Amores y reinvenciones o las desnudeces de García Peña

4 de marzo de 2014

Biblioteca Rubén Martínez Villena, Ernesto García Peña, Eusebio Leal

Por Eydi Sanamé Flores, estudiante de Periodismo

“Aquí todo es absolutamente nuevo, excepto el artista, porque sólo el artista es capaz de trastornar nuestra idea previa de las cosas y regalarnos, a través del prisma de los ojos, algo completamente nuevo.”

Con estas palabras el doctor Eusebio Leal Spengler, historiador de La Habana, inauguró la exposición El alma desnuda, nueva propuesta pictórica del pintor y dibujante cubano Ernesto García Peña en la galería de la biblioteca Rubén Martínez Villena, en la Habana Vieja, que estará expuesta hasta el 25 de marzo.
Reconocido por abordar el erotismo como principal línea temática y plasmar en sus lienzos “voluptuosas explosiones de color”, a decir del propio artista, la muestra cristaliza una reinvención intencional del creador con respecto a algunos de los elementos que distinguen su estilo.

“Esta es la continuidad de toda una obra y el inicio de nuevas ideas y propuestas. Traté de imponerme como reto que me identificaran de una nueva manera, diferente a lo habitual, que sucede cuando las personas ven un cuadro en azul y dicen, aquel es García Peña”, explica el artista.
Precisamente el empleo de tonalidades brillantes como fondo y parte de una narración que discursa sobre el alma, el cuerpo y la belleza, entre otras múltiples lecturas, es ahora redimensionado en lienzos donde las figuras totémicas, la mujer, el hombre, y toda la simbología que nutre el imaginario del artista, conmueven por el protagonismo de la línea.
Según Arlette Castillo Wilson, curadora de la exposición, el dibujante “prefiere el rigor del trazo sobre lienzos y cartulinas (…) Composiciones vigorosas para explorar la sensorialidad de un imaginario que ahora sorprende por la carnalidad de instrumentos musicales y viriles faunos”.

“Todos los cuadros tienen soluciones de color, pero son soluciones muy minimalistas, preciosistas pudiera decirse, tonos rosa, beiges, colores muy suaves, que parecen blancos, pero no lo son”, precisa García Peña
“Mis símbolos son muy sencillos, el caballo representa la fuerza y la virilidad masculina, la energía; la flor y las aves, la ternura del sexo femenino, es bastante tradicional su empleo en la historia del arte, pero en mi opinión, las tradiciones no por tales son aburridas. Las tradiciones se enriquecen con la vida, y de eso se trata”, añade.