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Universalidad creciente de José Martí

26 de julio de 2024

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Roberto Fabelo, Martí, 1983 Creyón sobre papel 70 x 50 cm

No hay dudas de que el Maestro fue un hombre de mirada y vocación universales. Así lo atestiguan su inagotable interés por las más diversas culturas desde la Antigüedad hasta su época. No le bastó con el saber que brindaba la enseñanza de entonces en escuelas y universidades: fue un estudioso de los conocimientos que brindaban las disciplinas de su tiempo, incluso de aquella que daban sus primeros pasos en los estudios sociales como la Lingüística, la Sociología, la Psicología y la Antropología. También fue voraz lector y divulgador de cuantos avances ocurrían durante los decenios finales del siglo XIX en las más variadas tecnologías como el uso del vapor, la electricidad, la fotografía, la construcción naval, además de las ciencias de la salud, la Química y la Física, entre otras.

Para esa anchísima cultura, donde destacaban las artes y las letras, fue importante su manejo fluido del inglés y del francés. Así no se le escaparon los elementos claves de la geopolítica de su tiempo con el reparto del mundo entre las grandes potencias europeas y Estados Unidos y el acelerado avance de la nueva revolución industrial que proyectaba mundialmente al modo de producción capitalista que iba transitando hacia el dominio del capital monopolista.

A Martí le cabe a la perfección aquella frase de que “nada humano me es ajeno.”

Todos esos elementos aparecen a lo largo de su enorme obra escrita e influyeron decisivamente en su pensamiento y en su acción como líder político del independentismo cubano y de la unidad latinoamericana. Ello, a su vez, explica cómo se convirtió en modelo y ejemplo por seguir para los revolucionarios cubanos del siglo XX y del presente, y cómo mientras más pasa el tiempo no pierde vigencia sino que aumenta el interés por su personalidad, su obra y sus ideas en los más diversos puntos del orbe. Hoy se traducen sus escritos a todas las lenguas europeas, a muchas de Asia y hasta de África y los pueblos prehispánicos de nuestra América.

Elemento decisivo en el aumento de esa universalidad martiana ha sido su propia advocación por la Revolución Cubana desde su arrancada cuando Fidel Castro lo declaró como el autor intelectual del asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953. Al triunfar esta revolución en 1959 su propia proyección a escala mundial ha contribuido para ese conocimiento y admiración por Martí a todo lo ancho del planeta, en lo que no se pueden desconocer las numerosas ediciones de sus textos en su patria y la extensión sistemática del conocimiento de su pensar y la admiración por su valiosa ética de servicio humanista a la que se entregó en cuerpo y alma.

Así, pues, José Martí es un hombre de su tiempo y de todos los tiempos para orgullo del patriotismo cubano y el respeto y la admiración de buena parte de la humanidad actual, que desde y con Martí puede entender y solidarizarse con este pueblo que afronta la pelea impuesta por los gobiernos de Estados Unidos, el mayor imperio de la historia. Cuba y los cubanos honestos, siempre somos y seremos martianos.

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