Biliki tuman: ¿anemia del color?
18 de abril de 2019
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La reconocida artista de la plástica Rocío García participa como invitada a la presente XIII Bienal de La Habana con una exposición personal titulada Biliki Tuman que se exhibe en Villa Manuela, galería ubicada en el Vedado capitalino y que pertenece a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, UNEAC.
La muestra cuenta con obras realizadas especialmente para esta muestra cuyo título traducido del idioma ruso al español significa “la gran niebla” porque según afirmó Rocío en conversación exclusiva con estas páginas electrónicas siempre ha sido “muy coherente” con las cosas que le vienen a su mente.
“Es una muestra en la que he hecho cambios en la paleta: es muy sobria, prácticamente no tiene color y predomina el dibujo. Es una historia más enigmática que otras series que han tenido una narración no evidente, pero sí un tanto más guiada. La esencia de la exposición es la relación del poder con los conflictos humanos ya sea en el plano sexual, social, sicológico y hasta político. De alguna manera es el determinar hasta qué punto el ser humano puede ser manipulado por el poder en cualquier parte del mundo.
En exposiciones anteriores el color tenía un protagonismo muy marcado. En Biliki tuman la paleta está reducida al mínimo, ¿ese cambio a qué obedece?
Se trata de llevar al color a una especie de anemia y lo he hecho así para poder dar la sensación de cierta neblina metafórica de la que quiero hablar. Por la carga sicológica y expresiva de los personajes y del ambiente, sentí que era coherente que no hubiera color.
¿Y eso no te llevó a violentar tus procesos de trabajo teniendo en cuenta que has sido una artista que ha empleado la paleta ampliamente?
No porque siento que soy una artista consecuente con las imágenes que me vienen a la cabeza: primero me llegan las imágenes, los ambientes y la atmósferas y después la temática. Eso se correlaciona, pero siempre me vienen imágenes y el conflicto comienza cuando tengo que llevarlas a la pintura. Es interesante porque a veces viene la imagen y en otro momento la sientes y todo se convierte en algo muy sensorial.
La influencia del cine ha estado presente en tu trabajo, sin embargo me parce que en Beliki tuman hay un cierto desmarcaje porque siento que cada una de las piezas tiene principio y fin, ¿me equivoco?
Con el mega comic, que fue la propuesta de la Bienal pasada, terminé con esas intenciones. Y creo que en esta exposición los cuadros tienen una relación de unos con otros, pero no es tan marcada. Es decir que son independientes y pueden existir por sí mismos y tienen una carga dramática particular. Sí considero que hay una relación porque cuando recorres la exposición los personajes te van llevando a un estado determinado a pesar de no ser una narración tan guiada o concreta: diría que hay más enigma.
Considero, además, que uno no tiene ni debe estarse repitiendo sino que hay que buscar diversas salidas tanto en el plano formal como en el de las temáticas y las ideas. No creo que sea un cambio radical, pero sí es otra manera. Sigo siendo yo, pero las temáticas y las atmósferas me lo exigían.
Hablabas de enigmas, ¿cuánto de enigma o de sugerencia solapada puede existir en Biliki tuman?
Algo enigmático es aquello en que la sugerencia es bastante leve y creo que hay un poco de todo: los ambientes y las actitudes comunican, pero no sé si lo logre del todo o no. La sugerencia está, pero hay ciertos enigmas que me gusta que el espectador sea capaz de descifrar y, a su manera, crear su propia historia.
Eres una artista que no te estas promocionando constantemente, sin embargo las inauguraciones de tus exposiciones se convierten en un suceso si se tiene en cuenta la cantidad de personas que asisten, ¿por qué crees que ocurre esto?
Es una suerte grande para mí y lo que más me complace es que siempre hay muchos jóvenes. Quizás eso tenga que ver con el hecho de haber sido y ser profesora durante muchos años y poseo una larga lista de ex alumnos. También puede que tenga que ver con el lenguaje con el que me expreso o, tal vez, al darle yo clases y estar cerca de los jóvenes ellos me alimentan y me actualizan en cuando la visualidad más contemporánea. Todo eso está en un plano subconsciente. No sé, no tengo la respuesta, pero me alegra mucho tener seguidores y que sean jóvenes.
Has logrado un sello, una manera de hacer que te diferencia del resto, ¿ha sido un propósito consciente?
Creo que a la larga no es algo muy consciente aunque, de alguna manera, uno se lo propone porque uno busca objetivos determinados. En lo personal siento que todavía estoy en el camino; creo que el día en que un artista se crea que está en la cima estará errado y se estanca. En el mundo del arte, la cima es como el horizonte: sabes que está ahí, pero cuando crees que te acercas aparece otro más distante.
Biliki tuman tiene como centro el poder en su visión más amplia –quizás hasta como categoría filosófica–, sin embargo el tema homo erótico se mantiene.
Cuando se habla del ser humano, el tema homo erótico va a estar siempre: ¿por qué hay que deslindarlo?, pero la exposición no va de eso sino más bien de la fragilidad del ser humano ante el poder. Siempre estamos ante la disyuntiva de si nos doman o si domamos o si nos dejamos domar. Es como un juego del que no podemos excluirnos e incluye a la pareja, pero también hasta a un amigo. En general hablo de la humanidad toda. Con la desnudez hablo de un estado que puede ser placentero porque puede llevarte al amor, al sexo, pero también te puede llevar a un estado de fragilidad porque pueden humillarte y llegar hasta matarte: la desnudez tiene muchas aristas. No hay que pensar que porque pinto un desnudo estoy hablando de homo erotismo o de sexo.
A pesar de que lo que se propone es duro, siento algo de suavidad, ¿es así?
Es que jugué con el color suave para que diera esa dicotomía, es decir cómo a veces las cosas duras o terribles pueden estar detrás de la sutilidad que puede dar la apariencia. Dentro de lo rosa puede haber toda una carga que puede ser muy violenta.
En cuanto a trabajo, ¿qué tienes planeado para lo que resta del presente año?
Estoy trabajando en una serie nueva que es muy diferente a lo que han visto hasta ahora y se avizora, nuevamente, el color. Es un nuevo giro que me permite decir cosas que deseo expresar y en mi caso me organizo a manera de bloques, de series. A veces son pocos cuadros y en otras ocasiones son muchos.
¿Algún proyecto concreto con tus estudiantes?
Por el momento no, pero hay muchísimos muchachos que fueron alumnos míos que están en estos momentos participando en casi todas las exposiciones colaterales de la Bienal y eso me da una alegría y felicidad increíbles. El artista no debe de estar todo el tiempo encerrado en su taller y tiene que salir a la calle y qué mejor que estar en contacto con los jóvenes un par de veces a la semana e interactuar; ellos te provocan y te hacen custionamientos lo que te obliga a estudiar para saber qué te están preguntando y sobre qué tendencias se están moviendo.
Es la primera vez que estás como invitada –con una muestra personal– a la Bienal de La Habana, ¿qué significa para ti?
Ha sido muy agradable y estoy muy contenta de que, por vez primera, me hayan invitado a asistir a la Bienal, no obstante siempre he participado en las colaterales. Estoy muy agradecida a la UNEAC, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y a su galería Villa Manuela que me ha acogido con tanto cariño. También agradezco al Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam el haber podido hacer esta muestra personal.
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Una de los grandes artistas cubanos de todos los tiempos, orgulloso como colega, hermano y cubano