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Fidel, Cleo, y la Operación Resguardo

23 de agosto de 2024

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Entre los radiogramas recibidos en el Observatorio Nacional el 23 de agosto de 1964, uno fechado en la medianoche anterior suscitó preocupación. El reporte aludía al grave desastre causado por un ciclón tropical en la isla de Guadalupe. Era Cleo, el tercer organismo de la temporada, cuya trayectoria había cortado el grupo central de las Antillas Menores con vientos sostenidos de 185 km/h, comparable a un huracán de categoría 3 en la actual escala Saffir-Simpson.

Avanzando al oeste sobre las cálidas aguas del mar Caribe, la tempestad se acercó a La Española. Ahora sus vientos llegaban a 240 km/h, y aunque el ojo no tocó tierra en República Dominicana, los daños humanos y materiales fueron considerables en Haití.
Al día siguiente, Cleo tuvo un detrimento en organización e intensidad, debido a perturbaciones en el sector norte de su circulación relacionadas con la cercanía del ojo a tierra dominicana y el impacto con las escarpadas elevaciones del macizo del Cibao. El proceso también propició que su trayectoria se reorientara más al norte, apuntando directamente al sur de la región oriental de Cuba.

 

Resguardo contra el peligro

 

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La posición y el rumbo del huracán eran alarmantes, máxime si se tenían en cuenta su intensidad y el pronóstico de la trayectoria al oeste-noroeste. En tal contexto, el Comandante en Jefe, Fidel Castro, entonces Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, indicó formar un Comité de Coordinación integrado por cuadros del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC), encargado de organizar y dirigir las tareas de protección de la población y los intereses económicos en la región oriental.
Las acciones se desarrollaron bajo el nombre de Operación Resguardo, y en ella se asignaron importantes misiones a la joven Defensa Civil cubana. Lo primero era evacuar a la población en riesgo y trasladarla a lugares seguros; preservar contra la lluvia los recursos materiales en granjas y empresas; y mover embarcaciones pesqueras y aeronaves civiles fuera de la zona amenazada. Miles de aves de corral y el ganado en zonas de posible inundación se reubicaron en lugares altos.
En las primeras horas del 25 de agosto, Fidel decide trasladarse al oriente del País. Al entrar en Santa Clara solicitó información meteorológica actualizada para decidir a dónde debe dirigirse para afrontar la llegada del huracán. En esa ciudad, el comandante William Gálvez —entonces Jefe del Ejército del Centro— se incorpora al grupo que ya integran René Vallejo, Pedro Miret, Cresencio Pérez, José Llanusa y el capitán Antonio Núñez Jiménez, entre otros dirigentes revolucionarios.
Fidel decide continuar al este, hacia Camagüey, y al llegar inquiere sobre las medidas para proteger a la población de la zona amenazada y preservar a toda costa los recursos económicos en riesgo. Se suman los comandantes Juan Almeida Bosque y Ernesto Che Guevara, en tanto el comandante José Ramón Machado Ventura, ministro de Salud Pública, va al frente de una brigada de médicos y técnicos para asistir a los posibles damnificados. A esas horas, una columna de transportadores anfibios avanza en camino al oriente.
Al final de la tarde, Fidel parte hacia Santa Cruz del Sur, uno de los puntos que más le preocupan por su posición geográfica sobre una costa de bajo perfil expuesta a las marejadas ciclónicas. En tal previsión, los jefes territoriales de la Defensa Civil evacuan a la población residente a menos de 15 kilómetros del litoral, apartándolas del escenario de peligro por el mar.
En Camagüey el viento sopla en rachas, con fuertes chubascos a intervalos. Según el capitán Núñez Jiménez —entonces presidente de la Academia de Ciencias—, los informes que Fidel solicitó no le resultaron convincentes, y se percató del deplorable estado técnico del único barómetro disponible. Por ello, indicó tratar de conseguir un instrumento similar en una estación meteorológica mejor equipada, y que en tanto él avanzaba hacia Santa Cruz, Núñez fuera al aeropuerto de Camagüey y trajera un barómetro confiable.
Una hora después, el líder de la Revolución encabezaba una reunión con las autoridades locales y los dirigentes del PURSC en Santa Cruz. Siguiendo su práctica de intercambiar directamente con el pueblo, conversó con los pescadores, campesinos y milicianos que habían quedado al cuidado de la comarca, y les orientó medidas precisas. En esos momentos, el centro de Cleo estaba al sur y cerca de la costa, y en la localidad soplaban rachas estimadas en 110 km/h, con lluvia fuerte.

 

En busca de Cleo

 

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En la noche del 25 de agosto, el Comandante en Jefe lucha por anticiparse al huracán en una especie de ejercicio estratégico equivalente a prever los planes del enemigo. Fidel continúa observando el barómetro, intentando deducir la posición de la tormenta según los valores de la presión. Comparando las fluctuaciones en el instrumento, él y Núñez tratan de encontrar una posible vaguada por donde habrá de moverse “buscando el camino de menor resistencia en la atmosfera”. Pasan las 12 de la noche, y ya es miércoles 26 de agosto. El Líder de la Revolución permanece unas horas en Ciego, realiza más comprobaciones y analiza con las autoridades la situación en la región.
Aplicando la táctica guerrillera, sabe que el huracán se mueve y que él debe moverse también. Entonces se traslada a Sancti Spiritus —adonde llega hacia las 3:00 a.m.—, y después a Jatibonico, alrededor de las 5:00.
Poco después baja sensiblemente la fuerza del viento, aunque persiste una llovizna gruesa y monótona. Se nota que el peligro ha pasado. En consecuencia, el itinerario del Líder de la Revolución concluye en la ciudad de Santa Clara, cuando el ciclón, muy debilitado, abandona el territorio nacional rumbo al Canal de la Florida. Cleo se aleja, y la dinámica generada a su paso es ya parte del recuerdo.

 

Epílogo

Cleo se mantuvo activo como sistema meteorológico desde el 20 de agosto hasta el 11 de septiembre de 1964. Recorrió aproximadamente 11 mil kilómetros de trayectoria hasta perder sus características tropicales y disiparse a 57º de latitud norte.
Afectó a la región centro-oriental de Cuba entre los días 25 y 26 de agosto. Primero tocó en la costa sur de Granma con intensidad equivalente a la categoría SS-2, y ocho horas después ingresó a tierra por la parte meridional de Camagüey. Su centro pasó muy cerca de Ciego de Ávila, y salió al Canal Viejo de Bahamas por la Bahía de Buena Vista, debilitado hasta la condición de tormenta tropical. En Cuba ocurrió la muerte de una persona, en tanto las pérdidas económicas se contabilizaron en dos millones de pesos. Aunque en el territorio nacional no produjo daños de extrema gravedad, el huracán resultó letal en los países del Caribe, con 157 muertes. Por esa razón, el nombre Cleo fue retirado de las listas para otros ciclones del Océano Atlántico.
Cleo no desarrolló gran intensidad sobre Cuba. Sin embargo, no hay dudas de que si hubiera llegado al territorio nacional con la violencia y poder destructivo que mostró a su paso por el Caribe, las medidas previamente adoptadas habrían reducido considerablemente el impacto del evento. He ahí la esencia de la misión que hoy cumple nuestra Defensa Civil, heredera del sentido de previsión y del valor de las acciones que hace 60 años realizó Fidel.

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