La historia de un lugar: la historia de una “bayamesa”
26 de octubre de 2013
| |Fotos: Alexis Rodríguez
Si los lugares fueran meros espacios, sin historia y sin la impronta de los seres humanos que lo habitan y lo preservan, carecerían de total significación. Hay una construcción en Bayamo que no debe dejar de ser visitada: la Casa Natal Carlos Manuel de Céspedes, inaugurada como museo hace 45 años, en 1968, justo cuando se conmemoraron 100 años del inicio de nuestras guerras de independencia.
Qué gratificante saber que existen personas como Ana Regla Mola Rodríguez, conservadora de la mencionada institución y fundadora desde su apertura como museo; una mujer que ha dedicado su vida a preservar el legado histórico y patrimonial de nuestra nación.
Ella, cuya propia existencia es una lección de vida, siente suyo este lugar sagrado para todos los cubanos. Esta entrevista se la realizamos justo allí, en esa imponente casona, en medio de su reconstrucción, y nos devela a un ser humano grandioso en su profesión y en su vida. Después piense y comparta conmigo o no esta personal certeza: la conservación del patrimonio está íntimamente relacionado con el sentimiento y la identificación más profunda y el orgullo de sentirnos útiles.
¿Qué recuerda de esos primeros años de fundada la Casa Natal?
El día 30 de este mes se cumplieron 45 años de haberse inaugurado la Casa Natal como primer museo de esta provincia de Granma. Recuerdo, en primer lugar, al ser muy joven – casi una niña – que creía que no me iba a gustar el trabajo de los museos, porque pensaba que era una cosa muy pasiva. Pero la primera Directora que tuvo la Casa Natal, María del Carmen de Varona, una persona muy inteligente, me incitó a que pasara cursos, y a medida que me fui superando, me fue interesando y me fue gustando y enamorando del trabajo.
Fue una cosa emocionante, excepcional, porque nada se compara con ver y ser partícipe de todo desde el primer momento: cómo se fue poniendo ese ladrillo, cómo se le fue dando restauración a esos techos. Quiero recordar que el rescate de la Casa fue dirigida por el Profesor de la Universidad de Santiago Francisco Prats Puig. Un hombre excepcional que logró se respetara todo lo original. Recuerdo, por ejemplo, que mandó a sacar todo el piso, al estar en mal estado, y lo envió a Las Tunas para que se volviera a construir igualito, y es el piso que hoy se mantiene y mostramos al visitante.
He vivido etapas muy, muy importantes, porque he tenido el orgullo de recibir a personalidades cubanas y extranjeras como el Presidente de Cabo Verde, que fue una visita traída aquí por el Comandante Juan Almeida Bosque. Tuve también el orgullo de atender a nuestro líder histórico Fidel Castro Ruz. Decía que una de las partes emocionantes de su arribo fue cuando él le pide a una profesora de música que interpretara un número que tuviera que ver con Bayamo. Al coger ella el violín y empezar a tocar “La Bayamesa”, ese hombre de tantas preocupaciones, de tanto trabajo, se fue emocionando desde el mismo inicio de esta primera canción romántica cubana.
¿Qué dejó plasmado Fidel en el libro de visitas, que usted ha grabado en su mente palabra por palabra?
Él escribió: “Lleno de infinitas emociones e inolvidables impresiones, me marcho de esta histórica y gloriosa Casa, que dio cuna al Padre de la Patria. Fidel Castro Ruz, diciembre 19, 1986”.
Una visita que usted nunca ha olvidado.
Nunca he olvidado ni nunca olvidaré. Siempre la tendré presente, y cada vez que dirijo visitas en el Museo y me encuentro en la Sala donde está la primera canción romántica cubana, no dejo de mencionar esta anécdota, porque fue algo que labró mi corazón: ver ese hombre tan grande, con tanto sacrificio de trabajo y de lucha, cómo se emocionaba al escuchar esa canción.
Fundadora del Museo. Yo quiero que me hable un poco ahora de la historia de la Casa, de todo lo que puede hallarse y admirarse en ella. Sabemos que es la Casa Natal de Carlos Manuel de Céspedes; pero, además, que es un sitio riquísimo en tradiciones, en historia, en todo lo que en ella se conserva.
