Vigilancia sobre el Ébola

1 de agosto de 2014

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Heidy González Cabrera

La Organización Mundial de la Salud, informó en el año 2001 que una epidemia de la fiebre hemorrágica del Ébola  aumentaba la cifra de muertos en África. Entonces, un equipo médico de la propia organización, colaboró con las autoridades de salud de Gabón y República Democrática del Congo para ayudar a contener el brote.
No obstante, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), de Estados Unidos, reportan ahora que, desde marzo hasta la fecha, se han registrado más de 1 200 enfermos y una cifra superior a 600 fallecidos, sin descartar el peligro de la propagación a través de viajeros contaminados.
Este virus letal obtiene su nombre del río de la actual República Democrática del Congo (RDC), donde fue detectado por primera vez en 1976.
Extremadamente contagioso y, mortífero en nueve de cada diez casos, su contagio se produce por contacto directo con el enfermo o sus fluidos corporales. Tras un período de incubación de dos a 21 días, la fiebre irrumpe súbita y elevada.
Los agentes de esta dolencia aparecen en África y Asia, pero también en América del Sur y Central. Aunque surge solo en las  regiones de selvas pluviales, se desconoce su origen. Al principio, sospecharon de los roedores, portadores del agente de la fiebre de Lassa, pero llegaron a la conclusión, que podría  proceder de un virus de las plantas, pues no afecta a los murciélagos.
Los síntomas suelen caracterizarse por repentino malestar, fiebre, mialgia, cefalalgia y faringitis, vómitos, diarreas, erupción maculopapular, crisis renal, hepática, y propensión hemorrágica. No existe tratamiento específico o vacuna.
El Ébola no es un peligro para Cuba, pero al igual que en el resto del mundo, la vigilancia ambiental sigue su evolución en aras de prevenir cualquier riesgo para nuestro pueblo.