Choco: “Cuba ha fortalecido mi obra”

3 de agosto de 2018

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Yoel Lugones Vázquez

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Artes visuales, Cuba, Cultura, Magda Resik

Fotos: Joel Guerra

 

Varias fueron las frases utilizadas por la anfitriona de los esperados “Encuentro con…”, la periodista Magda Resik, para calificar al invitado de este jueves 2 de agosto. Entre ellos: el alto nivel de popularidad y reconocimiento que posee este artista, incluso entre personas que no tienen un elevado conocimiento sobre las artes visuales; hombre de grandes sentimientos, que se distingue por llevarse con todos de una forma muy cálida y que se sobrepone a sufrimientos muy hondos con una sonrisa nacarada; maestro reconocido internacionalmente e incansable transmisor de conocimientos a los jóvenes; representante indiscutible de las artes plásticas cubanas contemporáneas.
Todo eso y más es Eduardo Roca Salazar, quien ya ha perdido su nombre para convertirse, para todos los cubanos, simplemente en Choco. La Asociación Hermanos Saíz, auspiciadora de los diálogos, tuvo la gentileza de acoger al Premio Nacional de Artes Plásticas en este intercambio que tuvo lugar también en el marco de la edición del 2018 de Arte en La Rampa.
Descubrir al ser humano que hay detrás del artista fue el inicio de este encuentro, capítulo que comenzó por la niñez. Así, comenzó rememorando a su natal Santiago de Cuba, provincia que tiene un lugar especial en su corazón, aunque desde muy chico vino a La Habana para estudiar, “con una maletica de palo y cinco pesos”, como confesó.

 

 

“Recuerdo lo que me dijo mi mamá: Ve con cuidado y por la sombrita. Esa frase se me quedó siempre en la memoria. Cuando tuve conciencia, entendí lo que mi madre quiso decir (…) Vengo de una familia humilde, pero en mi casa me ayudaron y me enseñaron mucho a comportarme. Eso es algo muy necesario hoy día”, recordó Choco.
Ante la interrogante de si desde temprano entendió que el arte era un problema mayor, el creador expresó que pasó por la Escuela de Instructores de Arte y al terminar le ofrecieron la posibilidad de entrar en la Escuela Nacional de Arte (ENA): “Eso me marcó la vida. En aquel momento no sabía de qué tren me estaba aguantando. Hoy sé que ese tren – que es la profesión – representa un compromiso con la familia, con uno mismo, con nuestro país. Y hay que hacerlo lo mejor posible”.

 

 

Al preguntarle Magda Resik sobre los aires de identidad propios de su obra, Choco no vaciló en responder que siempre tuvo claro que quería hacer un arte que fuera cubano pero universal también. Citó que tuvo como referentes a grandes de la plástica nacional como Servando Cabrera y Wifredo Lam, y reconoció la larga tradición pictórica de nuestra Isla, que tiene una Academia, la de San Alejandro, que casi tiene 400 años. Es por eso, afirmó, que los artistas cubanos poseen un alto nivel y que nuestras escuelas tienen una formación intelectual y científica indiscutibles. “Por tales razones, uno tiene que estar a esa altura”, sentenció.
Muchas ideas fueron pronunciadas por Choco durante la entrevista; todas caracterizadas, sobre todo, por la sinceridad y la espontaneidad: “Yo plasmo en mis obras la realidad, pero alimentada por mi imaginación (…) Cuando viajo fuera de Cuba no puedo pintar (…) Pienso constantemente en colores (…) Cuba tiene colores diferentes y muchos artistas lo han plasmado así. Ahí está Portocarrero, por ejemplo (…) Todo el tiempo me la paso creando. Me levantó a trabajar y me acuesto trabajando”.
¿Qué le diría Choco a esos jóvenes que arriban al mundo de la creación? Esa fue la pregunta lanzada por Resik. La respuesta: “Los primero es decirles que no pierdan su esencia, su identidad. Tienen que saber qué es lo que quieren, cómo lo quieren. Deben utilizar más las manos y la cabeza, y no dejarse manipular por las nuevas tecnologías, que son muy útiles pero también pueden ser un peligro. También, deben tener cuidado, estudien con sinceridad, piensen y analicen lo que aconteció antes y, muy importante, visiten los museos”.

 

 

Momento muy especial fue cuando recordó y evocó al Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, con quien le unió una entrañable amistad. Rememoró momentos muy simpáticos vividos junto al líder, a quien calificó de hombre grande. “Él nos dejó la vida. Él no se ha muerto ni se va a morir nunca”, aseguró.
Una vez más, la Isla, su patria, relucía en la conversación. Y es que para Choco – cubanísimo hasta la médula – su país es especial: “Cuando te das cuenta de eso, puedes hacer una obra como la mía. Cuba ha fortalecido mi obra, como mismo ha sido posible gracias a mi realidad, a la gente de aquí”.