Carlos Celdrán: “Mi poética se basa en el trabajo con el personaje y la persona”
18 de julio de 2014
|Texto y fotos: Nadia Herrada Hidalgo
Como es habitual en los meses de julio y agosto el Pabellón Cuba, sede nacional de la Asociación Hermanos Saíz, acoge cada jueves a la periodista Magda Resik, a sus invitados y a un público ávido por dialogar con los artistas e intelectuales más destacados de nuestro país. En esta ocasión el entrevistado fue el prestigioso dramaturgo Carlos Celdrán, fundador y director del grupo Argos Teatro desde el año 1997.
Los presentes quedaron cautivados durante más de una hora por las interesantes revelaciones del creador, entre ellas el por qué continúa insistiendo en el teatro: “Porque me aburro y el teatro es lo que tienes todos los días. He estado siempre tentado por el cine, pero es eventual. Todos los días por la mañana yo tenía un equipo de actores esperándome para crear algo interesante que se vuelve obsesivo. Cuando a mí no me dan esa dosis de energía me aburro mucho, nada me compensa porque necesito esa dosis de creatividad diaria… El teatro no puede ser solo representación, tiene que ser un modo de vivir, una cultura donde vivas intensamente la poesía hecha vida. Todos los días me levanto en un mundo mágico, de poesía, asociativo”.
Asimismo, resulta sorprendente la actitud que asume este director teatral ante la puesta en escena de sus obras y su relación con el público. “Subir al escenario es muy duro y desgarrador, pues te expones todas las noches a la crítica. Enfrentarse al público es algo muy traumático y ambivalente, porque lo deseas pero a la vez lo rechazas. Nunca veo mis obras, solo las escucho y mis actores lo saben. Creo que es algo muy humillante porque no están mirando una obra, me están mirando a mí, mi sensibilidad, la capacidad de imaginar que he tenido, los errores que cometo todo el tiempo. Es algo muy doloroso”, confesó.
Carlos también rememoró momentos de su infancia y su vida en el Instituto Superior de Arte. Cuando llegó allí conoció realmente la artesanía del teatro y se deslumbró con ella, descubrió un gran universo, antes impensado. De la misma forma, explicó cómo fue que llegó a ser director: “Cuando empiezo a hacer el teatro, me doy cuenta que tomar el mando es importante. Por otro lado, los actores comenzaron a presionarme para que ocupara ese sitio. Ellos me hicieron descubrir que tengo la capacidad de discernir cosas puntuales en sus comportamientos. Nadie nace director; para mí es como un intruso en el arte porque no es una esencia. A ese lugar se llega después; antes de él se debe ser poeta, músico, bailarín, alguien que tenga una esencia artística fuerte que expresar a través de un determinado lenguaje”.
Describió cómo realiza, en su rol de director, el proceso creativo de una obra, basado siempre en el diálogo con sus actores, a quienes nunca somete a casting pues llegan a él por diversas vías. Sobre su relación, precisamente, con los actores expresó: “Al principio pensaba, cuando comencé en el Buendía, que todos los actores debían parecerse a mí, leer lo que yo leía, saber lo que yo sé, ver el mismo cine que yo, hablar como lo hago con escritores e intelectuales, reflexionar la realidad de la misma forma que yo lo hago. Pero ya he aprendido que hay otras inteligencias, otro tipo de intuiciones y que detrás de ellas hay un buen gusto. Busco en los actores una cualidad: que puedan amar que el teatro sea verdad y que den cada noche la vida en un escenario. Tienen que amar esa posibilidad de vivir dos horas dentro de otra realidad”.
En otro momento del diálogo con Resik, Celdrán conceptualizó su propuesta artística como un teatro transparente, que no se queda en las máscaras, sino que busca el primer plano del actor. “No me interesa la teatralidad por su belleza, sino la persona que está en el escenario; una transparencia que te permita observar el fondo de la historia, las razones que la mueven humanamente. Y si mis obras se parecen es porque siempre busco esa limpieza, esa síntesis, para no quedarme en la belleza teatral, sino en la transparencia que permite ver el fondo y ver lo que está detrás de las cosas. Mi poética no se basa en un entrenamiento, en la facturación de un tipo de imagen; se basa en el trabajo con el personaje y la persona”, afirmó.
El director de Argos Teatro aseguró que Cuba es su laboratorio. En ese sentido, explicó que las debilidades técnicas se superan porque se está representando una imagen compleja de la realidad: “Cuando dirijo fuera del país lo hago profesionalmente, pero me convierto en un director más porque me falta esa dimensión nacional, pues el teatro es muy contextual”.
Carlos Celdrán quedó “desnudo” una vez más ante el público; esta vez él solo, en persona, sin que los actores describieran con gestos y palabras su esencia. Una oportunidad magnífica para acercarnos a la obra de este destacado dramaturgo que siempre nos sorprende con sus propuestas, especialmente con sus adaptaciones de obras clásicas como las más recientes: “Aire Frío”, “Fíchenla si pueden” y “El Tío Vania”.
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