Esta casa tiene tres importancias. Primera: que nace Céspedes. Segunda: que es una de las viviendas más antiguas de esta ciudad, ya que no se quema cuando el incendio de Bayamo el 12 de enero de 1869. Y tercera: que aparte de haber nacido Céspedes, nace Tristán de Jesús Medina, un orador destacado y consagrado que tuvo la América Latina en el siglo XIX, y por ser tan excepcional fue seleccionado a participar en el panegírico del centenario de la muerte de Miguel Cervantes y Saavedra.
Cuando Céspedes nace la casa es de un solo nivel. El primer nivel se construye a finales de 1700, y ya posteriormente, cuando la familia de Céspedes abandona el inmueble, la señora Concepción Sánchez de Medina hipoteca la residencia. Ya en el año 1833, le manda a agregar el segundo nivel.
Hoy el Museo cuenta con dos salas. La planta baja es de historia, la que recoge toda la vida y el pensamiento político del Padre de la Patria. La planta alta es una sala de exposición de artes decorativas, donde se exhiben muebles del siglo XIX, para dar un ambiente colonial de cómo vivía la familia cubana de la burguesía media de esta parte oriental del país.
Desde la primera sala se ofrece una panorámica de muebles de la época y objetos de porcelana de aquellos años. ¿Por qué? Porque estos grandes hombres que inician la lucha por la independencia del país estudian en Europa, se nutren de todas estas culturas. Bayamo es una ciudad fundada en el 1513; y entonces, ¿qué pasa?: que tenemos una parte donde está la barranca de La Lisana. Por ahí, a través de la afluencia del Río Cauto al Río Bayamo llegaban embarcaciones, y existía un comercio de contrabando. Al ser personas de amplia cultura que viajan, cuando regresan, pues a través de este comercio de contrabando van a comprar figuras de porcelana, francesas, alemanas, inglesas, etcétera. Todo ese arte puede ser visto en la Casa.
Por supuesto, también reflejamos el ideario de los patriotas fundacionales. Al ser la Casa Natal de Carlos Manuel de Céspedes, realizamos un recorrido desde su nacimiento hasta su caída en combate, a través de su pensamiento político. Ahí comprobamos la grandeza de ese hombre majestuoso. Conocemos su obra desde que inicia la Revolución, desde que hace el Manifiesto de la Junta Revolucionaria del 10 de octubre – cuando invita en su ingenio La Demajagua a los esclavos y les dice: “…Desde ahora dejan de ser esclavos míos”, y los incita a participar en la independencia del país; ese hombre que en su Manifiesto dice: “La solidaridad es activa entre los pueblos (…) Cuba aspira a ser una nación grande y civilizada para tender un brazo amigo y un corazón fraternal a los demás pueblos” —. Acercarse a ese hombre que ya en San Lorenzo, destituido de la Cámara de Representantes, sigue luchando; cuando se dedica allí, en una chocita de guano, a enseñar a leer y escribir a los niños de los campesinos, y sin tener lápiz ni hoja, coge la gruesa hoja del cupey y hace cartilla; ese hombre que escribe y dice: “aún de mis padres se entibió el cariño” – ¿por qué se entibia el cariño?, porque dejó de ser ese hijo de un campesino rico, para convertirse en un esclavo de un pueblo que había lanzado a la lucha, para que hoy nosotros fuéramos libres –; poder acercarnos a su impronta es algo que ofrece la visita a su Casa Natal.
Usted apuntaba que cuando comenzó su trabajo de conservadora, pensó que no le iba a gustar; pero se ha apasionado y ha estado aquí presente durante 45 años. ¿Qué le hizo enamorarse de esta labor en la conservación, no solamente por la historia de este inmueble que es representativa para todos los cubanos, sino en la propia conservación de un mero objeto? ¿Cuál es el rol de un conservador?
En primer lugar, desde un inicio me atrajo ese recelo preventivo que tiene que tener todo conservador de cuidar un objeto para que, después, las nuevas generaciones puedan pasar y ver aquí esa prenda, que perteneció a ese patriota o a una generación importante en nuestra historia. Después, cuando usted va restaurando ese objeto, que es como un paciente al cual le hace una historia clínica y ve desde el grado de enfermedad hasta su curación, la sensación interior es indescriptible. Ver a niños, jóvenes, adultos, asombrarse y disfrutar de un objeto de determinada época que ha pasado por tus manos y que ha sido devuelto a la “vida”, es la mayor satisfacción; es una cosa emocionante. Saber que usted puso la mano ahí, y más cuando hay veces que con escasez hay que tratar de resolver las cosas. No dejar algo así para que muera sino para que viva, para el disfrute de nuestras generaciones, porque eso forma parte de nuestro devenir: eso para mí eso es lo más grande y lo más emocionante.
