Una entrevista concedida por Fernando Alonso a la revista Nuestro Tiempo
13 de junio de 2014
|En nuestra sección insertamos una interesante entrevista concedida por el maestro Fernando Alonso a la revista habanera Nuestro Tiempo la cual fue publicada en la edición correspondiente a julio-agosto de 1958.
N.T: ¿Qué opina usted sobre la situación actual del maestro de ballet en Cuba? ¿Cuáles son sus perspectivas?
F.A. A pesar del evidente avance del ballet en Cuba durante los últimos veinte años, todavía no podemos decir que el ballet se haya estabilizado entre nosotros. Todo lo contrario, en la actualidad experimenta una seria crisis. No quiero aludir demasiado al tratamiento que ha recibido por parte de quienes se arrogan la representación de la cultura cubana a través del del INC (Instituto Nacional de Cultura) y que con su ataque al Ballet de Cuba destruyeron — temporalmente desde luego — una obra de años. Como no existe continuidad en el trabajo de ballerinas y bailarines por falta de oportunidades de bailar, los que se dedican al ballet se encuentran en la encrucijada: el cansancio o la desesperación que trae el no actuar o la entrega a las solicitaciones de la televisión y los shows, en los cuales su arte, por mucho que se esfuercen quienes presentan esos espectáculos, no se mueve dentro del rigor necesario, perdiendo cada día calidad.
Todo esto determina la posición dramática del maestro de ballet. Ve formarse, entre sus manos, jóvenes de excelentes posibilidades; pero tiene que contemplar cómo unos se cansan de esperar oportunidades que nuestro estado actual de cultura no permite y otros se rinden a los espectáculos cotidianos. Algunos bailarines y balerinas tienen la ocasión de trabajar en el extranjero y hacia allí marchan.
N.T ¿Cuál es, a su juicio, la solución de ese drama?
F. A. La solución sólo vendrá con un esfuerzo colectivo, en el cual el papel de las instituciones estatales puede ser decisivo. Ahora mismo, en las páginas del New York Times escritores como Taubman, Brooks, Atkinson y otros, han debatido el tema de la participación del Estado en el arte. Partidarios y adversarios de la intervención estatal en lo artístico, coinciden en que hay cosas que sólo el Estado podrá hacer, pues la iniciativa privada busca con frecuencia una retribución excesiva en sus empeños. En países como los nuestros, en los que se trata de abrir camino, de sembrar afición, lo privado no puede hacerlo todo, como se demuestra en todos los terrenos. Lo cual no significa, desde luego, que se confunda una sana orientación estatal con la subordinación el arte a determinados intereses políticos.
Por nuestra parte, nos mantenemos firmes. Pese a los altibajos y vicisitudes, sostenemos la escuela, decididos a que no falte la oportunidad a la juventud cubana de formarse. Es que tenemos mucha fe en que nuestro país pueda ofrecer al ballet muchos aportes importantes.
N.T. ¿Cree usted que podrá darse, en el futuro, una «Escuela Cubana» del ballet, no en el sentido folklórico, sino en la presencia dentro del ballet clásico, de rasgos característicos como los que distinguen al ballet escandinavo del francés, por ejemplo?
F.A. Ciertamente, existen diferencias así como rasgos característicos en el ballet de cada país. Señalemos el «preciosismo» de la Escuela Inglesa, el aspecto «circense» del ballet americano, la falta de rigor del ballet francés y, por último, el dramatismo del ballet soviético. Con respecto al ballet en Cuba, no creo que sea el futuro el que determine la presencia de elementos estilísticos propios, pues esto se está manifestando ya hoy. Poseemos ya un estilo propio, estilo que fue inclusive notado durante nuestra estancia en la Unión Soviética. Hay un hecho cierto: nuestro temperamento, nuestro clima, nuestro modo de ser, en fin, ha creado un estilo particular de expresión danzaria. Tanto Alicia Alonso, Alberto Alonso como yo coincidimos en tal concepto. Creo, por otra parte, que tal estilo ha sido nutrido por distintos recursos que hemos asimilado y que hemos hecho nuestros. Nos sentimos satisfechos en este aspecto.
N.T. ¿Durante su reciente viaje, qué experiencias interesantes y aplicables a la enseñanza del ballet en Cuba encontró usted?
F.A. Muchas fueron las experiencias en este sentido. Primeramente debo señalar que en la Unión Soviética existe una enorme tradición danzaria; tradición que es anterior al momento de Fokine. Es indudable que tal riqueza artística ha pasado de generación a generación y en la actualidad los bailarines de ese país, así como los propios alumnos de las escuelas de las principales ciudades, están en posesión de esta herencia. Por otra parte, quiero destacar algo que me resultó de mucha importancia, y es que desde los primeros grados el alumno baila. Nosotros hemos aplicado en nuestra escuela esta idea y los resultados han sido satisfactorios. Otra cosa es la siguiente: el frío los obliga a comenzar los ejercicios de barra por el battement tendu y no por el pliê acostumbrado. Puedo decir que, en general, el alumno es obligado a trabajar mucho y con rigor, lo cual se hace visible en sus presentaciones.
N.T. La revista norteamericana Dance en su último número, después de elogiar intensamente a Alicia Alonso, critica al Departamento de Estado de Washington por no haber «aprovechado» esos triunfos de una estrella quien, según Dance, aunque nacida en Cuba es proclamada una bailarina «norteamericana». ¿Qué piensa usted sobre esto?
F. A. Pienso, melancólicamente, que aunque nuestro pueblo y nuestra prensa le dieron a ese triunfo de Alicia el relieve necesario, todo se contrasta con la conducta de los «directores» de la cultura cubana. Pienso, además, que Alicia Alonso, aunque ha danzado principalmente en Estados Unidos y en compañías norteamericanas, es, en todos los conceptos, una bailarina cubana. Algunos de sus rasgos más salientes y más apreciados internacionalmente, por ejemplo, su reconocida capacidad de expresión dramática en el baile, no pueden ser asignados a su formación norteamericana sino a su procedencia cubana. Por otra parte, en su preparación técnica han intervenido sobre todo maestros cubanos y europeos. Por ello, aunque los Estados Unidos le han proporcionado a Alicia Alonso la oportunidad de actuar en sus escenarios, así como en los de Europa adquirió relieve mundial, no sería justo arrebatarle a Cuba esta pertenencia. En el artista hay un elevado tanto por ciento de capacidad inicial y otro tanto de formación. Alicia fue a Estados Unidos con sus extraordinarias dotes ya muy desarrolladas. Halaga que se quieran apropiar de ella, pero no debemos permitirlo.
Galería de Imágenes
Comentarios