Churrisco y la escuela cubana del humor

15 de agosto de 2015

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Ana Lidia García Hernández.

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Churrisco, Humor, Magda Resik, Teatro

El humorista cubano Octavio Armando Rodríguez Fernández (Churrisco) cautivó una vez más al público este 13 de agosto. Su habilidad para entretener al auditorio, aún cuando la situación invita a conversar sobre temas serios, se manifestó en el Encuentro con…, espacio conducido por la periodista Magda Resik cada jueves en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba, en el Vedado capitalino.

 

La entrevistadora, quien durante el diálogo logró el equilibrio entre momentos de intensas reflexiones e intervalos para la risa, propuso al protagonista conversar sobre sus orígenes y su infancia: “Mi familia era como una fiesta”, fue su primera frase. Recordó entonces la tradición de hombres y mujeres creativos que le rodearon desde pequeño. En especial, se refirió a su tío Leopoldo Augusto Fernández, el popular “Trespatines”, quien fuera un inolvidable guía. De él aprendió la importancia de adaptar sus monólogos según los espectadores a los que se dirige, “a variar las entradas y los finales, a partir de la interacción y de las reacciones”. Confesó que le gustan las “presentaciones personalizadas”.

 

Para “Trespatines”, el humor cubano era “un guarapo bailable”, sentencia con la cual coincide Churrisco porque “es una manifestación muy festiva, que da placer y sana”. Con dicho objetivo, comentó, el humorista debe tener mucha cultura e investigar profundamente sobre los temas que va a abordar. “La capacidad para sorprender”, acotó, es otro de los aspectos imprescindibles. A ello agregó “la dedicación al trabajo y la inteligencia”, características muy necesarias en quien decida hacer reír a otras personas de manera profesional.

 
Las anécdotas y las interpelaciones a los presentes fueron los recursos empleados por Churrisco durante más de una hora; se desarrolló así un singular Encuentro con… Compartió, por ejemplo, sus más recientes estudios sobre los pregones en Cuba y la evolución que han tenido en los últimos años. Mencionó también su costumbre de caminar por las calles, conversar con la gente, porque considera que el humorista debe basar su obra en la información que maneja el pueblo.
En ese sentido, tiene la convicción del poder del humor para denunciar los problemas sociales y contribuir a solucionarlos: “Puede ser un arma estratégica pues conduce a la reflexión”, aseguró. Asimismo, mostró su inconformidad con quienes centran sus espectáculos en las burlas; de hecho, nunca trabaja con los estereotipos: “ni los referentes a los pinareños, los orientales o los policías”.

 

El también Premio Nacional del Humor 2009 se ha distinguido por sus creaciones costumbristas. Del poeta Nicolás Guillén aprendió que mientras más autóctona es una obra, más internacional será. La cubanía, opina, es lo que ha permitido que muchos artistas hayan “embrujado” al público de distantes tierras. “La gestualidad, la frescura, el ángel que tenemos, permite hablar de una escuela cubana del humor que tiene una larga historia”, explicó.

 

Su vasta experiencia en escenarios foráneos, en más de 50 giras internacionales, le han demostrado la importancia de cuidar la dicción y la articulación durante los monólogos, para que todos comprendan el mensaje. Además, ha comprobado la eficacia de hablar despacio e introducir los cubanismos sin herir a nadie.

 

Este artífice, que ha recibido significativos reconocimientos como la Distinción por la Cultura Nacional, dedicó varios momentos a homenajear a su maestro Carlos Ruiz de la Tejera, fallecido recientemente. A este otro grande del humor en nuestra nación, le debe sus aprendizajes sobre el mundo de la actuación, la preparación para subir a un escenario y salir airoso. “Figuras como esta no tienen sustitutos, sino continuadores. Y es nuestro deber mantener vivo su legado, darlas a conocer entre las nuevas generaciones”.

A los jóvenes que participaron en el intercambio también se dirigió el invitado. Confesó que detesta la frase: “La juventud está perdida” y cree que lo más importante es acercarse a ellos. “Puede ser una relación de mutuo beneficio, no podemos alejarnos, sino brindarles confianza. Tenemos la experiencia y ellos la frescura. Ambos nos retroalimentamos”. Ahora bien, a quienes comienzan en el universo artístico siempre les aconseja la búsqueda de un estilo propio.

 

A la ética con el público, que ha estado en un primer plano a lo largo de su carrera artística, se refirió igualmente. Comentó que siempre se ha mantenido cercano a las personas, atendiendo a sus peticiones, “porque no se puede ser incoherente, tener una proyección en escena y luego ser de otra forma”.

 
Las palabras dedicadas a Cuba y a su decisión de vivir en esta Isla, condujeron a la conclusión del diálogo. Para Churrisco, nuestra nación es “su base de operaciones”, puede ir por el mundo pero siempre regresará a ella. “Esta tierra me dio mi idiosincrasia. He vivido en Regla y de allí no me mueve nadie. Cuba es lo mío y como dice la “jabita”, es lo primero”, afirmó el artista.