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San Isidro Labrador

12 de marzo de 2022

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El 12 de marzo, hace 400 años, el Papa Gregorio XV consumó la canonización de Isidro el Labrador, o Ysidorus Agricola por su nombre latinizado.
De origen mozárabe, vivió por años en la villa de Torrelaguna, donde laboraba en las faenas del campo. Allí se casó con María de la Cabeza, una muchacha de la localidad. Hoy trasciende como patrono de Madrid, cuya fiesta se celebra cada 15 de mayo.
Sobre Isidro (1082-1172) se relatan una disimilitud de milagros similares a los de otros santos, lo que incluye la sanación de enfermos y el logro de las cosechas. En los días que siguieron a su muerte la población ya le había consagrado espontáneamente, anticipándose a su beatificación (Paulo V, febrero 14 de 1619), y a la canonización (marzo 12 de 1622), hecho que ahora conmemoramos.
El Santo fue tan popular en España como en Cuba, según la virtud de propiciar o hacer cesar las lluvias por intermedio de la oración. De esa manera se pedía su intercesión para paliar sequías o reducir temporales. Con un sentido lúdico, los niños de entonces cantaban en corro de acuerdo con el estado del tiempo: “San Isidro Labrador, quita el agua y pon el sol”; o a la inversa: “San Isidro Labrador, pon el agua y quita el sol”.

 

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Un ejemplo que tipifica la devoción de nuestros campesinos lo encontramos en las procesiones de abril de 1953 en San Cristóbal, Pinar del Río, que llevaron las imágenes de los santos hasta la llamada laguna del Almendro, para impetrar las lluvias salvadoras de cosechas y ganados. En el centro de aquellas plegarias estaban las estampas de San Isidro.
He leído varios textos que enfocan a la figura de Isidro más allá de la fe, y ello me hace pensar que el origen de la veneración está en la extraordinaria habilidad de aquel campesino para localizar zonas próximas al nivel freático y abrir pozos de donde manaba el agua cristalina y de excelentes propiedades.

 

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El sepulcro de San Isidro se conserva en Madrid, en la Colegiata que lleva su nombre. Juan Diácono, uno de sus biógrafos, escribió: “La tradición estaba en su tiempo viva y palpitante, siendo muchos los vivos que conocieron al milagroso labrador y presenciaron los prodigios que obraba”.
En 2022, a 400 años de su canonización, evocamos a Isidro y sus milagros, mientras transcurren los meses finales del período poco lluvioso en Cuba, donde tantas veces nuestros campesinos pidieron la intercesión del célebre santo que propicia las lluvias.

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