Daniel Díaz Torres: a cinco años de su desaparición
16 de septiembre de 2018
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Cinco años transcurrieron ya desde que nos abandonara el cineasta Daniel Díaz Torres, nacido en La Habana el 31 de diciembre de 1948. Con apenas veinte años, este Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana, donde impartiera seminarios sobre la técnica e historia del cine, tiene la posibilidad de un acercamiento más directo al séptimo arte a través del ejercicio de la crítica en el Centro de Información Cinematográfica del ICAIC, en el que comienza a trabajar en 1968. Dos años después inicia una etapa como asistente de dirección de cineastas de estilos tan diversos como Manuel Octavio Gómez (Los días del agua), Manuel Pérez (El hombre de Maisinicú y Río Negro), Sara Gómez (De cierta manera), Enrique Pineda Barnet (Mella) y Oscar Valdés (Muerte y vida en El Morrillo).
Su entrenamiento como realizador de casi un centenar de ediciones del Noticiero ICAIC Latinoamericano (1977-1981) marcha paralelo a su trayectoria en el cine documental, mucho más elevada desde el punto de vista cualitativo que cuantitativo. Cuando al ser promovido a director de largometraje presenta su primer argumento, no vacila en acudir al universo peculiar de los campesinos, cazadores y combatientes contra bandidos en la zona montañosa del Escambray, que le interesara durante años y fuera objeto de atención en sus documentales Jíbaro y Vaquero de montañas, ambos correspondientes a la producción de 1982.
El primero es el punto de partida de su opera prima en el cine de ficción también titulada Jíbaro (1984), y en la que se respira cierta atmósfera de Western caribeño. Díaz Torres manifestó en una entrevista su satisfacción por haber podido construir personajes que viven en la trama con su personalidad propia, si bien el desarrollo del conflicto individual no adquirió la fuerza y presencia necesarias. Entre otros reconocimientos, Jíbaro recibió premios a la mejor edición y al mejor sonido en el Festival Internacional de Cine de Bogotá.
Otra mujer (1987), título de su segundo largometraje, no caracteriza verdaderamente el conflicto de la campesina protagonista, con una anécdota lastrada por un localismo que impide toda tentativa de transponerla a otro ámbito y de comunicación con un auditorio más generalizado. El argumento del filme, con guion de Jesús Díaz, parte del regreso a su pueblo después de haber participado en la Lucha Contra los Bandidos, de un hombre que es nombrado administrador de la bodega. Entra en una crisis extensiva a su mujer, su amante y el medio en que vive. Su esposa, asume las responsabilidades del marido, decidida a expresar su independencia.
Las disímiles lecturas propuestas por el tratamiento metafórico de la realidad cubana de Alicia en el pueblo de Maravillas (1990), también sobre un guion de Jesús Díaz, resentido por el exceso de situaciones y personajes que exigían una mayor elaboración dramatúrgica, provocó una campaña de prensa contra la película y su rauda retirada de las salas. Las loables intenciones rectoras de incidir críticamente en determinadas conductas y aspectos por medio de las aventuras, venturas y desventuras de una joven teatrista en un pueblo imaginario donde coinciden funcionarios destituidos de los puestos más increíbles, no consiguieron ser aprehendidas del todo en el celuloide.
El propósito era incidir críticamente en determinadas conductas y aspectos por medio de las aventuras, venturas y desventuras de una joven teatrista en un pueblo imaginario donde coinciden funcionarios destituidos de los puestos más increíbles en este relato en que el humor, el absurdo y hasta el horror cumplen un papel esencial. Con posterioridad, Alicia en el pueblo de Maravillas y la condición de revolucionario de su realizador serían reivindicados en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano y en un número de la revista Cine Cubano, que publicó un esclarecedor dossier.
