la restauración en sí misma. Los hemiciclos son imponentes; tomó mucho tiempo rescatar y sustituir los elementos de vidrio en los lucernarios para que pudiera verse el precioso vitral. De todas maneras, estamos contentos. El Capitolio siempre es visitado por personalidades, arquitectos reconocidos mundialmente, y su impresión ha sido muy positiva. Hay algunos que nos han dicho: «Ustedes están locos, solo ustedes lo hacen de esta manera, y qué bien».
Entonces, ¿cuál ha sido la mayor satisfacción en este gran aprendizaje y tarea descomunal que ha sido la restauración del Capitolio Nacional?
Haberlo hecho bien. Hemos sufrido mucho las demoras, porque esta es una obra seguida de cerca por la más alta dirección del país y está a la vista de todos. A veces la gente nos cuestiona cuánto nos demoramos o minimiza nuestro trabajo. A veces no ha sido posible determinar una fecha para concluir objetos de obra específicos; lo hemos hecho por etapas porque no ha habido otra manera. Nos reconforta que está muy bien hecho, eso es algo que podemos garantizar los inversionistas, que hemos estado ahí en cada momento. Hemos tenido contratiempos, discusiones, malos ratos con muchas personas, pero al final hemos logrado hacer un excelente trabajo. Y ese trabajo es de todos los que han participado en la restauración, que han sido muchos. Agradezco infinitamente a los proyectistas, a la empresa Puerto Carenas, que ha sido fundamental; a todos los restauradores de la Oficina del Historiador de la Ciudad; a profesores y estudiantes de la Escuela Taller, a cuatro cooperativas que han estado con nosotros.
Por el valor simbólico y arquitectónico del Capitolio para La Habana y para Cuba, por sus dimensiones y riqueza patrimonial, que hacen que su restauración sea una obra única, por todo el esfuerzo que se ha hecho y el amor y dedicación con que se ha restaurado y recuperado, este fue sin dudas un gran regalo a la ciudad en su aniversario 500. ¿Cómo ven ustedes el medio milenio de La Habana desde las obras del Capitolio?
Es una obra magna. Por dondequiera que caminas en el edificio ves los símbolos que representan nuestra cubanía, como los escudos. Los escudos están reflejados hasta en los elementos que antiguamente se utilizaban en el sistema de limpieza; ves una chapilla en la pared y tiene el escudo nacional en bronce. En las metopas del Capitolio, que son tan famosas, se refleja toda la historia de nuestra patria. En las puertas –que son extraordinariamente bellas y que hemos tenido que despiezar para restaurarlas interiormente también–, los casetones reflejan la historia de Cuba y eso a uno le transmite energía. A veces te fallan las fuerzas, pero cuando llegas allí y ves todo lo que te rodea y comprendes que has tenido la posibilidad de trabajar y devolverle la belleza a ese edificio, das gracias a la vida a pesar de disgustos y trabajos. Creo que todos los que hemos trabajado en el Capitolio damos gracias a la vida por la oportunidad de restaurar una obra como esta, única en Cuba y en muchos otros países.
Entrevista realizada en mayo de 2019, recogida en el libro Ciudad Viva. Diálogo, desafío y oportunidad, publicado en 2019 por Ediciones Boloña
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