Café amargo
19 de febrero de 2016
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Café amargo, Opera Prima del realizador Rigoberto Jiménez, graduado de Filología de la Universidad de Oriente y de Dirección en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, es el estreno inmediato del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos en los principales cines del la capital.
El filme nos narra una realidad determinada ubicada dentro de un contexto, que desde hace muchos años no se esbozaba en el cine cubano, el rural.
Café amargo, posee como antecedente o fuente de inspiración el documental Cuatro hermanas que en el año 1998, realizara el propio director con el auspicio de la Televisión Serrana y que trata acerca de cuatro personajes femeninos reales, las Garlobo, que detenidos en el tiempo y viviendo en condiciones precarias, subsisten en medio de la Sierra Maestra.
La idea de filmación de Café amargo, se concretó en 2012, y su producción cinematográfica, prácticamente independiente, pasó por muchas vicisitudes: tuvo una economía fragmentada pues se llevó a cabo con la cooperación de la EICTV de San Antonio de los Baños, la TV Serrana, el ICAIC y el amor que todos los involucrados –tanto los técnicos como los artistas– pusieron en el proyecto pues el trabajo de creación se realizó en condiciones muy complejas y sumamente difíciles.
Esta película, que pasó fugazmente por las pantallas en el reciente 37. Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano donde recibió el beneplácito del público que lo acogió favorablemente, nos cuenta la vida de cuatro hermanas –Lola, Gelacia, Pepa y Cira– en dos tiempos diferentes, las décadas del 50 y del 90 del pasado siglo. La primera etapa interpretada por las jóvenes actrices Yudexi de la Torre, Yunia Jerez, Janet Batista y Venecia Lanz, quienes salieron de un casting-taller que hizo el realizador en Televisión Serrana, y la segunda época por las experimentadas Adela Legrá, Coralia Veloz, Oneida Hernández y Mirelys Echenique.
La psicología de estas mujeres, bajo una mirada intimista y feminista, cargada de sinceridad y autenticidad está dada por la personalidad de cada una, firmes guardianas del patrimonio familiar constituido por la finca heredada de sus ancestros evitando, en medio de su soledad, todo contacto social con el exterior y el detonante que significó para ellas la llegada del joven rebelde procedente de la capital y por el deterioro físico dado por la edad, unido al de su entorno como resultado del paso del tiempo.
Café amargo, título sugerido por Juan Piñera, encargado de la música del filme, en concordancia con la historia que relata, las consecuencias del transcurso del tiempo, el envejecimiento y quebranto del cafetal, pone en evidencia que el arte, en este caso el cinematográfico, cumple su función la de ser el espejo de la sociedad que lo gesta.
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