El cordonazo de San Francisco
4 de octubre de 2024
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Incierto es el origen de esta frase que alude al “santo de los pobres” y al cordón anudado sobre su cintura. Según Fernando Ortiz, el “cordonazo” surge de la conjunción entre su festividad (4 de octubre) y el otoño con lluvias y tormentas, más la superstición marinera de que al zafar los nudos se desata el viento. Ese mismo día de 1844 cruzó sobre Cuba un terrible huracán, cuya intensidad se estima en SS-4. Una medición barométrica tomada “al amanecer” en La Habana, refiere 963 hPa, pero ignoramos si se trata de la mínima absoluta o si hubo algún valor menor durante la madrugada, inadvertido en medio de la oscuridad y del terror. Tampoco sabemos si en otra localidad la baja fue más profunda. Los daños mayores se debieron al viento, que tal vez sobrepasó 200 km/h cuando el ojo cruzó sobre Mayabeque. Las rachas huracanadas alcanzaron a Matanzas, y las de tormenta tropical más allá de Cienfuegos.
En La Habana se produjo un centenar de muertes, 2 500 casas destruidas, y en la bahía unas 200 embarcaciones hundidas o averiadas. En los campos, los ingenios y plantaciones de caña y café quedaron devastados. Han pasado 180 años, y el huracán de San Francisco de Asís permanece entre los más destructivos del siglo XIX cubano.
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