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El terremoto de Vuelta Abajo, en el recuerdo de la Abuela

24 de junio de 2016

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Zona azotada por el Terremoto de Vuelta Abajo de 1880

Zona azotada por el Terremoto de Vuelta Abajo de 1880

 

Afortunadamente, Cuba no ha sufrido terremotos altamente devastadores como sucede en otras latitudes, a pesar de hallarse en la zona del cinturón sismico Andino-Japonés-Malayo. Algunos eventos de este tipo, con efectos notables, fueron fechados en el occidente cubano en 1880, y también en la ciudad de Santiago de Cuba en febrero de 1932. El primero de los dos pasó a la historia bajo el apelativo de “El terremoto de Vuelta Abajo”, porque así se conocía antes a la región que abarca la actual provincia de Pinar del Río.

Julia de la Osa a los 94 años

Julia de la Osa a los 94 años

 

Antonio Núñez Jiménez (1923-1996), geógrafo, historiador, y hombre de gran ilustración, recuperó para la posteridad descripciones escuchadas de Julia de la Osa y Sierra, abuela del autor por rama paterna, que le deleitó con sus prolijas narraciones de origen secular. De esa floración de historias, compiladas en 1976 bajo el título de “Narraciones de la Abuela”, hemos extraido ahora una muestra a propósito del tema que arriba señalamos, con el fin de compartir el placer de su lectura.

 

El Niño Jesús de los Pinos y el terremoto de vuelta abajo

 

Cuando yo estaba recién nacida ocurrió un terremoto en Vuelta Abajo.
Blas Ortiz, era un ricachón de Vuelta Abajo que hacía grandes cosechas de tabaco con mi padre, en San Cristóbal. Dicen que una vez unos leñadores que talan pinos cerca de las montañas, se encontraron dentro de un tronco a un Niño Jesús, que tiene la historia parecida a la Caridad del Cobre [Nuestra Señora de la Caridad del Cobre es la virgen considerada por los católicos como patrona de Cuba]; los leñadores trajeron para la iglesia el santo, y lo sacaron en procesiones y lo pusieron en el altar mayor.

Al cabo de unos años Blas Ortiz había perdido una cosecha por la plaga. Él hizo una promesa, que si ese año se le daba el tabaco como él quería, mandaba a buscar un Niño Jesús al Norte [“el Norte” se usaba en Cuba como topónimo equivalente al de Estados Unidos de América, debido a la situación geográfica de este país, al norte del archipiélago cubano], y como se le dio buena la cosecha, mandó a buscar un Niño Jesús a Estados Unidos, que le costó quinientos pesos; cuando la imagen del Niño Jesús llegó, le hicieron fiestas y procesiones y le pusieron por nombre el de Niño Jesús de los Pinos, que es como se llamaba el anterior.

Lo colocaron en la sacristía, dentro de una caja, en la iglesia de San Cristóbal. Pero al otro día se presentó un terremoto, unos temblores de tierra tan fuertes que hacía ola la tierra y de ella salían arenas y conchitas; se cayeron las casas y hubo muchísima desgracia.

En esa ocasión mi madre fue a una fiesta que dieron allí, pero se apareció el temblor de tierra a medianoche. Mamá me tenía acostada en un cuarto mientras ella bailaba, pero cuando lloré mamá fue y me sacó. En ese momento se cayó la pared de mampostería donde yo estaba. Toda la casa se derrumbó. Al poquito de tiempo de eso deportaron la primera vez a mi padre para Isla de Pinos.

La gente empezó a pensar que eso del terremoto había sido un castigo por haber quitado del altar al Niño Jesús y haber puesto el nuevo en su lugar.

Dicen los habitantes de Vuelta Abajo que el Niño Jesús se presentaba desnudo, y pedía pan y agua, y atrás venía el temblor de tierra. Y así estuvieron como siete días en que se acabó la mitad de Vuelta Abajo; entonces la gente empezaba a juntarse y a protestar y a pedirle al cura que quitara el Niño Jesús nuevo y pusiera al viejo, que ese había sido un castigo. Y tanto fue que el cura tuvo que ceder a la petición del pueblo.

Hicieron nuevas fiestas y procesiones y pusieron al Niño Jesús de los Pinos, que es como verdaderamente se llama, en el altar mayor; entonces empezaron a calmarse los temblores de tierra y finalmente se quitaron. Pero hubo como siete años en Vuelta Abajo que no llovía y las cosechas se perdían, y los antiguos decían que eso era un castigo por lo que habían hecho con el Niño Jesús.

Después del terremoto vinieron las sequías tan grandes de siete años, que apenas llovía, le caían plagas a las cosechas, y estuvo Vuelta Abajo arruinado por siete años. Cuando eso yo tendría dos o tres meses de nacida. Eso me lo contaron mis padres que vivían allí en San Cristóbal.

Así era antes la gente de atrasada.

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