Hernán Rivera Letelier: Salvado por la literatura
21 de febrero de 2013
Por: Eydi Saname y Thays Roque / Fotos Alexis Rodríguez
Hernán Rivera Letelier es un hombre que, para fortuna de aquellos que bebemos de su literatura, está infectado de un raro germen, poco habitual –y mágico– en hombres de formación literaria autodidacta, pero que no deja de ser una fortuna su contagio, una fortuna digna de celebrar. Hernán Rivera Letelier tiene el germen de “contar historias”.
El público asistente a la Sala Nicolás Guillén, de la Fortaleza San Carlos de la Cabaña, tuvo la oportunidad de contagiarse con ese halo mágico de este ser extraordinario. El Espacio Encuentro Con, dirigido por Magda Resik, periodista y Directora de Comunicación de la Oficina del Historiador de la Ciudad, sirvió para descubrir a un autor que, salido de las áridas tierras del norte chileno de la Pampa, reivindica la historia de su país contando la realidad de la gente más humilde.
El encuentro con el autor sirvió para presentar una de las obras más emblemáticas de Letelier, una reedición a cargo de la colección “La Honda”, del Fondo Editorial Casa de las Américas. Aquella que le abriera a Hernán Rivera Letelier las puertas del mundo de la literatura: La Reina Isabel cantaba rancheras.
Esta novela, publicada originalmente en 1994, se alza, en el mismo año de su publicación primera, con el premio del Consejo Nacional del Libro y la Lectura. Narra las andanzas de la Reina Isabel, una legendaria y emblemática prostituta de la Pampa chilena. Una novela plagada de personajes marginales e inverosímiles, pero heroicos en la dura vida salitrera en el Chile del siglo XX.
Destaca en esta obra el desarrollo de personajes femeninos que viven al margen de una “poca vida” paralela a la de los mineros que laboran en la salitrera, en una especie de “sobrevivencia compartida”. Y es en tal simetría de historias donde se teje la trama literaria y también se decantan las reflexiones más sublimes, a través de personajes como la Ambulancia, la Malanoche, la Cama de Piedra, y otros insólitos que como el Astronauta y el poeta Mesana, también retratan el ambiente de los ardientes arenales de las minas.
En una especie de antesala de la presentaciónde La Reina Isabel cantaba rancheras, Roberto Zurbano, director de la editorial de la Casa de las Américas, destacó la altura lírica, la profundidad narrativa y la sagacidad ensayística que distinguen la literatura chilena, y la obra de Letelier como uno de sus exponentes más significativos.
Asimismo, explicó que uno de los aspectos más atrayentes del texto es su notable sentido del humor, hasta cierto punto una comicidad desgarradora, recurrente en los protagonistas de la historia, quienes reflexionan sobre su país, su tiempo histórico y su propia vida al filo de una nación que no les tiene en cuenta.
El también ensayista y escritor comentó que “esta es una novela sobre el Chile profundo, que no sucede en la ciudad ni en el mundo urbano de Santiago de Chile, sino en el ambiente salitrero de las minas, en el universo extremo de la prostitución como vía de escape y humanización en estos lares. Un Chile profundo mediante las pasiones, angustias y sufrimientos de estas personas”, señaló.
Pero no es una casualidad que el desierto más inhóspito del mundo sea el gran protagonista de las historias de Hernán Rivera Letelier. A confesión del autor, su verdadera ambición es mostrar la vida en la Pampa a través de los mundos interiores de los personajes que habitan y sobreviven allí. Contar la historia verdadera, aunque esto implicase contar su propia historia.
Letelier comenta que sus obras se nutren del sabor del desierto y las memorias de su infancia árida. En particular, esta novela se detiene a contarnos la historia de “la vida en La Pampa, mediante la visión de estas mujeres, hetairas heroicas que son las prostitutas del desierto, un lugar donde ejercer la profesión más antigua del mundo linda casi en lo épico”.
“Escribir sobre la Pampa era algo personal, algo íntimo, -comenta el autor-.Tenía que contar la historia de mi viejo, que murió en esas minas, la historia de los amigos con los que trabajé durante 30 años en ese infierno, así que era mi historia también. Me di cuenta de que más que contarla debía desempolvarla, ya que se estaba olvidando, como si le estuvieran echando tierra con el pie para esconderla. Yo lo que hice fue desenterrarla y mostrarla a los jóvenes no solo de mi país sino del mundo entero, a donde han llegado mis libros.”
Jovial y honesto, Letelier recordó cómo en sus primeras exploraciones literarias, le preguntó a un avezado ¿qué se necesita para ser un grande en la poesía? Y este le respondió: escribir distinto. “Luego comprendí que escribir distinto es escribir lo que te sale de las tripas. Si no hubiera sido por la literatura en ese desierto, me hubiera pegado un tiro. Ella fue mi salvación.”
El autor cedió los derechos de publicación de su novela La contadora de películas, para que esta fuera publicada por las editoriales cubanas. Una novela corta de 100 páginas que narra la historia de una niña que cuenta películas en medio de desierto, para distraer a la gente del campamento donde vive, de la cruda realidad de la vida en las salinas.
Asimismo anunció que cederá los permisos de su novela Himno del ángel parado en una pata para que se publique en la Isla.
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