Uso crónico de medicamentos
31 de julio de 2018
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Con el desarrollo de la humanidad, los avances de la ciencia han hecho posible que cambie la expectativa de vida respecto a las enfermedades. El surgimiento de los medicamentos permitió aumentar la supervivencia humana frente a numerosos padecimientos anteriormente mortales.
Del mismo modo, muchas enfermedades hasta hoy sin cura, han podido ser controladas, posibilitando a quienes las padecen llevar una vida normal y tener una esperanza de vida semejante a las de un individuo sano, por medio de un tratamiento farmacológico dirigido a controlar la enfermedad.
Estas son las llamadas enfermedades crónicas, que muchas veces se controlan sin la intervención de los medicamentos, solamente acudiendo a estilos de vida saludables como la dieta sana, la práctica habitual de actividad física, la eliminación de hábitos tóxicos como el consumo de alcohol o tabaco, entre otras medidas.
En otros casos, estas modificaciones del estilo de vida no resultan suficientes y es necesario acudir al uso de medicamentos. En estas situaciones se prescriben tratamientos farmacológicos de forma permanente, que deben ser cumplidos consecuentemente si el paciente desea mantener a raya la enfermedad.
Muchas veces el paciente se refiere a estos tratamientos como “medicamentos de por vida”, pero esto no es necesariamente correcto. En algunos casos, pasado algún tiempo de que el paciente ha estado consumiendo el mismo medicamento, puede ser necesaria una sustitución o un cambio de tratamiento. Esto se debe a que algunos medicamentos que se consumen de manera ininterrumpida por períodos prolongados, pueden dar lugar a la aparición de algún tipo de toxicidad o eventos adversos o también puede haber fallas de efectividad debido a la habituación del organismo.
Por esto es recomendable para todo enfermo crónico, acudir a su médico de atención en la frecuencia indicada para que el facultativo evalúe la efectividad del tratamiento. Igualmente, nunca se puede pasar por alto que un medicamento puede ser útil contra una enfermedad y a la vez, agravar o provocar otra. Por ello sólo deben tomarse los medicamentos indicados, durante el tiempo indicado, teniendo siempre presente los posibles efectos secundarios que pueden aparecer.
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