Acercarse a la Historia desde un enfoque transdisciplinario
21 de abril de 2022
| |Fotos: Alexis Rodríguez
Todo hecho histórico debe ser analizado y estudiado una y otra vez, como bien afirman los historiadores, para constatar nuevas perspectivas y miradas. Esa fue una de las principales intenciones de La Revolución de 1868. Estudios históricos de la Academia de la Historia de Cuba, publicado por Ediciones Boloña de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH).
Presentado en esta 30 Feria Internacional del Libro, en el Gran Salón de la Casa Eusebio Leal Spengler, con este texto la Academia de la Historia de Cuba aporta una obra que constituye fiel reflejo de la vivacidad historiográfica de aquel acontecimiento, con ensayos de gran profusión y relevancia, los cuales confirman que la Guerra de los Diez Años fue una página decisiva y uno de los más extensos y ricos capítulos de la Isla.
Magda Resik Aguirre, Directora de Comunicación de la OHCH, afirmó que “este es un libro que hemos soñado muchas personas. Vamos a empezar recordando en que el Historiador de La Habana, Doctor Eusebio Leal, insistió mucho en la relación de trabajo sostenida con la Academia de la Historia de Cuba. Personalmente se involucró en la batalla por rescatar la institución, traerla de vuelta a la vida cultural y social cubana, además de proponer al presentador del libro hoy, el Doctor Eduardo Torres Cuevas, como su Presidente, a quien Leal consideraba el Historiador de su generación”, aseveró.
“Leal – continuó Resik – tenía en Eduardo Torres Cuevas uno de sus amigos más queridos, en los que más confiaba; uno de los amigos que más afecto le profesó en vida y que lo demostró con sus acciones y con su palabra. Del verbo de Torres Cuevas hemos escuchado los elogios más hermosos que se han hecho a Leal, y desde su propio verbo también han salido las defensas más auténticas que se le han realizado”.
“La Academia de la Historia de Cuba ha dado frutos que se han convertido en aportes a la historiografía nacional de estos tiempos. Entre esos aportes está el libro que hoy presentamos que tiene como punto de partida una fecha significativa – los 150 años del inicio de las luchas por la independencia –, aunque hay ensayos que se acercan a este suceso antes de 1868, como lo demuestra Oscar Zanetti, compilador de los escritos que aquí se reúnen. Su lectura al final nos da la posibilidad de hablar de la proyección futura que tuvo el inicio de nuestras guerras y ese grito libertario en Demajagua”, aseveró la Directora de Comunicación de la OHCH.
Resik reconoció que el Doctor Torres Cuevas ha sido el principal animador de todas las publicaciones de la Academia de la Historia de Cuba y anunció que ya está listo para imprenta otro texto – se trata de las memorias de la institución –, y otras series de proyectos editoriales conjuntos, incluso más allá del libro impreso – pues existe gran interés en trabajar estos contenidos en los formatos digitales para así llegar a un mayor número de lectores.
La memoria de quien fuera el Historiador de la Ciudad de La Habana estuvo presente durante todo el encuentro, pues la visita a la oficina de su gran amigo, Eusebio Leal, evocó recuerdos de su amistad en el Dr. Torres Cuevas, quien tuvo la generosidad de contar algunos con los allí presentes.
Eduardo Torres Cuevas, quien compartió siempre la modestia con Leal, contó que una de las pocas discusiones que ambos tuvieron, fue durante la refundación de la Academia de la Historia de Cuba, pues cada uno creía que el otro era más digno de ser el presidente: “Al final, Eusebio ganó, a pesar de que él era el más inteligente”, dijo y sonrió al admitir que, si estuviera a su lado, diría por modestia que el mérito de la presidencia siempre fue suyo.
“Es por eso que la Academia de Historia es también una obra de Leal”, afirmó el investigador y continuó que su propósito era, citando a Fernando Ortiz, crear conciencia y voluntad de ser cubano.
Quizás la anécdota que causó en el Doctor Torres Cuevas una impresión más profunda, fue aquella en la que escuchó de Leal cuando el Historiador y el Comandante en Jefe, Fidel Castro, intercambiaron regalos. Fidel le entregó a Leal una corbata negra, que llevaría durante toda su vida engarzada con un pendiente de perla; y Leal le dio al Comandante un pañuelo blanco, perfumado y con sus iniciales bordadas. Pero aquel intercambio de regalos estuvo coronado por una frase que, aunque sencilla en apariencia, reboza humanidad: “Tome usted mi lealtad, que yo tomo su fidelidad”.
El Dr. Torres Cuevas siempre reconoció que Leal fue un cespedista, pues en la figura de Carlos Manuel de Céspedes vio al hombre que pudo iniciar la guerra de 1868. “La lucha armada de 1868 fue una revolución y no una insurrección, pues mientras una insurrección es un alzamiento espontáneo, nacido de las emociones, las revoluciones nacen de la mezcla de la emoción y el pensamiento, unidos a la espiritualidad”, expresó el Historiador.
El Presidente de la Academia habló de cuatro momentos trascendentales en la Isla: la lucha de 1868, con Céspedes; la de 1895, con José Martí; la de 1933, sobre todo con Rubén Martínez Villena; y la de 1959 con Fidel Castro Ruz. Sobre la Revolución de 1959, Torres Cuevas dijo que había logrado cumplir lo que no cumplieron las otras, pero a la vez había bebido de sus predecesoras.
“Al igual que La Revolución de 1868, los historiadores ya están obligados a acercarse a la Historia desde un enfoque transdisciplinario, a fin de comprender todo lo posible sobre la realidad que estudian, afirmó el intelectual”, quien también aseveró que este texto, al ser lanzado en la Casa Eusebio Leal y en medio de la Feria Internacional del Libro, se ha convertido en un capítulo más de ese gran libro que es La Habana Vieja, a quién el siempre quiso llamar La Habana Antigua y Monumental.
El volumen se divide en tres grandes partes: “Escenarios” – aproximaciones a los lugares donde se realizó la contienda –; “Protagonistas” – se aborda la diversidad de participantes, de manera individual y/colectiva, en esa etapa – y “Revisiones” – acápite que conforma un replanteo de explicaciones en debate, así como otros recuperados o revalorizados.
Como bien expresa su compilador, Oscar Zanetti, la riqueza del texto también recae en el hecho de que “no ha de sorprender que, en ciertas interpretaciones, unos autores difieren de los otros. Se trata de algo natural en cualquier historiografía que investiga y razona, único modo de acercarse a verdades que serán siempre perfectibles. Los lectores, a quienes deseamos activos, confrontarán criterios y valoraciones para madurar sus propios juicios. Solo así, nuestra revolución pionera quedará en las conciencias como lo que realmente es: historia viva”.
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