Viajera en el tiempo
22 de enero de 2016
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Mi comentario de hoy estará dedicado a una artista que, por la excelencia de su música y textos, ha trascendido en el tiempo y el espacio, pues su obra es admirada no solo en Cuba, sino más allá de nuestras fronteras geográficas. Me refiero a Marta Valdés.
Reconocida como una de las más fieles representantes del movimiento denominado “feeling”, junto a otros trovadores como César Portillo de la Luz, José Antonio Méndez, Ángel Díaz; pianistas como Frank Emilio, y cantantes como Elena Burque, entre otros nombres, Marta Valdés, sin embargo, realizó transformaciones sonoras, convirtiéndose en una especie de puente hacia un nuevo tipo de canción en Cuba, con renovados conceptos armónicos.
El destacado intelectual Guillermo Rodríguez Rivera, quien es profundo conocedor de la música popular cubana, escribió sobre ella:
Hacia la mitad de la década de los años 60, comienza a advertirse la búsqueda de una nueva expresión en el marco de la canción cubana. Marta Valdés, la figura más importante de una segunda promoción de filinistas, inicia una decantación de la sonoridad dominante hasta entonces en el marco de la tendencia. /…/ Composiciones como “Por si vuelves” y “Yo me quedo”, de Marta Valdés, son piezas claves en la búsqueda de sonoridades y también en el replanteo de la poesía amorosa en la canción, en el caso de la primera, y de un íntimo acceso hacia la preocupación social, en el caso de la segunda.
Un rasgo significativo en las canciones de Marta Valdés, es que, cuando nos parece que va a modular, se mueve hacia otra “aparente” tónica. Y es esa osada inquietud la que impide ubicar a esta gran bolerista, dentro de algunas de las escuelas conocidas. Canciones como “Llora”, son ejemplo de esto. La propia Marta ha expresado: “Venir dando rodeos y llegar a la tónica al final de la primera idea, es herencia de José Antonio Méndez, de ‘Novia mía’ y ‘La gloria eres tú'”. Pero si José Antonio utiliza este recurso para darle mayor intensidad a lo que dice, Marta lo hace, comiencen o no en la tónica, para evidenciar en sus textos situaciones conflictivas, como ella misma ha dicho: “…impartiéndoles un sentido más dramático”. Pensemos en canciones como “Tú no sospechas” o “En la imaginación”, para comprobar lo que acabo de decir.
Marta Valdés no estudió en ningún conservatorio, sino que la primera maestra que colocó en sus manos una guitarra fue Leopoldina Núñez, en su taller de niños y niñas. Después recibió clases en el entonces Seminario de Música Popular creado y dirigido por Odilio Urfé, que contaba con maestros como Vicente González Rubiera (Guyún), Alfredo Diez Nieto, Alejo Carpentier, Manuel Moreno Fraginals y Alfredo Diez Nieto. Con posterioridad, amplió susconocimientos de Armonía con Harold Gramatges.
Marta es admirada por todos los músicos cubanos, y entre las más destacadas intérpretes de su obra tengo que mencionar a la excelente cantante Miriam Ramos. Pero para demostrar que sus canciones no han perdido vigencia, es importante destacar el fonograma “Palabras”, donde Haydée Milanés, logra “atrapar” el público por su exquisita interpretación, a tal punto, que ha sido el CD más vendido en México.
Marta Valdés ha paseado su arte por países latinoamericanos y europeos, y ha sido laureada con importantes Premios como el “Pablo”, por la belleza y la sabiduría de su música y sus textos. Y no puedo dejar de referirme a su trabajo en Teatro Estudio, ni a su desempeño como crítica musical, ni a la música incidental que ha compuesto para obras como: “El becerro de oro”, de Joaquín Lorenzo Luaces y “La zapatera prodigiosa”, de Federico García Lorca, que fueron premiadas.
De Marta Valdés hay mucho más que decir pero, infelizmente, este espacio no da para más.
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