¿Bayamesa desde que nació?
No, yo nací en La Habana. Me trajeron para Bayamo a los cuatro años.
¿Qué significa Bayamo para usted?
Me pasa lo mismo que con este lugar. Yo no digo el Museo; yo digo “mi” Museo. Así te hablo de “mi” ciudad, porque además tuve una época que estuve atendiendo todos los sitios históricos, en donde dejé mi impronta en cada uno de ellos, y que gracias a mi granito de arena los estudiantes, por ejemplo, o todo el que desee puede disfrutar y aprender sobre la historia de cada sitio. Yo siempre hablo no solo de Céspedes; hablo de estos grandes hombres que iniciaron la Revolución. Siempre tengo una preocupación por Perucho Figueredo, el autor de nuestro Himno Nacional, porque yo digo: todo el mundo lo ve como el autor del Himno, como si eso fuera lo único que hubiera hecho. Pero es en ese lugar, viviendo aquí cerca de la Casa Natal, donde se constituyó el primer Comité Revolucionario que tuvo Cuba, el día 13 y 14 de agosto del 67. Y es en ese lugar, donde están hoy las oficinas de Correo y Telégrafo, donde se le dice a él: estamos reunidos en el Comité de Guerra; te toca a ti, por ser músico, componer nuestra Marsellesa. Y enseguida se dio a la tarea, se sienta en el piano por la madrugada con su esposa Isabel y empieza a montarlo. Ese hombre que se unió a Céspedes, y que cuando le propusieron cambiar las ideas del Padre de la Patria expresa: me uniré a Céspedes y con él marcharé a la gloria o al cadalso. Pero además es ese hombre que cuando está enfermo de fiebre tifoidea, que ya lo toman prisionero y lo llevan al pelotón de fusilería, pide ir un poco cómodo a su muerte y como un changueo le proponen un burro, y afirma: no soy el primer redentor que cabalgo sobre el lomo de un asno. Y cuando le van a tirar el primer tiro expresa: morir por la Patria es vivir.
Cómo no sentirme orgullosa de Bayamo con estas historias, con esta tradición patriótica. Yo soy bayamesa, aunque no haya nacido aquí.
Entonces, usted no solamente es conservadora del Museo Casa Natal de Carlos Manuel de Céspedes; es conservadora de la memoria histórica, cultural de la ciudad de Bayamo.
Mira, un día me dieron una tarea bien difícil porque el reloj de la Catedral se pasó cuatro años sin funcionar. Entonces, comenzó la disputa: vamos a dárselo a Patrimonio… vamos a dárselo a otra persona… Y el Presidente del Gobierno, que estaba en aquella época, dice: vamos a dárselo a la del Museo… Me dieron la tarea, y todo se resolvió y ahí está funcionando el reloj.
El otro día yo comentaba que ya me iba a retirar, y de repente me dice una señora: “Ven acá, mi´jita; ahora tú sí que me tienes mortificada a mí”. Yo le digo: “¿por qué…?”. “Porque si tú te vas a retirar, ¿y el reloj?”. Y le contesté: “no se preocupe que ya él tiene repuesto. Me muero yo, se muere otra persona que sepa arreglarlo, y él seguirá funcionando. Porque es un símbolo de nuestra ciudad y no lo vamos dejar morir. Ya existirán otras personas que lo mantendrán funcionando”.
Esa es la cosa: tenemos que cuidar. Además, no solo eso; es que a los bayameses nos preocupa todo lo de la ciudad, para que sea un espacio bello.
Es en este lugar que tuve la oportunidad de participar en la creación de la Comisión de Monumentos, que se hizo el 12 de enero de 1978, en un aniversario del incendio de la ciudad. Su primer presidente fue Núñez Jiménez; su secretaria fue Martha Arjona. Ese día, al reunirse, se tomaron dos acuerdos. Primero: ratificar a Bayamo como ciudad Monumento Nacional; y segundo, declarar Monumento Nacional a todos los manuscritos de José Martí. En el próximo año se volvieron a reunir, y es entonces que declaran Monumento Nacional a la Casa del Padre de la Patria.
O sea, que he vivido todos esos momentos emocionantes, inolvidables, y que se los seguiré contando a todas las generaciones, porque es lo más importante: seguir trasmitiendo, para que usted conozca, porque lo que usted conoce es lo que usted ama, es lo que usted quiere y es lo que usted cuida. Así que seguiremos aquí.
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