Winston Churchill
20 de noviembre de 2019
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Corrían en Cuba los años de la Revolución de 1895 y en Europa existía gran curiosidad por conocer de los sucesos que en la Isla se vivían. En la distante Inglaterra un distinguido oficial de húsares estaba a la caza de gloria y aventura. Ese oficial no era otro que Winston Churchill, quien solicitó los permisos necesarios para embarcarse con destino a Cuba.
Cumplidos los trámites, se trasladó a Nueva York y de esa ciudad embarcó hacia La Habana. El general Arsenio Martínez Campos, gobernador de la Isla, lo recibió amablemente y lo asignó –tal cual el joven quería– a una columna de combate a los insurrectos.
Churchill conoció las durezas y riesgos de la vida en campaña, el clima benigno de Cuba en el invierno y las habilidades del soldado libertador cubano. Todo ello de viva fuente. El 30 de noviembre de 1896, fecha en que cumplía 21 años, participó en una escaramuza en que las balas silbaron muy cerca del oficial inglés durante un ataque sorpresivo de los mambises.
Poco después de esta experiencia que a punto estuvo de costarle caro, el propio Churchill decidió embarcar de nuevo hacia Inglaterra, con la certeza de que aquella guerra no sería cosa de escasos meses, como aseguraban las autoridades españolas en sus poco veraces informaciones destinadas al gran público.
Churchill provenía de una familia de abolengo, varios de cuyos miembros habían servido con distinción a la corona británica.
Fue él un personaje de perfiles curiosos. Se destacó extraordinariamente como estadista y fue el líder del Partido Conservador inglés, cultivó además la literatura y la pintura, al tiempo que era un orador convincente. Se le confirió hasta un premio Nobel de Literatura, decisión que en su momento fue bastante comentada.
Entre 1940 y 1945 ocupó el cargo de Primer Ministro de Gran Bretaña. Pese a la ocupación fascista de buena parte de Europa continental (incluida Francia), las Islas Británicas resistieron con heroísmo y nunca fueron ocupadas. En ello, además del valor a toda prueba del pueblo inglés, mucho influyó la conducción decidida de Sir Winston, a quien sus compatriotas consideran uno de los estadistas más destacados del siglo XX.
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