¡Viva la diferencia!

27 de diciembre de 2013

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Yolanda Ramiro Sánchez

Decir que todos somos diferentes es una verdad de Perogrullo y decir que aceptamos la diversidad es manifestación de tener una mentalidad muy avanzada, pero del dicho al hecho, va un gran trecho, porque una cosa es decirlo y otra es actuar en concordancia con ello, y aunque no lo creas otra de las cualidades de la empatía es  beneficiarnos con lo que nos ofrece la diversidad, o lo que es lo mismo; aprovechar la oportunidad que nos brindan los diferentes tipos de personas. Y sin desestimar nada de lo que he dicho hasta ahora, sin disminuir el resto de las competencias y cualidades de las que he hablado y de las que hablaré, les digo con toda seriedad que esta es con mucho muy importante, y tanto es así que si tomamos un periódico, escuchamos o vemos un noticiero, está presente seguramente alguna noticia sobre crímenes de odio hacia quienes tienen religiones, preferencia sexuales, razas, sexos, clases sociales diferentes, porque no se acepta la diversidad, y lo que promuevo aquí es no solo la aceptación tolerante de quienes son diferentes, sino mucho más; aprender de la diferencia. Claro que estas son conductas extremas, pero para nada son ajenas a todos y cada uno de nosotros, pero hay otras diferencias que no aparecen en noticias y que por ser cotidianas las tenemos muy cercanas y son a las que me voy a referir, aunque las mencionadas anteriormente también se incluyen aquí. Tener la cualidad de aceptar que la diversidad existe y podemos beneficiarnos de esto es muy beneficioso porque implica aumentar nuestros conocimientos de las cosas de la vida. Si Efraín que es maestro ¿por qué  no puede escuchar a Julia sobre un método educativo, solo porque ella  es auxiliar de limpieza y claramente no tiene las preparación de él? Y el caso es que Julia tiene 5 hijos y lo que le falta en estudios le sobra en experiencia práctica, así que es un prejuicio no escuchar lo bueno que puede decir. Así pasa con los niños que quieren decir algo y los adultos los mandan a callar, los jóvenes recién graduados que no pueden opinar y menos contradecir al profesor de experiencia. Y si el asunto es más divergente, la situación se agrava por ejemplo cuando se trata de un homosexual, una mujer en ciertas latitudes donde es considerada un objeto, porque ahí se le suman criterios de que esas personas no se merecen, ya no la credibilidad ante una situación, sino que se les trata como menos humanos de los demás, lo cual son a todas luces posturas de extrema imbecilidad. La diversidad es fructífera porque permite múltiples miradas hacia la vida y sus vericuetos. Tener la mente abierta hacia lo que se puede aprender de quienes tal vez tengan poco que ver con nuestra historia vital es una postura inteligente, porque cuando usamos un medicamento que nos cura, no preguntamos quien lo inventó, ni que religión tenía, ni vivimos  a la luz de la velas porque no estamos de acuerdo con las ideas políticas de Edison. Me cuenta un colega que tiene un amigo católico, homosexual y lamentablemente seropositivo y  no quiere mejor amigo que ese, y las conversaciones más inteligentes y los mejores consejos que ha recibido en su vida, se los ha proporcionado ese amigo, porque la esencia humana está compuesta por lo diferente, lo diverso y eso se llama heterogeneidad.