Quiéreme y verás (1994), originalmente estaba destinada a integrar, junto a Madagascar, de Fernando Pérez y Melodrama, de Rolando Díaz, el largometraje colectivo Pronóstico del tiempo, pero luego se independizaron como tres mediometrajes. El guion escrito por Guillermo Rodríguez Rivera para el mediometraje Quiéreme y verás, aborda la historia de tres ex delincuentes que fracasaron en su intento de robar un banco, en la noche del 31 de diciembre de 1958. 35 años después, mientras rememoran sus hazañas, asisten al atraco perpetrado por una elegante dama enfrente de ese mismo banco. La anciana desaparece dejando un paquete con una importante suma de dinero.
Con la coproducción cubano-germana Kleines Tropikana (1997), Daniel Díaz Torres retoma en tono paródico elementos clásicos del género policíaco. El guión coescrito con Eduardo del Llano parte del descubrimiento de un cadáver en el jardín de una vivienda habitada por muchas familias. Este hecho despierta la delirante imaginación de un policía recientemente ubicado en La Habana, para quien este caso puede proporcionarle una oportunidad para avanzar en su carrera. El filme obtuvo el premio Especial del Jurado en el décimo noveno Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
También de la autoría de Eduardo del Llano es el guión de Hacerse el sueco (2000), la siguiente comedia realizada por Díaz Torres. En ella, un sueco que afirma ser profesor de literatura, llega a Cuba y una familia habanera decide hospedarlo en su casa a espaldas de quien preside el núcleo.
Paralelamente a su labor como realizador, Daniel Díaz Torres, impartió clases y ocupó durante un período la dirección docente en la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños. En el año 2004, con Los cuatro años que estremecieron al mundo, integró el equipo de cineastas que realizó obras para la serie en DVD «Cuba: Caminos de Revolución», promovida por la firma canaria Impulso Récords.
El cineasta dirigió la coproducción cubano-española Camino al Edén (2006), cuya trama se ubica en Cuba a fines de 1895. La vida de una española, está signada por un matrimonio infeliz, una precaria situación económica y el acoso de un viejo pretendiente. Solo encuentra alivio en su amistad con la joven esclava doméstica. La aparición de un mambí herido hará renacer en ella ilusiones amorosas que la arrastrarán a un paradójico e inesperado destino. Camino al Edén, primera parte de un díptico conformado además por El Edén perdido, contó con las actuaciones de los españoles: Pilar Punzano y Álvaro de Luna y de los cubanos: Lieter Ledesma, Limara Meneses y Carlos Ever Fonseca.
Lisanka (2009) permitió a Daniel Díaz Torres, desplegar su agudo sentido del humor al abordar una historia de amor en medio de la llamada crisis de los misiles en octubre de 1962. Dos jóvenes de un pueblo imaginario cercano a una unidad donde están enclavados cohetes soviéticos, se disputan el amor de la muchacha más bella y deseada de la zona. De pronto, un joven soldado soviético se convertirá en un peligroso rival para ellos. La vida cotidiana del lugar y la de Lisanka se altera irremediablemente. La protagonista, Miriel Cejas, descubierta por el director, mereció el premio de actuación «Adolfo Llauradó», que otorga la Asociación Hermanos Saíz.
Cerraría brillantemente la filmografía de Daniel Díaz Torres: La película de Ana (2012), estrenada en la edición número 35 del Festival de La Habana, en el que la protagonista, Laura de la Uz, recibiera el premio Coral a la mejor actriz,. En la trama estructurada junto a su colaborador Eduardo del Llano, una actriz sin mucha suerte profesional prueba al límite sus capacidades histriónicas y se convierte, por excepcionales circunstancias, en directora audiovisual. Ella se atreverá a filmar un inusitado falso documental acerca de la prostitución en Cuba, que la incluye entre las protagonistas. Así comienzan sus peripecias de complejas consecuencias.
Intentamos recorrer la vida y la obra del realizador Daniel Díaz Torres, desaparecido físicamente el 16 de septiembre del 2013, y que fuera miembro en representación de Cuba del Comité de Cineastas de América Latina.
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