Cerró sus cortinas el XI Festival de Música de Cámara

31 de marzo de 2014

Ofelia Sandar Valles

Alfredo Muñoz, Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, Guido López-Gavilán, XI Festival de Música de Cámara

Virtuosismo, maestría y talento, con estas tres palabras pudiéramos definir el concierto clausura del XI Festival de Música de Cámara, el sábado 29 de marzo, en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís.

La jornada devino homenaje a dos músicos protagonistas del género en Cuba. Los maestros Alfredo Muñoz y Guido López-Gavilán. El primero continuador de la tradición violinística cubana y el segundo con una prestigiosa obra tanto creativa como interpretativa.
Precisamente, bajo la tutela de Muñoz se escuchó una de las creaciones más populares del compositor checo Antonin Dvorák, se trata de su Quinteto con piano opus 81, en el que intervinieron además, la pianista María Victoria del Collado, su compañera en el Dúo Promúsica, la violinista Camila Martell, la violista Anolan González y el cellista Roberto de la Maza.
La velada continuó con el agasajo al notable compositor y director de orquesta Guido López-Gavilán, quien en sus palabras dijo que era un gran gusto haber participado en este Festival y con tan representativos aniversarios de nombres tan importantes como Frank Fernández, Alfredo Muñoz, Carlos Fariñas, y otros maestros, “algunos de los cuales hemos recorrido este camino del arte brazo con brazo, y otros los admiramos y respetamos mucho por lo que significan en la música cubana”.
El estreno de la noche fue su obra Amar, en la interpretación del Coro Entrevoces, dirigido por la maestra Digna Guerra. La pieza está basada en textos muy bellos de Antonio Guerrero, uno de los Cinco antiterroristas cubanos, “nos da la dimensión humana de personalidades como esas, que aún en las condiciones adversas que han vivido en los últimos quince años se piensa en amar, en todo lo que hay que entregar en la vida, y eso quería reflejarlo”, aseguró Guido.
Le siguieron otras de sus creaciones que demuestran distintas facetas de su labor composicional. Clariloquio para clarinete solo, con el joven Alejandro Calzadilla, Canción para arpa y soprano sobre texto de Dulce María Loynaz, con la excelente soprano Milagros de los Ángeles y la arpista Mayté Rodríguez y para el final la Orquesta de Cámara Música Eterna, bajo su batuta, ofreció tres títulos: Mujer en la memoria, Ritmar y Guaguancó.
Cinco fueron las jornadas dedicadas a este evento en las que primaron la excelencia de los intérpretes y compositores, sobre todo cubanos, porque sobresalió la creación de los del patio como lo reconoció Madelaine Masses, directora del Centro Nacional de Música de Concierto.
“Es muy importante que continuemos rememorando y fortaleciendo la interpretación de la música de cámara cubana y, por supuesto, también intercalar y acompañar la de lo mejor del patrimonio universal”, insistió Masses.
“Otro rasgo distintivo fue la presencia de los jóvenes que integran los diferentes formatos de la música de cámara no solamente en la capital sino también en el resto de las provincias del país. Nos acompañaron el trío Bonanzas, de Matanzas; un Quinteto de flautas, de Santiago de Cuba; la más joven de nuestras orquestas de cámara que es de Las Tunas, entre otros. Contamos con la presencia de los Coros Exaudi, Vocal Luna y Entre Voces”.
La música de cámara brilló por estos días y nos impone retos superiores, concluyó la Directora del Centro Nacional de Música de Concierto.
Según el presidente de honor del evento, el pianista Frank Fernández, esta cita destacó por su diversidad musical, además de la presencia por primera de una agrupación estadounidense, el quinteto Ravinia s Steans Music Institute.